Escribe OMAR BELLO (seguilo en twitter @lavidaesbello) - Después de gobernar varios años Lincoln, el intendente peronista Jorge Fernández enfrenta uno de sus peores momentos políticos
Jorge Fernández hace el mejor pan dulce del país. Sin embargo, las últimas elecciones demostraron que la pastelería no es fundamental a la hora de recolectar votos: Sufrió una paliza descomunal por parte de sus conciudadanos.
¿Qué hizo después? Bueno, por un lado algo común a todos los políticos: Echó a buena parte de su gabinete demostrando que no le tiembla la mano (y que la culpa no es de él). Los reemplazó por un grupo de jovencitos que hasta el momento no saben dónde están parados.
Mientras en Lincoln parece imparable la figura de Salvador Serenal, su gran oponente político, Jorge se lanzó a una patriada que lo dejó en ridículo: Pelear por la presidencia 2015.
Un Intendente desconocido por la población en general (a su lado y si miramos las encuestas Mario Meoni es Perón), decidió lanzarse a la candidatura presidencial 2015, locura que concretó en un acto marplatense en el que nadie se animó a decirle “Te estás yendo a la banquina”.
Porque como todos los que habitan demasiado tiempo en el poder, el panadero de Lincoln está rodeado de una caterva de alcahuetes que en comparación deja al gabinete de Meoni a la altura de los sabios que entregan el premio Nobel. Y lo digo sobrio, sin haber tomado una gota de alcohol.
Después de semejante fiasco, este señor que estudió abogacía por correspondencia y no tiene empacho en decirlo, decidió agachar la cabeza y buscar algún tipo de salida elegante que compensara la ridiculez de presentarse candidato cuando su top off mind (nivel de conocimiento en la cabeza de los votantes) anda cercano a cero fuera de su zona de influencia.
Primero intentó por todos los medios remontar su relación con Julián Domínguez y Darío Golía; viejos catadores del potencial “marcario” de los candidatos, éstos le tuvieron cierto grado de paciencia pero frente a sus demandas desmedidas y el hecho de que en Lincoln está creciendo el descontento popular (las quejas frente a los últimos carnavales fueron parecidas a la de los brasileños con el Mundial), fueron perdiendo interés en él y su pan dulce.
¿Hace falta gastar fortunas para transmitir un evento por cadena nacional cuando las necesidades primarias de la población no están cubiertas? Eso por nombrar sólo las críticas superficiales. Hay otras mucho más graves.
A Jorge le gustan más las cámaras que el dulce de leche y es capaz de viajar cinco horas con tal de ser entrevistado por un canal de cable.
En todo sentido Serenal es su opuesto y ya le generó múltiples dolores de cabeza.
Despechado por Domínguez, con una candidatura presidencial que fue un bochorno (digan que no lo conocen poco sino hubiera sido peor), a Fernández no le quedó otra que enrolarse en las huestes de Daniel Scioli.
Ahora bien, no vayan a creer que el Gobernador lo fue a buscar. Jorgito golpeó la puerta y el ex motonauta lo está poniendo a prueba. Si las encuestas siguen igual que ahora, su futuro podría pasar por revelar la fórmula del pan dulce a alguna confitería…
Una publicidad de antaño decía: “Todo es más dulce Lincoln, dígale sí a Lincoln, dulce”. Se refería a la conocida galletita.
Bueno, para el Intendente Jorge Fernández nada es tan dulce en Lincoln y la gente no le está diciendo justamente “sí”.
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