El riojano y la ministra de Seguridad sumaron a radicales de aliados, con promesas electorales. Sin plata, dicen. Los vetos presidenciales, blindados.
or Mauricio Cantando
Javier Milei tuvo este miércoles su mayor victoria legislativa con la aceptación del veto a la reforma previsional, para lo que fue necesario el aporte de radicales que se calzaron el traje de aliado. Los nuevos aliados llegaron a partir de gestiones de Martín Menem y Patricia Bullrich.
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El aporte de este sector del partido centenario fue crucial y será determinante para el devenir legislativo de la administración de La Libertad Avanza (LLA): con los 87 votos de este miércoles, que evitaron que el Congreso insistiera con la reforma previsional, quedarán blindados todos los vetos presidenciales. El proyecto para aumentar las jubilaciones era, sin dudas, el más sensible.
El próximo rechazo presidencial sería sobre la ley de presupuesto universitario. Con esta demostración de fuerza, tal vez la oposición pierda motivación para avanzar con leyes que no le gustan a Milei. Ese es el verdadero triunfo de este miércoles.
En las oficinas del Congreso definían el resultado como una victoria de la “mesa política”, que se inauguró hace una semana y completan, además de Menem y Bullrich, Santiago Caputo, Lule Menem, Karina Milei y Guillermo Francos, quien tiene como mano derecha a Lisandro Catalán.
Pero lo cierto es que los conversos radicales, decisivos para el triunfo del Gobierno, se pintaron de violeta por las pacientes gestiones de Bullrich y de Menem, quien junto a Lule Menem y El Jefe trabajan en la construcción del sello de La Libertad Avanza para armar a su gusto las listas legislativas de 2025.
La moneda de cambio con este sector radical es la promesa de formar parte de nóminas en provincias donde, por tradición, las fuerzas políticas de todos los colores se unen contra el peronismo y el partido de gobierno. Esa alianza empezó a gestarse esta semana. Milei no podía pedir más: consiguió votos sin poner plata, dicen.
Las alianzas de Martín Menem
Como explicó Letra P, la lista de los radicales violetas estaba en el despacho de Menem desde julio, cuando esperaban la votación para aceptar el veto a la reforma previsional. El plan original era rechazar el veto en agosto, pero la demora en el Senado postergó los tiempos.
La nómina original tenía a la santacruceña Roxana Reyes, quien finalmente este miércoles ayudó con su ausencia en la votación; y al catamarqueño Francisco Monti, que prefirió avalar la ley previsional, aunque se diferenció de sus pares cuando aplaudió a rabiar al tucumano Mariano Campero, el líder de los radicales violetas.
La selfie de Mariano Campero luego de la reunión del lunes en la Casa Rosada.
Campero cerró su pase al oficialismo con Bullrich, quien el año pasado, cuando era candidata presidencial de Juntos por el Cambio, lo ubicó primero en la lista de Diputado. Ayudó en la gestión su entonces compañero de fórmula, el actual ministro de Defensa, Luis Petri.
Con la titular de Seguridad al teléfono, el tucumano trabajó en la búsqueda de radicales-libertarios qy armó la reunión en la Casa Rosada, originalmente prevista para la semana pasada. Según supo Letra P, Mauricio Macri estaba al tanto y trató que se diluyera, a partir de diálogos con las autoridades de la UCR. No lo logró.
El neuquino Pablo Cervi, otro de los que se sentó en la mesa de Milei, ya había avisado que salía de Evolución, la línea de Martín Lousteau, y encontró en LLA una posible continuidad a su carrera política. El año que viene Neuquén elige senadores y Cervi puede buscar un triunfo aliado al actual oficialismo.
El juego local
El misionero Martín Arjol y el cordobés Luis Picat, también cercano a Bullrich, vislumbran alianzas con la Libertad Avanza para enfrenar a partidos locales que gobiernan sus provincias, en las que Milei tiene buena imagen y pocos candidatos.
El otro asistente a la cumbre de la Casa Rosada fue José Federico Tournier, un liberal aliado al gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés. En la reunión, Milei habló largo y tendido sobre economía y se fascinó con la experiencia empresaria de Cervi y Picat. Al neuquino le garantizó que la Argentina no saldrá del Mercosur, pero pedirá acuerdos de libre comercio con otros bloques económicos.
Menem logró la primera postal de los conversos el 23 de agosto, cuando viajó a Córdoba para mostrarse con Picat y la diputada Soledad Carrizo, quien también evalúa en aceptar el veto. Con las cartas echadas, prefirió no exponerse, pero juega cerca de los aliados.
El gran desafío del Gobierno era que algún radical diera el primer paso hacia Las fuerzas del cielo y Campero tomó las riendas: anticipó en la reunión de bloque del martes pasado que iba a aceptar el veto y este miércoles lo hizo público en el recinto.
Cuando el radical se confesó ante sus pares, la sesión no estaba citada. El jefe de su bloque, Rodrigo De Loredo, la convocó por presión de su grupo crítico, liderado por Fernando Carbajal, que quiso apurar a los violetas y sólo logró que se pintaran la cara.
Campero le avisó el martes a De Loredo que iría a la Casa Rosada: ambos discutieron. El cordobés le recomendó no exhibirse y el tucumano le explicó que eso era lo que buscaba. Además, el exintendente de Yerba Buena le recriminó a su jefe de bancada las votaciones del sector crítico, liderado por Facundo Manes y Carbajal, en la que, por ejemplo, intentaron que Bullrich maneje el banco de datos genéticos.
En la sesión, Campero no tenía previsto hablar, pero lo hizo cuando escuchó al kirchnerista Tomas Ledesma recordarle su apoyo a la reforma previsonal que se estaba por vetar. Campero se defendió a los gritos, defendió a Milei, se ganó los aplausos de los libertarios, los insultos de Unión por la Patria y la indiferencia de sus correligionarios, a excepción de Monti. Era un oficialista más.
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