El jefe de Gabinete cuestiona la construcción política de la ex presidenta. Enojo por el aborto y corte de boleta para todos.
La rebelión federal arrincona al AMBA
No es lo mismo hacer campaña para no perder, que hacer campaña para ganar. Es lo que diferencia el ánimo con el cual oficialismo y oposición se alistan para el 14 de noviembre. En esa planificación hay evidentes batallas internas, en los dos bandos, que aparentan tener final anticipado.
En el oficialismo la confrontación entre territoriales y milicianos es ya irreconciliable. Juan Manzur, más gobernadores, intendentes y el peronismo que busca el centro, aprovechan la bisagra de la derrota de los milicianos del AMBA para adueñarse del futuro. De nuevo el peronismo del interior contra Buenos Aires: como en los años ‘80 contra Cafiero, en los '90 contra Duhalde y después contra Kirchner (2003) y Scioli (2015), le suelta la mano al peronismo del puerto.
Le reprochan que acumula rentas y déficits, pero también autoritarismo y derrotas. En la oposición el radicalismo del interior se perfila -aprovechando también el resultado de las primarias- para ocupar los espacios que les disputa a sus correligionarios del AMBA, en las tres copas que se juegan antes de fin de año: las presidencias de los bloques en Diputados y senadores, y la del partido. Para ellos equivalen a la serie de Copa Argentina, Copa Sudamericana y Conmebol (antes Libertadores de América, que sonaba más lindo).
Encima, amenaza otra batalla del petróleo
Esta dialéctica permea a todos los niveles. El Gobierno enfrenta una nueva batalla del petróleo por el proyecto de nueva ley de hidrocarburos. Las provincias ya se están reuniendo para unificar sus objeciones al proyecto oficial. Le reprochan que es otro intento dela Nación de quedarse con facultades de las provincias, que son por Constitución las dueñas de los recursos. También, de haber sido elaborado a espaldas de los gobernadores, que conocieron el texto que tiene 125 artículos apenas 24 horas antes de su publicidad en el Congreso.
Néstor y Cristina de Kirchner siempre pensaron que el reconocimiento constitucional de la propiedad era un error, aunque ellos la votaron. Los esfuerzos de la Nación han sido, con varias administraciones, para quedarse con el manejo de los recursos y, en todo caso, que la Secretaría de Energía controle la actividad a través de la reglamentación, que maneje área, se apropie de la vigilancia ambiental y de inversiones o que acapare en funcionarios nacionales las comisiones de evaluación de propuestas.
Algo que está también incluido en el proyecto de ley de biocombustible. La política es el territorio del error. Esto de abrir una pelea con las provincias por el petróleo, justo cuando está en discusión la base territorial del Gobierno, es otro error.
Manzur vs. la hegemonía cristinista
El Gobierno reordena filas, pero la música suena fuerte. Manzur ejerce una Jefatura interina del Gabinete, con el objetivo de desplazar la hegemonía cristinista. Tiene una herramienta eficaz para emprenderla, que es el apoyo de los territoriales del peronismo, que acumulan facturas para cobrarles la derrota a los milicianos del AMBA.
Esa jefatura es tan interina como las vacunas Covid -así se las llama, porque no tienen todas las validaciones como para hacerlas obligatorias o venderlas en las farmacias, salvo la Pfizer en los EE.UU.-. La validación saldrá de las urnas del 14 de noviembre. Si el resultado se repite sin mayores cambios, la puja será terminal. Manzur cree, y se lo ha escuchado cuando habla en confianza, que el rumbo que le ha dado al Gobierno la familia Kirchner (madre, hijo y acólitos) es letal para el destino del conjunto en el Gobierno.
Si supieran manejar las cajas que les han dado -se dice en esos concilios manzuristas- habrían montado un sistema político imbatible. Tienen la provincia de Buenos Aires, YPF, Aerolíneas, el Anses, el PAMI, etc. Y pierden una elección como ésta ante una oposición que les regaló competir sin María Eugenia Vidal, jefa del PRO provincial, cuando hace solo dos años les habían ganado por más de 14 puntos.
El entorno de Olivos en problemas
Cristina tomó, oportuna, un seguro contra este reproche. Se enteró de un almuerzo entre Manzur y Alberto Fernández y se adueñó, en menos de 24 horas, de la candidatura del tucumano para la jefatura de Gabinete. Un clavo saca otro clavo. Manzur por Santiago Cafiero, padrino y almohada de los intendentes anti cristinistas de Buenos Aires. Le arrebató a Olivos todo el beneficio que podría rendirle esa designación, en el caso de que el peronismo remonte el resultado de las primarias. Y si se pierde mal, no será ya por ella sino también por Manzur y las decisiones de Alberto. Todos a la cubierta del Titanic, que viene el iceberg.
