Un viejo proverbio afirma que “no es oro todo lo que reluce”. En la política argentina tal vez nunca se haya ajustado tanto a la realidad como en el presente. Por eso, entre operaciones de prensa, ventas de humo y cierta miopía de los analistas, cada día el tablero político parece variar de manera decisiva.
Suelto de lengua, Urtubey dijo que quiere ser el vice de Massa.Suelto de lengua, Urtubey dijo que quiere ser el vice de Massa.Suelto de lengua, Urtubey dijo que quiere ser el vice de Massa.
Pero esas variaciones están muy lejos de ser definitivas, y a menudo no son mucho más que el producto del interés o del voluntarismo.
Durante los últimos meses, la ruptura con el Frente Renovador de varios referentes destacados como Felipe Solá y Daniel Arroyo, otros de una segunda línea como Facundo Moyano o Fernando Asencio –continuando la sangría iniciada bastante antes por Alberto Fernández-, proclamando que la unidad con Cristina era el único camino posible para vencer a Cambiemos del gobierno en las próximas elecciones nacionales, llevó a muchos analistas y referentes políticos a declarar que la estrella de Sergio Massa había entrado en su cuarto menguante definitivo.
Sin embargo, pese a esas fugas, la candidatura del jefe del Frente Renovador fue la que experimentó un mayor crecimiento en las últimas semanas, sacando una luz de distancia sobre sus competidores dentro del espacio del peronismo federal o, tal como parece que terminará llamándose ese frente, Alternativa Federal. Y no sólo eso, ya que Massa ha conseguido cerrar acuerdos muy interesantes con la gobernadora María Eugenia Vidal, en el marco de la negociación del presupuesto y de la capacidad de endeudamiento provincial, que le proveen de espacios estratégicos en la provincia, sino que también tiene prácticamente cerrado el acuerdo con el gobernador Miguel Lifschitz para su incorporación a Alternativa Federal, y acaba de lanzar la candidatura del diputado nacional Alejandro Grandinetti a la gobernación rosarina con el aval del senador Omar Perotti, con posibilidades concretas de éxito.
Mientras tanto, el adversario más encumbrado de Massa por la candidatura presidencial dentro del Alternativa Federal, el salteño Juan Manuel Urtubey, desarrolló esta semana un periplo muy ajetreado por la provincia de Buenos Aires. La estrategia de Urtubey, según reconocen su equipo de campaña, consiste en avanzar de la periferia hacia el centro, y allí se destaca su interés por conseguir hacer pié en la definitoria provincia de Buenos Aires, empresa en la que, hasta ahora, no ha contabilizado avances significativos.
Tras su visita a la Ciudad de La Plata, algunos medios locales decretaron la defunción de la candidatura presidencial de Urtubey, tomando como un sincericidio una sorpresiva definición: “Quiero ser el vicepresidente de Massa”, para ensayar luego largas consideraciones sobre el estancamiento de sus números, y que habría pretendido, sin éxito, ser recibido por la gobernadora Vidal. Esa lectura es bastante reduccionista y sesgada, por diversos motivos. En principio, Urtubeyse paseó por La Plata de la mano del intendente Juan Garro, recorriendo emprendimientos productivos, para finalmente cerrar su recorrida en la República de los Niños, donde selló un convenio para que los niños salteños puedan ir a visitarla. Horas después, cuando el gobernador se había retirado, Garro reunió a la tropa y, haciendo sonar los acordes de la marcha peronista cantada por Hugo del Carril, lanzó su candidatura a la reelección. Salvo que Garro quisiera suicidarse políticamente, es difícil creer que alguien pueda dar un paso de esa relevancia en compañía de un desahuciado.
Urtubey continuó su recorrido por Lomas de Zamora, donde participó de una cena con la presidente del Club Banfield y de varios políticos locales de relevancia, y aunque avaló la visita se excusó de participar Martín Insaurralde, inmerso en una dura puja dentro del espectro de los intendentes bonaerenses. Pero, lo más significativo de todo el recorrido del salteño se concretó el día viernes, cuando participó del relanzamiento de la fundación Concordia, del ministro provincial y ex intendente de San Miguel, Joaquín de la Torre, que funcionó en su momento como un think thank del massismo. El evento contó además con la presencia de más de la mitad del gabinete de la gobernadora María Eugenia Vidal: Santiago López Medrano (Desarrollo Social), Javier Tizado (Producción), Marcelo Villegas (Trabajo), Leonardo Sarquís (Agroindustria), Gabriel Sánchez Zinny (Educación) y Hernán Lacunza (Economía). Como puede apreciarse, la gobernadora Vidalmantiene una excelente relación con los dos presidenciables principales de Alternativa Federal: Urtubey –a quien, no hace mucho, visitó en la provincia de Salta- y Sergio Massa.
