Durante y luego de las PASO, candidato y dirigentes habían volado bajo el radar en las redes. Sin embargo, con la mira puesta en octubre, la beligerencia entre fuerzas comenzó a cobrar intensidad. Medidas, achaques y chicanas.
El comienzo de la campaña hacias las primarias fue a puro condimento y cañonazo. Con acusaciones cruzadas por víctimas fatales, obras y otros pases de factura, el tono parecía conducir a una compulsa de gran intensidad. Sin embargo, el tono duró apenas unos días y el camino hacia el 13 de agosto pasó a ser más de sombras que de marquesinas. El escaso interés mostrado en las calles, luego reflejado en la abstención, generó un consenso dentro de la política: no había clima electoral.
El cimbronazo de las PASO -por positivo o adverso, según el caso-, provocó tres semanas carcterizados más por el silencio que por la confrontación entre los competidores locales. No obstante, a partir del conflicto desatado por las polémicas en torno al área de Cultura, reavivaron un fuego que las primeras horas de campaña formal abanicaron para engrandecer la llama.
El territorio digital, dónde la gran mayoría del electorado abreva y se nutre, volvió al centro de la escena en el comienzo del camino hacia octubre. Reclamos entre jurisdicción, chicanas y debates de concejales, funcionarios y dirigentes.
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