Los habitantes de Jujuy se preparan para celebrar el sábado el Día de los Fieles Difuntos, cuando según la tradición popular, las almas retornan a la tierra para visitar a sus seres queridos.
En los puestos callejeros cercanos a la terminal de ómnibus ya se venden las denominadas ofrendas o “turcos” en la Puna, que son figuras de pan con forma de angelitos y las tradicionales escaleras que “ayudan a bajar y retornar al cielo”.
No falta las figuras de estrellas o del sol, todo elaborado con harina, agua y sal, figuras de palomas, que se colocan en una mesa como los desean cada uno de los creyentes, y en las que abundan las confituras.
Los panes dulces, empanadillas con dulce de cayote, postres con frutillas, el fruto de la época, bollos caseros y tortas, van adornando las mesas familiares, que se venden en los puestos callejeros.
A pesar del calor, se venden turrones de miel de caña, pochoclos o palomitas de maíz pisingallo, los coloridos merengues y para el sábado se cocinan los platos que más le gustaban al ser querido fallecido.
También se ofrecerán los asados de vacuno, de cabra u oveja, sobre una mesa con una variada disposición, vino, cerveza y para los más tradicionalistas la chicha de maíz, la bebida sagrada de los incas, o de maní.
Así estará la mesa adornada en la noche de mañana, cuando lleguen las almas cansadas del largo recorrido y puedan mitigar su hambre y sed.
El sábado las familias acudirán al cementerio a llevar flores a sus muertos, luego de pasar por la feria donde se venden calas, clavelitos tilcareños, azucenas, siemprevivas, lágrimas, alverjillas, bocas de conejo y crisantemos, entre otras variedades.
Tras el retorno del cementerio habrá brindis por los que ya no están, los parientes, vecinos y amigos del difunto comerán lo preparado y se obsequiarán las ofrendas.
En algunas casas, los instrumentos musicales, guitarras, bombos, charangos y quenas sonarán para hacerle escuchar a las almas de los difuntos la música que le gustaba para divertirse en una jornada de tradición muy especial.
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