Sobre el adelantamiento, Macri elige el silencio y Peña y Frigerio optan por el no. Dicen que la posibilidad de adelantar le conviene más a Rodriguez Larreta que a María Eugenia Vidal.
Plan de máxima, repetir el 2015 pero no el 2016
El tono de la conversación en la cúpula pasa por consignas de este tipo: 1) hay que repetir el 2015; no da para más, o sea precipitar un ballotage con lo que se tiene y tratar de ampliar la diferencia de ese año, que superó apenas el 2 % de los votos. ¿Se logra eso en los 29 días que hay entre la primera y la segunda vuelta? Mejor ir preparándolo desde ahora, buscando alianzas para un eventual gobierno, que supongan un loteo de ministerios comprometido por adelantado. Aquí se separan las aguas entre los puros y los heterodoxos, los que quieren cerrar las compuertas, más cerca del marcopeñismo de la mesa chica, y los aperturistas. 2) Lo que no hay que repetir es el 2016. Esta vez quizás convenga cerrar filas en torno a un acuerdo que permita hacer lo que no se pudo: reforma previsional y reforma laboral. Lo ofrecieron Ernesto Sanz y Miguel Pichetto a Olivos, apenas asumió Cambiemos, pero aquella vez lo rechazaron. Un acuerdo de ese tipo es lo único que, en la lógica del gobierno, puede asegurar las condiciones de recuperación para un país que tendrá algo parecido al déficit cero (si no se cuentan las retenciones con plazo fijo, la suspensión de la actualización de balances por inflación y los intereses de la deuda, que suman algo así como 4,5/5% del PBI) y todas las provincias menos, una, con superávit fiscal.
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Para simplificar del todo: al gobierno le preocupa más el 2020 que el 2019, que ya está jugado. Con esa música bailan las encuestas y las carpetas que intercambian los responsables de acercarle a Macri alguna solución que le aclare el futuro. Al final, la política es una mezcla de simplificación, fatalismo y manipulación del otro. La gestión, que justifica la existencia de la política, es algo secundario porque lo primero es lo primero: la gobernabilidad, tener poder, conservarlo, nunca perderlo. Eso explica los extremos de optimismo que gana en los cuarteles a medida que se acercan las elecciones, y que quienes gobiernan actúen como si ya hubieran ganado. De otra forma, apenas estarían ocupándose de hacer las maletas.
Candidaturas pueden mover el banco en el Gabinete
Las vacaciones no terminan de terminar, y alientan foros informales que permiten una mirada de ventiluz sobre lo que ocultan los políticos. Uno de ellos es la eventualidad de movimientos en el tinglado oficial. Para los armadores de la campaña de Cambiemos en Buenos Aires, ya es un hecho que el ministro de Educación Alejandro Finocchiaro irá a pelear la intendencia de La Matanza. Allí resisten emblemas del peronismo pre y pos cristinista como Fernando Espinoza y Verónica Magario. La salida del ministro puede disparar uno de los proyectos más viejos del gobierno, que el ministro renuncie para hacer campaña y deje la plaza libre para el regreso de Esteban Bullrich. Figuraba en los papeles de 2017, y hay que ver el grado de humedad que tienen.
Si Bullrich deja el Senado, asciende en su reemplazo José Torello, apoderado del Pro y jefe de asesores de la presidencia. Para él no es poca cosa, porque siempre ha querido ser senador suplente, es decir ascender al cargo que ocupó su abuelo, que también fue ministro de Obras Públicas de Hipólito Yrigoyen. Torello quiso antes ser senador suplente de la lista de la Capital en 2013 - Michetti-Santilli. Se enojó cuando Federico Pinedo aceptó ser el suplente ante un pedido de Michetti. Ahora Torello es suplente en otro distrito, Buenos Aires. Tuvo un tropiezo cuando anotó la candidatura -- una cuestión de domicilio que logró emparchar en la Justicia electoral--. De ese episodio vienen las explicaciones sobre su preferencia por uno de los candidatos a la Cámara Electoral, aunque aquel entuerto se arregló en una instancia anterior. Lo resolvió el juzgado electoral de La Plata. Macri siempre dijo que Bullrich era el mejor ministro de Educación del mundo. Puede darse el gusto en los meses que le quedan y, si reelige, prolongarlo con el complemento de tenerlo a Torello en el Senado.
