Nidia Molina, una mujer comprometida con el reciclaje y la ecología convenció a la pareja de la iniciativa y hoy los ayuda con la obra. Tienen más de mil botellas rellenas de residuos secos que formarán parte de las paredes, y las reciben hasta de gente que no conocen
Una joven pareja construye su casa con botellas de plástico, con lo que lograrán que cientos o tal vez miles de kilos de plástico no vayan a la basura, sino que formen parte de las paredes.
La obra está en el barrio Santa Isabel de esta ciudad, y consiste -por ahora- en un ambiente grande, de 4 metros por 5 metros, y para hacerlo ya cuentan con más de mil “eco-ladrillos”: botellas plásticas rellenas con sachets o tetrabricks cortados en pedacitos, bolsas, blisters de medicamentos, envoltorios de golosinas, entre otros residuos. Nidia Molina, una mujer comprometida con el reciclaje y la ecología convenció a la pareja de la iniciativa y hoy los ayuda con la obra.
Las botellas deben estar rellenadas con residuos secos y que no se pudran, y servirán para cerrar las paredes, que están sostenidas por columnas de madera dura de tres pulgadas de grosor, bien resistentes. “Hay varios métodos para hacer paredes de ‘eco-ladrillos’ y elegimos una que es más rápida; las botellas van paradas, encerradas entre dos capas de alambre tejido como el de los gallineros. Sobre eso va el revoque, como en cualquier otra construcción”, detalló Molina a La Mañana.
Molina comentó que en un principio le costó convencer a la pareja, que ya tenían una construcción precaria que planeaban reformar y ampliar. Entonces, les propuso esta iniciativa ecológica y, sobre todo, económica. Agregó que los “eco-ladrillos” son un excelente aislante y la construcción resultante es fuerte, como cualquier casa.
La casa también tendrá el techo ecológico, porque las tejas estarán hechas de trozos de cubiertas de vehículos, que garantiza la impermeabilidad “y es un aislante térmico espectacular: en verano la casa va a ser fresca”, promete Nidia.
Consecuencias positivas
La iniciativa de Nidia Molina generó un efecto inesperado pero muy positivo para el medioambiente: muchas personas que conocieron su proyecto comenzaron a contactarse con ella y a donarle las botellas rellenas de desechos, siguiendo las instrucciones de cómo deben hacerse. Entonces, el reciclaje se multiplicó y todo ese plástico -aunque sea mínimo al lado de lo que se desecha en la ciudad- ya no va al Vaciadero o, peor aún, a la vía pública o al río.
“Fue impresionante porque muchísima gente comenzó a hacer los ‘eco-ladrillos’. Me decían ‘menos mal que están haciendo esto porque no sabía qué hacer con todo esto’”, comentó, agregando que incluso, le enviaron botellas desde Laishí. Además, ya se sumaron otras personas que le expresaron su deseo de construir con la misma técnica.
Reciclaje
La reutilización y el reciclaje forman parte de la vida de Nidia y de su familia hace mucho tiempo, y la construcción de esta casa ecológica se agrega a la elaboración de planteros o cuchas de perro hechos con cubiertas de vehículos, que venden con mucho éxito, y hasta rescatan los armazones de metal de las silletas que se descartan para darles una nueva vida.
¿Cómo se hacen los eco-ladrillos?
Los eco-ladrillos son botellas de plástico, como las de gaseosas o agua mineral, a las que se debe retirar las etiquetas, lavar bien y secar.
Recién en ese momento se rellenan con bolsas y todo residuo inorgánico limpio y seco, como papel, los paquetes de fideos o arroz, trozos pequeños de plástico. Si se ha de introducir tapas de yogur o los potes, también deben ser lavados y secados bien.
El rellenado debe hacerse bien compacto, porque dentro de los recipientes no debe quedar aire. Para esto pueden ayudarse con el mando de una cuchara de madera, por ejemplo, a fin de empujar bien hacia el fondo de la botella los residuos que se introducen.
¿Y las pilas? Es conocido el poder contaminante que tienen las pilas en el agua o las napas al tirarlas a la basura: una sola contamina 600 mil litros de agua en el río.
Nidia comentó que también se pueden introducir en las botellas para hacer los eco-ladrillos, aprovechando que el plástico de los envases, al no ser biodegradable, “encierra” a las pilas y anula su capacidad de contaminar. Las botellas con este relleno las usarían en las bases de las murallas, por tener un mayor peso, o incluso en el contrapiso, para aislarlas aún más al cubrirlas con el hormigón.
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