El precandidato y rival de Sergio Massa en la interna se queja de no tener igualdad de condiciones; asegura que muchos camporistas lo votarán y dice que muchos movimientos sociales “tienen miedo de perder la birome” con su proyecto de salario universal
Jaime Rosemberg
Una escalera mal iluminada en un edificio con paredes algo descascaradas conduce al primer piso, donde funcionan las oficinas de Juan Grabois, en Vicente López, muy cerca de la avenida General Paz. “¡Buenas! Pasen”, dice relajado a LA NACION el dirigente social y precandidato a presidente por Unión por la Patria, encantado con mostrar su improvisado despacho, repleto de fotos con Cristina Kirchner, el Papa Francisco y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, más los retratos de los próceres José de San Martín y Simón Bolívar a sus espaldas. “Acá lo senté a Marc Stanley [el embajador de Estados Unidos], para molestarlo un poco”, dice, divertido y desafiante, y apunta a las fotografías en las que se ve a líderes latinoamericanos como Lula, Néstor Kirchner y Evo Morales, quien le regaló la bufanda que lleva puesta.
“El embajador me dijo que el acuerdo con el FMI había sido estúpido. Y le dije lo que pensaba, subo la vara para que los demás candidatos no sean tan arrastrados”, puntualiza, luego de aclarar que su dominio del inglés le alcanzó para hablar cara a cara el lunes con el jefe de la delegación diplomática estadounidense “y no perder tanto tiempo con la traducción”. Durante la larga hora de conversación con este diario, y sin dejar de lado su estilo irreverente, Grabois se quejará de la “cancha inclinada” que le propone su rival, el ministro Sergio Massa, pero bajará “un cambio” en sus críticas a quien, de todos modos, piensa apoyar si resulta triunfador en las PASO. Deja totalmente a salvo a Cristina Kirchner y afirma que “muchos dirigentes de La Cámpora me van a votar”. Defensor de su independencia a la hora de opinar, sorprende al rescatar a muchos dirigentes macristas, porque “no están los santos de un lado y los réprobos del otro”.
–Hace poco habló de una campaña con la “cancha inclinada”. ¿Es así?
–Es la primera vez que soy candidato, estoy aprendiendo cosas. Se hace trampa con la impresión de boletas, con la cantidad de fiscales que hay que tener, hay una obscena falsificación de los gastos de campaña, las rendiciones hasta ahora no son creíbles. ¿Nosotros gastamos más plata que nuestro rival? Es un chiste…
–¿Se refiere a la campaña actual?
–Si, a la actual, no están los gastos, pero sí la cantidad de plata que entró. Nosotros conseguimos que gente que gana bien ponga el aguinaldo, y otros ponen 100 pesos, juntamos un montón, pero es muy raro. ¿Del otro lado son amigos de todos los empresarios y juntaron menos?
entrevista a Juan GraboisSantiago Filipuzzi - Santiago Filipuzzi
–¿La campaña de Massa, no?
–Sí, digo la de Massa, la de la oposición no sé como es. Hay cancha inclinada porque no tenemos aparato ni plata, no somos amigos de los dueños de los medios. Y cargamos con un estigma de muchos años, muy grande, de... prejuicios. Larreta dijo que iba a hacer desaparecer a los Grabois, raro en Larreta, Bullrich nos puso como representación del causante de la pobreza. Trabajé toda mi vida en el sector privado y soy causante de la pobreza cuando ellos gobernaron durante muchos años. A mí todavía no me tocó gobernar, lo que hice fue tratar de organizar a las víctimas de esta situación, para mejorar las condiciones de los trabajos informales que se fueron inventando. Actuamos sobre una situación que no creamos, pero el estigma ha calado en cierto sector de la sociedad, y también habremos hecho las macanas propias para que algunos no nos quieran.
–Como la toma del campo de los Etchevehere…
–Sí, eso nos jugó en contra políticamente, pero fue un acto de estricta justicia, no fue una toma sino acompañar a Dolores a recuperar algo de lo que le robaron. Están procesados todos por nuestras denuncias y ganamos el juicio, a Dolores le pagan por lo que no le dieron, aunque el juicio está cajoneado. Y Luis Miguel Etchevehere desapareció de la política.
