Apenas 71 votos de diferencia le permiten al peronismo, con Verna “poniendo el hombro”, ubicar a Ariel Rauschenberger y Melina Delú en el Congreso Nacional. La elección fue ultrapolarizada y Cambiemos tuvo un fuerte desempeño: prácticamente mantuvo los sufragios de agosto.
El duelo de aparatos, si hubiera sido un partido de fútbol, se definía por penales. Pero acá se contaron votos. El peronismo pampeano remontó una cuesta que hace dos meses parecía poco menos que imposible y dio vuelta el favoritismo macrista. El PJ se atribuyó una ajustadísima victoria. Eso le permitiría sumó una banca en el Congreso Nacional.
Aunque al cierre de esta edición la dirigencia macrista no había reconocido la derrota e incluso hizo una puesta en escena para motorizar la ficción de festejo en su búnker, la reñidísima elección mostraba una diferencia de apenas 71 votos en favor del PJ pampeano.
Esa cifra surge de las planillas que firmaron los fiscales, que tarde o temprano serán parte de los resultados oficiales, en los que no aparecía cargada la totalidad de las estadísticas.
La cifra oficial indicaba al cierre de esta edición un triunfo del PJ pampeano que aparece irremontable porque apenas le restarían escrutar 3 meses. Pero Cambiemos no reconoce esa situación (ver aparte).
Según la cifra oficial, el PJ sacaba 96.097 votos (el 45,54%) contra 95.499 de Cambiemos (45,26%). Eso, escrutado el 99,77% del total (faltaban dos mesas, que en conjunto no llegan a la diferencia existente de 598 sufragios).
El triunfo del peronismo le permite ganar una banca en la Cámara de Diputados de la Nación: Ariel Rauschenberger y Melina Delú van al Congreso nacional. El radicalismo, después de mucho tiempo, se queda sin representación a ese nivel (termina su mandato Francisco Torroba y se quedó con las ganas Gloria Cazanave) y el PRO sostiene el escaño que ya tiene Martín Maquieyra.
Poner el hombro
La pelea electoral -que resultó un virtual empate- fue una batalla en las urnas entre el Gobierno pampeano y el macrismo. Carlos Verna jugó todo a ganador y le salió bien: no hubo un solo dirigente -oficialista u opositor- que no reconociera su influencia en el resultado electoral.
Los resultados de La Pampa y del país, además, lo posicionan como uno de los pocos referentes del “peronismo provincial” que pueden golpearse el pecho y jactarse de una victoria: la logró reformulando su propia imagen y trayectoria, acercando su discurso al kirchnerismo, lo que le valió algunas fugas de dirigentes de cierto peso en el PJ (Carlos Aragonés, Patricia Matalón, los Matzkin, Miguel Solé) que estarán pensando mejor en lo que hicieron.
Verna puso a jugar su imagen y los recursos del aparato estatal que maneja el PJ para dar vuelta la elección. “Poner el hombro”, le llamaron en el peronismo. Tampoco es un secreto que el “movimiento” suele estimularse cuando hay un desafío que invita a la mística.
Hasta el día final de campaña los militantes más optimistas consideraban que el favoritismo era de Cambiemos. Desde temprano, ayer, Carlos Mac Allister ironizó con una comparación: dijo que era una pelea entre “David y Goliat”, aludiendo respectivamente a Maquieyra y al gobernador.
La remontada del PJ no opacó la elección de Cambiemos: el espacio que agrupa al PRO y a los radicales no perdió votos respecto de las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO), ya que cosechó nada menos que 96.079 contra los 96.150 del PJ.
En las PASO los candidatos de Cambiemos sumados habían llegado a los 98.221, en tanto que los postulantes del peronismo habían amuchado 76.941. Es decir que el peronismo mejoró esa performance en nada menos que 19.209 votos.
Razones de una remontada
Para la remontada peronista fueron claves varios desempeños:
- El triunfo en Santa Rosa, tan ajustado como festejado por la militancia, fue el que contribuyó a la victoria. El resultado final en la capital provincial resultó impensado. Tanto que Leandro Altolaguirre se había animado a poner en juego su prestigio cuando por la mañana dijo que su gestión era plebiscitada.
- La remontada en General Pico no alcanzó para que el peronismo obtuviera la victoria en esa ciudad, pero sí para emparejar lo que en agosto había sido poco menos que una goleada. De todos modos Cambiemos tiene en esa ciudad, ahora, un bastión donde hacer pie seriamente hacia el futuro. En Pico el radicalismo nunca le pudo hacer sombra al aparato peronista, pero la nueva realidad instala a la alianza muy bien parada de cara a 2019.