Que se desdoble pero no se rompa
Estos pergeños suponen que hay vida después del 10 de diciembre, y sobre eso rezan las discusiones de mesa de arena. Para llegar al objetivo, se siguen discutiendo los beneficios y los daños de juguetear con el calendario electoral. Los intentos de desdoblar se explican en casa caso por circunstancias locales. En lugares como Jujuy o Mendoza adelantar las elecciones provinciales les permite a los gobernadores a ir en alianzas con fuerzas que jamás se aliarían en el orden nacional con una candidatura de Macri. Por ejemplo, en Mendoza el massismo integra la coalición local, pero no la nacional y si las elecciones son en la misma fecha, ese acuerdo, del cual forman parte Libres del Sur y otros grupos, estallaría. Tampoco nadie aporta mucho para una solución en los grandes distritos, Capital y Buenos Aires - porque Santa Fe y Córdoba ya desdoblan por ley- . El gobierno juega con las fechas como juega el gato maula con el mísero ratón: el adelantamiento aterra al peronismo, que no sale del estado gaseoso pese a tenerla en Buenos Aires a Cristina-la-que-mejor-mide. Pero cuando se reúnen, Marcos Peña y Rogelio Frigerio se miran a los ojos y se preguntan: ¿estás seguro de que conviene desdoblar en Buenos Aires o Capital? No, ¿y vos? Yo tampoco. ¿Y Mauricio? Silencio, como siempre. En realidad, Macri nunca habla de elecciones, por lo menos frente a sus íntimos. “Si habló más de 5 minutos sobre las elecciones en 2015 o en 2017, es mucho”, confiesan los bastoneros más calificados del oficialismo. El que sí habla es Horacio Rodríguez Larreta, a quien le convendría desdoblar más que a la Vidal, pero que respeta los acuerdos de unificación cerrados con Macri en las charlas de La Angostura. Lo miran como el príncipe del acuerdismo y lo llaman “Roberto Carlos”, por aquello del millón de amigos, algunos de los cuales no son vistos con mucho cariño en Olivos.
Los silencios de Macri y Cornejo sobre candidatura judicial
Callar permite márgenes de libertad. Como lo prueba el silencio de estas horas frente la queja de los socios de la UCR por la noticia de que Olivos respalda la candidatura de Hernán Gonçalves Figueiredo, que salió tercero en el concurso, y tiene el apoyo del peronismo, en lugar de Alejandra Lázzaro, que salió primera. El radicalismo pareció en la semana alcanzar una unidad que no mostraba desde hace rato. Pululan las cartas en reclamo de esa designación, y se reabrieron canales cerrados entre los sectores más críticos de Cambiemos - Fredi, Ricardo, Casella - con los moderados más a favor de Cambiemos. Si esto prospera será un servicio que habrá logrado Macri: unir al radicalismo, al que necesita para ir a la reelección. Alfredo Cornejo habló el miércoles con Macri sobre este entuerto. Ninguno revela qué hablaron, pero lastima a los radicales que los argumentos que afloran ahora rozan la condición de mujer de la candidata, en los términos clásicos de la política criolla. Machirulos, les dirían en la Real Academia. Esa vehemencia ha congelado el proceso. Los jefes de los bloques - Luis Naidenhoff y Mario Negri - no firmaron las cartas de protestas, pero eso no va a durar mucho. Los radicales se preguntan: Si no nos hace caso en algo tan claro como es un orden de mérito, ¿qué no harán después con nosotros? Por eso amenazan con rechazar ese pliego en comisión y también, si llega, al recinto. Además, dicen que condicionarán la conducta de los dos delegados en el Consejo de la Magistratura. No habrá más mayoría automática.