Le sirvió para fumigar a Olivos de elementos que resisten a la vanguardia iluminada del AMBA, como son los delegados de Víctor Santa María - "Pancho" Meritello, Nicolás Trotta y su valedor en el entorno más íntimo, Gustavo Béliz-. Achicar la influencia de ese peronismo porteño sobre el Presidente replica viejos gestos de Cristina, que lo indultó a Béliz después de una década de persecuciones. Han vuelto al tipo de relación que tuvieron en la era pre-Stiuso. Nadie podrá decir que no intentaron superar prejuicios, ideas y temperamentos contrarios.
Los celestes pasan facturas
Juan Grabois, que es un librepensador -aunque no lo admita- da el diagnóstico más crudo hacia adentro del oficialismo: "Si el Frente de Todos no puede cumplir su contrato electoral del 2019, debe perder y construirse algo nuevo" (reportaje en la revista Perfil). La política es un oficio de timberos y aventureros. Pero los actos políticos tienen su racionalidad.
El ciclo que abre Manzur es un ciclo conservador, celeste, cargado de gestos y convicciones que no hay que descuidar. Lo ilustra, de manera impensada, el sector que puede representar, para dar un nombre, un José Mayans, jefe de la bancada cristinista del Senado y apóstol del anti-abortismo. Sostiene que la fractura del contrato del voto en estas primarias comenzó con el proyecto de despenalización del aborto. Más allá de las posiciones, creen que fue inoportuno, en los mismos términos en que lo consideró la Iglesia. O un Manzur, el hombre que declaró a Tucumán como provincia pro Vida.
En las dos cartas de dos voceros de Bergoglio, "Tucho" Fernández y Oscar Ojea, se criticó al Gobierno por esta iniciativa, el abandono de los pobres por una economía desastrada que maneja exclusivamente el Gobierno, y la jarana de otra despenalización, la del uso de drogas recreativas. ¿Era necesario que la ley de aborto saliese -se quejan- en el Senado un 30 de diciembre, entre Navidad y Año Nuevo? Los celestes lo consideran un agravio inoportuno.
El factor clerical
Queda por demostrar si en el no voto al peronismo en las primarias no obró lo suyo la cadena de mails que hizo la Iglesia en todo el país hasta la capilaridad de las parroquias, y la prédica de los curas villeros, contra los dichos de Alberto sobre la marihuana. Sin esta hipótesis no se termina de explicar el avance celeste de Manzur y Julián Domínguez.
Quienes ven bajo el agua especulan sobre la autoría e intención de ataque sacrílego que sufrió la catedral de San Juan Marón, el santuario de la confesión del nuevo jefe de Gabinete, a quien asignan una militancia clerical en la llamada "derecha maronita". Manzur es hombre de fuertes convicciones religiosas, de la línea ecuménica. Ha querido estar en grandes y discretas cumbres, como el almuerzo que le dio Jorge Taiana, siendo canciller en 2008, al Secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, Monseñor Dominique Mamberti.
Era ministro de Salud, por consejo de Ginés González García a Alberto Fernández, cuando algunas pestes arrinconaron a Graciela Ocaña, y fue valedor de aquel compromiso de Cristina con Juan Pablo II, de que mientras gobernase un Kirchner jamás habría aborto legal en la Argentina. Los pesquisas, por ahora, creen que se trató de un robo común, que tampoco es el primero en esa Iglesia.
Volverán los oscuros cortadores de boletas
El ajuste de cuentas va a ser terminal, porque el manzurismo y los territoriales acumulan testimonios contra los milicianos del AMBA. En el voto municipal de la provincia de Buenos Aires hay una muestra clara del desaire que representan los conductores. En la mayoría de las mesas los candidatos a concejales han sacado entre 10% y 15% más votos que la categoría de diputados nacionales. Y eso que estas PASO han sido apenas un ensayo sin competencia entre partidos.
En la general de noviembre volverán los cortadores seriales de boletas, en distritos que han hecho leyenda en ese procedimiento, como son Berazategui o Ezeiza. Allí los Mussi y los Granados han afirmado una tradición de reparto de la boleta municipal propia, en el mismo servicio postal en el que se incluyen las boletas de otros candidatos de la oposición a categorías superiores. Votame a mí, y para arriba, a quien quieras.