–Habla de censura, pero se lo ve por todos los canales y medios,
–No, no hubo censura, en las últimas semanas se levantó la de Clarín, tuve que hablar con los dueños de los medios para destrabar cosas. No es una práctica buena para la democracia, todos deberían tener libertad para expresarse. No acuerdo con la censura previa, que cada uno diga lo que quiera, pero que esté blanqueado a quien apoya cada medio.
–Ventaja para Massa entonces…
–Claro. A mí no me levantan los actos, aunque sean interesantes. Nos sacaron la lista completa en cinco provincias, con trampa. En Tigre, Malena [Galmarini] va con mi boleta, pero no puedo ir con los diputados de Misiones, donde mi rival tuvo influencia y no se cumplió el acuerdo.
–¿Esto tendrá consecuencias en el día posterior. ¿Seguirá ahí el día después?
–Ya lo dije y lo repito, si vas a una interna en una coalición y después no acompañás, no es una interna sino una estafa. Decidimos ir y tenemos que cumplir con nuestra palabra, y creo que Unión por la Patria, en cualquiera de sus expresiones, es mejor que Juntos por el Cambio. Estamos seguros de que haremos una buena elección, sembramos para el futuro y condicionamos a un sistema político que va hacia posiciones deshumanizantes: toda la discusión es dólar, represiones, ajustes y las cosas básicas, como vivienda, educación y salud, están totalmente fuera de agenda. Nadie dice una sola palabra de los pobres.
–Los mismos movimientos sociales criticaron su propuesta de salario básico universal.
–Es un plan para terminar con la indigencia y resuelve el problema de los piquetes, que se hacen para pedir cupos. Ahí hoy hay arbitrariedad, porque alguien elige quien lo recibe y quién no, y nosotros planteamos la universalización de ese beneficio. Me “río de Janeiro” de esas críticas [se sonríe], no se puede ser tan chanta en la vida, quienes más planes tienen salen a criticar, una cosa de hipocresía lamentable.
–¿Le dan las cuentas?
–Sí, claro. Sería un aumento del 0.9% del presupuesto, habría que sacarle la eximición del pago del impuesto a las Ganancias de los jueces y ya tenés casi todo. Nuestro planteo es una economía plural, con un sector privado eficiente, pujante, rentable, con reglas claras, y un sector público enfocado en la educación, la seguridad, la salud, la nivelación social y las alianzas estratégicas, en la alimentación, las vías marítimas, el litio, todo lo que le interesa a Marc Stanley [se ríe]. Más un sector social que ya es trabajo, lo que le falta son derechos. A algunos no les gusta esa universalización porque pierden la birome, tanto las organizaciones como los intendentes.
–¿Massa tomará esta propuesta de salario básico?
–Lo discutimos, fue hacia fin de año: él me dijo que lo iba a tomar y no lo hizo, tal vez por un tema presupuestario. Me quedé muy enojado, pero logramos el bono, porque Cristina intercedió.
–¿Ya que nombró a Cristina, le hubiera gustado tener una foto con ella, que esté más cerca en la campaña?
–La tengo cerca, mirá esa foto [señala a la pared]. No se lo pedí, no necesito más fotos, la necesitan los que tienen que sobreactuar. Tengo mis coincidencias y disidencias, y me gusta estar en las malas más que en las buenas.
Juan Grabois, Juliana Di Tullio, Cecilia Moreau, Eduardo "Wado" de Pedro, en Salliquelló, durante la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner
–¿El acuerdo con el FMI hay que respetarlo?
–Es un acuerdo pésimo, no saben negociar. Un puestero del Mercado Central te negocia mejor.
–Pero consiguieron fondos, hay otros plazos…
–Es un acuerdo malísimo. No se cuestionó la responsabilidad de los directivos del Fondo, y no se hizo un planteo jurídico a nivel internacional. Este acuerdo propone reducción de la masa salarial, tarifazo y “focalización de la asistencia social”, lo que quiere decir recortar, a cambio de la promesa de plata después de las PASO. Reincidimos en que se le miente al pueblo: si decís “qué buena noticia”, eso no es una buena noticia, a lo sumo es lo que pudiste en un contexto extorsivo.