Niegan acuerdo para el canje de cargos
Este cargo tiene un valor simbólico porque la cámara Electoral no es, como creen algunos, un tribunal que permite o frena perrerías electorales. Suele ser ecuánime y fallar por unanimidad. El magistrado Santiago Corcuera, que también apoya a Gonçalves, reconoce relaciones mejores con el peronismo. Si Alberto Dalla Vía se jubila, el tribunal puede quedar, en ese imaginario político, en manos del peronismo para los próximos 20 años. ¿Cuándo tendrá el radicalismo otro momento de poder para preservar su gente en el tribunal? Dalla Vía dice que sólo ha pedido los papeles para jubilarse, pero que no se quiere ir. Es probable que haya querido asegurarse un régimen de jubilación mejor, que puede venir en el futuro. ¿Una señal de acuerdo con el peronismo? Puede ser, dice Torello. Pablo Clusellas, otro integrante de la mesa judicial sugiere que habrá anticuerpos al anuncio, y que puede revisarse el anuncio de la mesa judicial. Por de pronto, Garavano, que debe firmar antes, está de vacaciones. No quiere decir mucho porque con la firma electrónica te hacen pelo y barba por internet. Del otro lado Pichetto insiste: “Nadie habló conmigo por esa persona y no tengo acuerdo alguno”. Rodolfo Urtubey, que preside la comisión de acuerdos, confía en la suerte de Gonçalves, pero niega que haya un plan canje, por ejemplo, a cambio de la candidatura de Inés Weinberg a la procuración. Pichetto insiste en que el pliego de ella no salga en comisión, para no llevarla a recinto y votarle al Presidente en contra.
La clave es encontrar una solución sin heridos
En este punto Macri tendrá que evaluar si por esto le conviene arriesgarse a otra pelea con sus socios del radicalismo, justo cuando la Convención nacional tiene que sesionar para ratificar o no su permanencia en Cambiemos. En 2015 hubo por eso una pelea en Gualeguaychú que terminó en una votación, que atornilló la alianza con Macri. ¿Tan fácil la tiene el presidente para juguetear con esto? Cornejo puede ir a la Convención con algunas cuentas pendientes, pero nunca sin haber resuelto este tema que hoy unifica a los radicales. El conflicto está en un punto difícil. No debió dejar Macri que esto se anunciase, cuando en aquel super domingo de Olivos, adonde los radicales estuvieron a punto de imponer ministros en el gabinete, el presidente escuchó el pedido por la Cámara Electoral. “No se va a decidir sin consultarlo con ustedes”. No pasó. Pero tampoco conviene a los socios alzarse de manos contra Macri, a quien debe darle alguna posibilidad de no quedar reculando en su autoridad. Una ley de la política dice: nunca obligues a tu adversario a defenderse. Miran además todos a Elisa Carrió, que le anunció a Macri en Olivos un envión sobre Ricardo Lorenzetti en la Corte y en favor de la defensa de la mujer, aprovechando las quejas de Elena Highton sobre algún maltrato por su condición. Tiene que ver con el cupo de la mujer en la Justicia. Lo mejor está por venir.
