El arzobispo emérito Estanislao Karlic presidió la misa, donde llamó a “celebrar el modelo de hombre de Dios, que es el del hombre trabajador”. Al final del acto litúrgico en la Catedral Metropolitana, se realizó afuera la tradicional bendición de elementos y herramientas de trabajo.
En el acto litúrgico que comenzó a las 11, estuvo el secretario de Cultura de la provincia, Roberto Romani; también se lo vio al ex secretario General de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), Edgardo Massarotti; al presidente de la Unión Industrial de Ente Ríos (UIER), Antonio Caramagna; y a Silvia D’ Agostino, integrante del Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER), entre otros dirigentes.
“Celebramos al hombre como el modelo de hombre de Dios. No hay otro modelo que el hombre digno que trabaja”, insistió Karlic.
palabras. En su alocución, el prelado se mostró “preocupado” por lo que ve en Paraná. Sin profundizar sobre la situación, apuntó que en la capital provincial “algunos hombres no tienen para el alimento del día”. Y agregó: “La falta de trabajo lleva a que hombres lleguen a matar”. Lo contextualizó con un repaso por los más importantes conflictos sociales del mundo.
El religioso señaló: “Tenemos el deber de ser mejores y eso es precisamente trabajar. Trabajar como hermanos y tener sueldos de hermanos”, apuntó. Las palabras “trabajo y dignidad” fueron las más pronunciadas, siempre de la mano, durante toda la homilía que duró unos 25 minutos.
El purpurado convocó a procurar a la “abundancia de servicios” y no quedarse en el reparto de “un 50 y un 50”. Más adelante pidió “por quienes no les llega la posibilidad de trabajar o las leyes laborales no los alcanzan”.
Al término de la misa, Karlic salió de la Catedral y realizó la clásica bendición de los elementos y herramientas de trabajo a las personas que se acercaron a la explanada, entre las que se vio a representantes de empleados municipales, bomberos, taxistas y colectiveros, que estacionaron sus unidades sobre la calle Su Santidad Francisco en la puerta del templo. Se trata de la habitual convocatoria a la feligresía católica para que concurran con aquellos elementos o instrumentos que utilizan a diario para la realización de sus labores, como maquinarias, vehículos, palas, grabadores, entre otros.
Los fieles iniciaron la jornada religiosa con un cielo absolutamente nublado, pero al salir se encontraron el sol.
El 1º de Mayo y la Iglesia
El Día Internacional de los Trabajadores fue instaurado por la Segunda Internacional Socialista en París, en 1889 en conmemoración de los denominados mártires de Chicago, un grupo que pertenecía a un colectivo sindical que en Estados Unidos impulsó la instauración de la jornada laboral de ocho horas, y que culminó en juicio contra los impulsores de la protesta. Algunos de ellos, condenados a muerte, en 1886.
En la Iglesia Católica, la celebración es más reciente. Recién el 1 de mayo de 1955, el entonces Papa Pío XII instituyó la fiesta de San José Obrero, que de ese modo tiene dos festividades en el calendario. El 19 de marzo se lo recuerda como el “casto esposo” de la Virgen María.
Cuando Pío XII instituyó esta celebración señaló que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de vuestras familias y sea para todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.
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