–Desde la izquierda no kirchnerista, Myriam Bregman dice que su lista es una colectora de la de Massa.
–La quiero muchísimo a Myriam, pero no le creo que va a hacer una revolución, ni ella lo cree. Hay que aceptar que tenemos planteos políticos distintos, lo nuestro está basado en la agenda de Tierra, Techo y Trabajo, y una política de alianzas que nos aleja de la bolsonarización de Juntos por el Cambio. [Mauricio] Macri ganó con una opción de centro, a partir del surgimiento de [Javier] Milei, Juntos por el Cambio se corre a una derecha extrema. Y adentro tenemos diferencias muy importantes, conceptuales, con la propuesta de Massa.
–Comparte consignas con La Cámpora, socios de Massa. ¿Están ellos incómodos con eso?
–Son banderas comunes al movimiento nacional y popular. Máximo [Kirchner] tuvo dos grandes luchas, una fue el impuesto a las grandes fortunas, que permitió impulsar la ley de barrios populares, y lideró la resistencia al acuerdo con el Fondo, que votaron los albertistas, la Corriente de [Agustín] Rossi, el Frente Renovador de Massa y Juntos por el Cambio. Hay mucha gente de La Cámpora que me va a votar, en los temas conceptuales coinciden más conmigo, aunque haya marcos de alianza táctica que respeto, no juzgo, pero para mí son una mala estrategia. La conducción que Cristina viene marcando que hay que agarrar el “bastón del mariscal”, el trasvasamiento generacional, por eso apoyamos a Wado [de Pedro] durante un año, él era un perfil más competitivo que el mío, tiene buena relación con gobernadores y empresarios.
–Dicen que el Presidente no quiso.
–Es multicausal, lo de Alberto es absolutamente cierto pero pasaron otras cosas. Se nos abrió una ventanita y, a diferencia del Presidente, a mí me gustan las derrotas épicas, porque son testimonio para el futuro. Lo que no me gustan son las derrotas patéticas, por la mala táctica, me parece muy triste.
–También le critican que hay muchos referentes suyos en el Estado. El Registro de Barrios Populares, por caso.
–El Renabap fue la única política pública premiada en el principal evento de vivienda en América Latina, lo cuestionan porque hay mucha xenofobia y racismo, hombres y mujeres de mucho dinero de Unión por la Patria trataron muy mal a su responsable, Fernanda Miño, por ser villera y de la Cava. No pueden soportar que no tenga otro rol en la vida que no sea su mucama. Hicimos políticas de Techo, cooperativas populares, agricultura familiar, internet en los barrios populares, con gente promovida por nosotros, pero no tengo la prioridad privada de cada uno, responden a su superior, no a mí. Ninguno de los que promovimos tuvo nunca una declaración política, mi rol fue ayudar al diseño del programa y patalear si no hay fondos.
–Estuvo cerca de Carolina Stanley y otros funcionarios de Pro.
–Dije en su momento, y lo sostengo, que no era una persona con mala leche, tenía una concepción parecida a la de las damas de caridad. Me parece ridículo decir que todos los macristas son unos h de p, no voy a hacer eso, rescato gente con la que no estoy de acuerdo ideológicamente. ¡Como si de un lado estuvieran todos los santos y del otro los réprobos! Ese es el microclima espantoso de la política, aunque unos cuantos de los que se pelean son bastante más amigos de lo que parece.
–Amado Boudou lo criticó, Malena Galmarini dijo que votarlo es tirar el voto. ¿Qué responde?
–A Boudou ya le contestaron sus compañeros [se sonríe]. Y con Malena está todo bien, no me voy a enojar, yo digo cada cosa también.
–Tiene un gran vínculo con el papa Francisco ¿Lo apoya?
–No te voy a contestar, nunca hablé de eso y menos ahora, que soy candidato. Lo que sí digo es que es una influencia espiritual y filosófica para un montón de argentinos, la agenda social que levantamos fue producto de un diálogo entre los movimientos populares del mundo con él. En la acción política no tiene ninguna influencia, esa es una fantasía.
Comentá la nota