La pelea de fondo es por el control de los jueces
Quienes miran esta película desde el pullman (a distancia, por así decir) entienden que es otro capítulo de la pelea entre los políticos por el manejo de la Justicia. El gobierno ha avanzado en las designaciones de nuevos jueces como nunca lo hizo antes ninguna administración. Fue gracias a acuerdos hacia adentro, en el Consejo de la Magistratura con los radicales, y hacia afuera, con los peronistas en el Senado. Dentro de la coalición esto enfrentó a la mesa judicial - tanto quienes manejan cerca de Macri estos temas (Torello, Clusellas, Garavano) como los que lo hacen más lejos, pero con más poder (Fabián Rodríguez Simón, Daniel Angelici, que tienen el teléfono rojo con el presidente) - con los radicales-. Avanzaron sobre los personeros del partido en la Justicia y los han desplazado de a poco, como para que no se note. Primero enfriaron la relación con Ernesto Sanz -responsable de la mesa judicial durante la campaña, y nonato ministro de Justicia- y Ricardo Gil Lavedra -comisario del programa Justicia 20-20. Después le sacaron el banquito a Mario Negri, que quedó afuera del Consejo de la Magistratura. Mirado sin pasión partidaria, este proceso está anclado en la más pura pelea de poder entre un Pro cuya existencia depende de Macri, y unos socios como la UCR y Carrió que preexisten a Cambiemos y que lo sobrevivirán. Por eso tienen una mirada más de largo plazo que los inquilinos de Olivos. Ahora viene este round con final abierto que le dará nervio a la última semana de enero.
Por ahora Cornejo guarda silencio sobre lo que habló el jueves con Macri, porque la crisis es más grande de lo que reconocen las partes. No por la importancia del cargo sino por el significado político de los agravios. Llegó a Mendoza el viernes, después de un cabildeo más que discreto con Juan Schiaretti en Madrid. Compartieron la feria turística Fitur y aprovecharon para medir posiciones. Los dos peregrinaron a Puerta de Hierro, que es como llaman a la residencia de Ramón Puerta, embajador argentino. En esas charlas, el cordobés dejó en claro que su proyecto es repetir como gobernador, y que no ensayará por ahora ningún movimiento hacia la presidencia.
“Con José Manuel teníamos todo arreglado”, confesó ante pocos, sobre la muerte de De la Sota. “Me dijo, sos el gobernador, elegí vos, si querés repetir o ir de candidato a presidente”. Eligió, pero se quedó sin presidente por la muerte trágica del “Gallego”. Se juramenta a que, si gana la gobernación, no se anotará a la presidencia, aunque es el hombre con más poder y con más distrito de todo el peronismo alternativo. Esta fuerza, además, está digiriendo el efecto Lavagna, que suma adeptos en todos los sectores de peronismo no K. Ante eso empalidece el entusiasmo de un Sergio Massa, que lo consideraba un empleado, o de Juan Manuel Urtubey. Crecen cuando ven que hay radicales anti-Macri que se podrían prender en ésta. Depende de cuánto peronismo cargue Lavagna, que suma tres creencias: que es peronista, que es radical, y que salvó al país con Duhalde en 2002. No importa, a esta altura de los acontecimientos, si es cierto o no. Basta con que los demás lo crean.
El amigo mendocino
De esa estadía madrileña quedan los preparativos para la venida al país del rey Felipe VI en los últimos días de marzo para el Congreso de la Lengua. También para una visita de dos días a Macri de las que llaman “de estado”, con cenas, marchas, sesiones legislativas y mucho incienso. Algunos acuerdos chicos habrá, y se hablan en silencio. En estas horas el gurú del radicalismo Jesús Rodríguez, comparte con el premier Pedro Sánchez un congreso de los socialistas en República Dominicana. En lo anecdótico, retenemos el descubrimiento de Cornejo de que el padre del canciller español, Josep Borrell, es... mendocino. El abuelo del funcionario emigró a la Argentina, y se dedicó al negocio de la panadería. Su hijo, nacido en esa provincia, volvió a España a pelear con los republicanos en la Guerra Civil. Le costó años de cárcel. Cornejo quiere que Borrell, que viene al país con el rey, visite Mendoza. Pidió verlo, pero lo atendió la esposa del canciller, Cristina Narbona, que ejerce la presidencia el PSOE. Lo recibió junto al embajador Puerta en “Ferraz”, que es como llaman los españoles a la sede del partido, en la calle de Ferraz, 70, en el barrio de Argüelles, lo más cuco de Madrid. Dejó la invitación y compartió diálogo sobre política de aguas. Narbona fue ministra de Medio Ambiente de Rodríguez Zapatero. Sabe de política hídrica, una expertise de mendocinos.
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