El chapista y mecánico Rubén Recalde (54) fue detenido en 2014 por dos asesinatos que conmovieron a la ciudad de Junín. La fiscal Vanina Lisazo terminó imputándole los homicidios de Paola Tomé (38) y de Sandra Colo (43), por los que comenzará a ser juzgado hoy. Pero los investigadores creen que hubo más casos: “Estoy convencida de que es un asesino serial, de que fue el autor de al menos un tercer crimen que tuvo características similares a los dos hechos que llegaron a juicio”, le dijo la fiscal a Clarín.

Paola Tomé fue asesinada el 16 de enero de 2014. Según la acusación, el chapista entró alrededor de las cinco de la tarde al negocio en el que trabajaba la mujer, un local de venta de ropa para chicos de la zona céntrica de Junín. Simuló ser un cliente y le pidió a la mujer que le mostrara ropa. Un rato después, la amenazó y la obligó a subir al entrepiso del lugar. Le dio un brutal golpe en la cabeza, la tiró al suelo y la amordazó con un repasador.

Mientras seguía pegándole, le bajó los pantalones e intentó violarla. Al darse cuenta de que Paola todavía estaba viva, el chapista se paró sobre los brazos de ella y la estranguló con un pañuelo negro. Antes de escapar del negocio, el homicida abrió la caja registradora y se llevó sólo las monedas que había. Luego cerró la puerta con llave y desapareció. El crimen fue descubierto recién un día después por la hermana de la víctima.

La aparición de una joven que había logrado salvarse de un ataque similar al de Paola fue clave para llegar a Recalde, que fue detenido en su casa el 6 de febrero del año pasado. Lo incriminaron el cotejo genético, imágenes de cámaras de seguridad y las huellas que dejaron sus zapatillas en el lugar. La fiscal Lisazo ya había pedido para entonces el expediente del crimen de Sandra Colo, porque le pareció que había muchas similitudes.

Colo, quien había perdido a su hermana Claudia –asesinada en 2000 en una agencia de seguros– murió asfixiada en la mañana del 16 de agosto de 2012 mientras trabajaba en “Abracadabra”, un salón de fiestas infantiles. Al igual que en el caso Tomé, un hombre entró a robar haciéndose pasar por un cliente y cuando Sandra intentó resistirse, fue atacada a trompadas y a golpes. El homicida le partió la mandíbula, la desmayó y la arrastró hasta la cocina, donde la estranguló usando dos sogas entrelazadas.

Paola y Sandra eran solteras, de baja estatura, no tenían hijos, fueron asesinadas por ahorcamiento y ambos crímenes ocurrieron un día 16. La fecha parecía tener algún condimento ritual, pero la fiscal descartó esta hipótesis.

Al igual que en el crimen de Tomé, en el caso de Colo el cotejo genético fue concluyente. Los peritos compararon sangre que había sido levantada en el pelotero con la de Recalde y todo coincidió.

Los investigadores están seguros de que el mecánico pudo haber protagonizado otros casos. Por eso siguen rastreando hechos que tengan algunos detalles particulares: robos protagonizados por alguien con un “marcado perfil sexual reprimido”, que tenga como víctimas a mujeres solas, con “preferencia de negocios o lugares de atención al público con temática infantil”.

Lisazo considera que el asesino tuvo un patrón de conducta y que tanto Paola como Sandra fueron “elegidas” previamente para matarlas. También sospecha que Recalde asesinó a otra joven en 1999, pero en ese caso no hay ADN. “El llegó a Junín en 1998, después de cumplir condena por robo y violación en Mendoza. El homicidio de 1999 ocurrió en una casa cercana a la del chapista y tuvo muchas coincidencias con las de Colo y Tomé”, concluyó.

Durante las audiencias de hoy, el miércoles y el lunes 29 pasarán unos 50 testigos ante el tribunal integrado por los jueces Karina Piegari, Esteban Melilli y Miguel Angel Vilaseca. Recalde está imputado de doble “homicidio criminis causa” (matar para ocultar otro delito).