¿Por qué razón tantos analistas y políticos han proclamado, tan erróneamente, la defunción de dos candidaturas presidenciales que demuestran su vitalidad? ¿Por qué el empecinamiento en torpedear una tercera opción electoral?
Tal como es sabido, la polarización es el negocio de Mauricio Macri y de Cristina, de la que han sacado jugosos beneficios en los años anteriores. Siguiendo la recomendación de Durán Barba, el gobierno se encargó de difundir, en las últimas semanas, encuestas que mostraban un importante crecimiento de la intención de voto de Cristina Fernández de Kirchner, y subían su techo a punto de superar al propio Macri en una eventual segunda vuelta. El objetivo del gobierno nacional no era otro que generar un reavivamiento del terror a CFK, para así tratar de levantar artificialmente los números de un presidente en caída libre.
Del lado del cristinismo se celebró la iniciativa, encargándose a sus propios encuestadores la elaboración de encuestas que confirmaran los guarismos gubernamentales. Así, la mayoría de los medios salieron a proclamar a coro que la polarización seguía viva y que la alternativa del medio no tendría mayores posibilidades en 2019.
Sin embargo, desde esa tercera opción la mirada es muy divergente. Los números con los que cuentan aseveran que la sumatoria de los porcentajes de todos sus candidatos –Massa, Urtubey, Lavagna, Pichetto, etcétera- ya estaría tocando el 20 por ciento. Con 25 puntos aspiran a pasar a una segunda vuelta electoral, y esto los decidió a realizar un lanzamiento oficial del espacio el próximo 19 de diciembre en Costa Salguero. No será lo único. El lunes 10, Sergio Massa lanzará en un encuentro cerrado en San Martín la mesa digital del Frente Renovador, para avanzar con la estrategia de campaña 2.0, con la participación de 2 mil dirigentes de su espacio. Y el lunes siguiente, el 17 –dos días antes de la presentación de Alternativa Federal- se producirá el enroque en la presidencia del PJ bonaerense en la UMET. Allí el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, asumirá la jefatura, y Gustavo Menéndez pasará a desempeñarse como vice. Como es sabido, Gray es Insaurralde. Toda una definición de caras a un intenso año electoral.
La sucesión de hechos significativos no debe invisibilizar la estrategia de fondo del peronismo no cristinista: conseguir disociar la mayoría de las elecciones provinciales posibles de las nacionales, y luego, con los gobernadores peronistas y socialistas –y quizá también María Eugenia Vidal-, salir a discutir candidaturas provinciales y la configuración de un frente federal, para competir con Macri y Cristina con boleta corta, desprovistas de las candidaturas de gobernadores e intendentes, para las elecciones presidenciales. Al respecto, no debe olvidarse que, a diferencia del exclusivismo de Cambiemos nacional, la gestión de la gobernadora Vidal siempre apeló a fortalecer su pata peronista y que el gobernador Urtubey declaró, en más de una oportunidad, que más importante que construir un frente electoral es componer una especie de gran acuerdo nacional a partir del 10 de diciembre de 2019, con alguno de los referentes de Alternativa Federal en la presidencia.
Mientras otros discuten nombres, la Alternativa Federal parece privilegiar un programa común y una fórmula de gobernabilidad para tratar de sacar al país del pozo en que se encuentra apresado –salvo algunos breves períodos- desde 1976. ¿Quién sería el candidato? El que mida más, o el que se imponga en una interna. ¿Con Cristina o sin ella? Para Urtubey, incluirla en una alianza sería una estafa al pueblo argentino. Para Massa, una opción no descartable, siempre y cuando resigne sus pretensiones presidenciales.
Aún falta una eternidad para que los interrogantes comiencen a responderse. Pero, tal como advierte otro sabio proverbio, “en política los cadáveres se cuentan cuando están fríos”. La mayoría de los analistas, llamativamente, parecen ignorarlo.
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