- El oeste fue un bastión para el peronismo, que se afirmó en Victorica (pese a que una candidata de Cambiemos es originaria de esa localidad), Santa Isabel, Telén, 25 de Mayo y localidades más pequeñas.
- El kirchnerismo, o los sectores vinculados al “proyecto nacional y popular”, le aportó al PJ pampeano desde distintos espacios: los sellos más cristinistas, como La Cámpora, ya se habían alineado en el partido; el espacio que representó Leonardo “Tapera” Avendaño, que en la interna sacó unos 10.000 votos, bancó a la fórmula ganadora de la interna e incluso cosechó más adhesiones, porque fue evidente cómo se desintegró lo que supo lograr el Partido Humanista K (es evidente que buena parte de esos votos se inclinó por la boleta encabezada por Ariel Rauschenberger).
Para ello, a Verna también le salió bien el proceso de radicalización de su discurso, que abandonó la onda de acuerdo o respeto institucional con el macrismo para pararse en la vereda de enfrente con una oposición por momentos furiosa.
- Hubo intendentes, y en ese marco se destacaron también los que formaron parte de Compromiso Peronista, que pisaron fuerte en rodeo propio y le sumaron al peronismo. Desde el alguna vez ultrajorgista Jorge Rojas -de Toay- hasta el invicto Jorge Cabak -de Macachín- sumaron voto a voto para la victoria, pasando especialmente por Abel Abeldaño en 25 de Mayo, Julio “Tato” González en Castex y Ricardo Delfino en Catriló, como ejemplos más evidentes.
Los puntos fuertes de Cambiemos
Más allá de los resultados generales en la provincia, Cambiemos hizo pata ancha en General Acha, de donde es originaria la diputada provincial Adriana Leher, y sumó en localidades donde tiene especial incidencia la economía agropecuaria: en ciertos sectores pegó fuerte la polémica que se instaló respecto de la cantidad de mano de obra que genera o no “el campo”.
Es probable que a partir de ahí se hayan afirmado simpatías en Intendente Alvear, Quemú Quemú, Realicó, Guatraché, o San Martín.
De todos modos, las victorias en esos espacios fueron más exiguas que lo esperado.
Lo que la elección derribó también es la interpretación -casi un mito- de que los votos siempre se manejan según el “aparato”, o las indicaciones dirigenciales: tras el desempeño en las PASO no faltó alguna consideración respecto de que algunos precandidatos de Cambiemos habían gozado del favor dirigencial de dirigentes del PJ para enrarecer el clima electoral. Se suponía, en esa tesis, que Cambiemos no sostendría su caudal en las generales. Esa teoría se derribó.
Lo que viene
La elección de este domingo fue, desde ya, mucho más que una puja por tres bancas nacionales. Instala ánimos hacia 2019 y deja demostraciones concretas: el peronismo, que gobierna la provincia desde el regreso de la democracia, ahora la tiene difícil.
Aunque el radicalismo salió golpeado porque su arreglo con el PRO lo dejó algo desdibujado doctrinariamente y ahora le saca de las manos espacios políticos concretos con recursos importantes atados a ellos, la elección también puso en duda que el “Colo” y el aparato macrista nacional sean infalibes.
Con los votos frescos, ya hubo dirigentes radicales que dijeron que aspiran a que el candidato a gobernador de 2019 sea un referente de la UCR. Daniel Kroneberger, que es número puesto para dar esa pelea, fue uno de los que alzó la voz en ese sentido. Lo mismo advirtió el diputado Martín Berhongaray.
Lo que también deja en claro la paridad es que ahora el PJ tiene un conglomerado opositor que le hace frente mano a mano. Aunque hubo otros momentos de paridad del peronismo con fuerzas opositoras: hasta el propio Verna, siendo candidato él mismo, ganó con lo justo en en su momento.
En la Legislativa de 2013, Fernández Mendía le ganó a Torroba en lo que fue casi un “empate”: ese comicio es demostración de que en política pasa mucha agua debajo del puente en poco tiempo. Los dos dirigentes parecen ahora lejos del escenario principal, sin espacios, con pocos votos, sin estructura ni presupuesto.
Pero la historia también enseña que en estas lides, “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”. Eso mismo se habrán reprochado, tal vez, los dirigentes más fanáticos y más chicaneros del macrismo, algunos de los cuales gastaron a cuenta, dieron por hecha su victoria, no imaginaron la remontada peronista y quisieron comer el guiso antes de cazar la liebre.
Comentá la nota