Los intendentes del peronismo son víctimas de un acuerdo entre el cristinismo, el massismo y Cambiemos, para prohibir la reelección de más de 90 intendentes y centenares de concejales para un tercer mandato. El objetivo es producir un recambio generacional y sepultar a los dinosaurios de todos los partidos. En el peronismo, lo que pedía el cristinismo a cambio de votos y apoyos era la presidencia de Maxi Kirchner en el PJ provincial, sin elección y con adelantamiento de fechas.
Este cargo -que Maxi ejerce de facto- está hoy discutido en la Justicia y el promotor de la demanda, el alcalde de Esteban Echeverría, Fernando Gray -vicepresidente del PJ- lleva a la Corte la objeción. Una derrota en noviembre dejará al cristinismo sin plata para pagar ese acuerdo.
Radicales van a una negociación por el partido
En la oposición hubo un frenesí de concilios que funcionaron como las "murmuraciones" a las que se entregan los jesuitas cuando eligen autoridades. Son rondas interminables en las que los radicales honran su estilo de partido horizontal y deliberativo. La reunión de Morales en la casa de Corrientes con los delegados de todo el país, que respaldan su candidatura, hizo una estimación que les da la mayoría por sobre Lousteau. Este mensaje ya les llegó a los radicales del AMBA y la respuesta es: lo vamos a sostener a Martín hasta donde podamos, y después negociamos.
La convivencia entre los radicales no es más sincera que entre los peronistas. Pero tiene un nivel de códigos que les permite una convivencia por encima de los escollos de cada momento, ganen o pierdan elecciones. Se vio en la noche del martes, cuando el Comité Nacional abrió el quincho de la sede partidaria de la calle Alsina, para festejar a los candidatos en las primarias.
Como en el Comité Nacional no hay parrilla, el organizador del encuentro, Nosiglia, arbitró una solución apropiada a estos tiempos. Su mano derecha Alberto Ibáñez, "Tatino", estacionó un food truck en la puerta del Comité y desde allí se alimentó al padrón de los presentes.
Por la noche, chicanas mansas
El ánimo ligero de la noche favoreció las chicanas, como la de Mario Barletta, ganador de la PASO en Santa Fe, a Lousteau: “¿Me vas a saludar?, porque cuando estaba de campaña no me saludabas”. Lousteau apoyó al perdedor Maximiliano Pullaro en una elección que fue una lección al Gobierno. Quien volcó el triunfo de la lista Losada-Barletta fue el candidato a senador en segundo lugar, Dionisio Scarpín, intendente de Avellaneda, ciudad donde tiene sede la firma Vicentin. Su intervención fue uno de los grandes fracasos de la gestión del Gobierno, que les enajenó el voto rural. Scarpín pudo aportar 10 mil votos propios.
Entre los peronistas hay deudas pendientes también aquí. En Olivos se repiten desde hace rato que la fórmula de Vicentin la ideó y la volanteó la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti, lunga manu de Cristina. También sirve para la reflexión de la oposición, porque por el apoyo a Pullaro, Lousteau puede perder los delegados al Comité Nacional de Santa Fe, como arriesgó los de Córdoba por apoyarlo a Rodrigo de Loredo contra Mario Negri.
El riesgo de jugar en las PASO contra los amigos
El objetivo de estas reuniones, como el festejo de radicales y el PRO con sus candidatos en la terraza del Pasaje Rovedano -donde está la peluquería en la que se acicalaba Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires- era coachearlos para la unidad, el punto crítico de las dos coaliciones para las elecciones del 14 de noviembre. Se paga la ausencia de liderazgo unificado, en un turno de medio término que en realidad son 24 elecciones, cada cual con su modalidad propia. El peronismo fue a las primarias con listas únicas en muchos distritos, especialmente en Buenos Aires. Perdió ante una oposición que fomentó las múltiples listas.
Ahora es más fácil para el peronismo movilizar a los votantes para que vuelvan a apoyarlos o que quiebren el abstencionismo. A la oposición, en cambio, le cuesta más movilizar a los votantes de quienes perdieron en las primarias para que apoyen en noviembre a los ganadores. Esta inquietud está en la base de la estrategia de Cambiemos, de haber empleado un estilo confrontativo en la campaña para las PASO y girar ahora, en la campaña para las generales, hacia un discurso blando que amplíe el espectro, y permita capturar el voto de los otros.
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