La vice no pierde oportunidad para desmarcarse de la Casa Rosada. Charlas privadas con el PJ. Cómo se gestó la sesión del DNU. Qué dijo sobre las dietas.
Por Gabriela Pepe
La primera semana de enero, Victoria Villarruel se quedó afuera de la reunión de Gabinete de la Casa Rosada. La vicepresidenta había llegado unos minutos tarde al encuentro convocado para las 8. Karina Milei tomó la decisión de prohibirle el ingreso. “Nadie llega después que el Presidente”, dijo la hermana de Javier Milei.
La relación entre los integrantes de la fórmula de la Libertad Avanza ya era tensa. A Milei y a su hermana les habían llegado comentarios de supuestas reuniones de la vicepresidenta con Mauricio Macri, que su entorno y el macrismo desmienten de forma tajante. A eso se había sumado la publicación de un artículo del Financial Times que sugería seguirla de cerca porque estaba “lista” para lo que fuera necesario.
Villarruel no se cuida de las indiscreciones ajenas. Es un secreto a voces en el Senado que aprovecha todas las ocasiones para dejarles en claro a los senadores de la oposición que no comparte los dichos del Presidente sobre el Congreso. No cree que sea “un nido de ratas” y alienta las negociaciones políticas, a contramano de lo que proclama la Casa Rosada.
Dio sobradas muestras de su muñeca política cuando se definieron las autoridades de la Cámara. También entonces, Villarruel fue contra los deseos de Milei, que pretendía nombrar como presidente provisional del cuerpo al formoseño Francisco Paoltroni. Villarruel prefirió evitar el conflicto con el peronismo - más precisamente, con el gobernador Gildo Insfrán - y promovió al puntano Bartolomé Abdala.
Victoria Villarruel también está en tensión con Martín Menem. Tuvieron diferencias por la marcha atrás en los aumentos salariales.
Las diferencias escalaron en los últimos días por las críticas de Milei al aumento salarial que Villarruel y Martín Menem les otorgaron a los legisladores. El titular de Diputados salió rápidamente a alinearse con la postura presidencial y anunció que daría marcha atrás con los aumentos. Villarruel se mantuvo en silencio, pero hizo saber en privado que no estaba de acuerdo. Vive en tensión con el presidente de la otra Cámara y se resistió hasta último momento a bajar el salario de los senadores.
No fue solo eso. En diálogo con un legislador opositor, la vicepresidenta comentó que había avalado los aumentos al notar que ella misma había recibido uno, como parte del Poder Ejecutivo. Se refería al decreto firmado por el Presidente que homologó un incremento para los sueldos de los trabajadores del Estado, que impactaba también en las autoridades superiores y que significó un 48% de aumento.
En el caso de Villarruel, el salario pasó de $ 3,7 millones (brutos) en enero, a $ 5,5 millones en febrero. La vicepresidenta dijo que, entonces, le pareció lógica la suba para los senadores dispuesta en febrero. Pero Milei ordenó dar marcha atrás con todo.
El DNU de la discordia
A fines de enero, el bloque de Unión por la Patria (UP) le pidió a Villarruel una sesión especial para tratar el DNU 70/2023 en el recinto. La vicepresidenta dejó pasar el tiempo hasta que recibió un nuevo pedido, de parte de senadores de bloque independientes. Los federales Carlos Espínola (Corrientes), Edgardo Kueider (Entre Ríos) y Alejandra Vigo (Córdoba), y otros seis senadores, de bloques provinciales.
No fue una sorpresa. Kueider y Espínola se habían reunido con Villarruel para avisarle que los encargados de pedir la sesión y conseguir adhesiones serían ellos. Así, la vicepresidenta no se vería empujada a llevar el tema al recinto por presión del kirchnerismo y podría incorporar proyectos de interés del oficialismo en el temario, como la reforma de la ley de lavado de activos. Win- win.
Villarruel manejó los tiempos hasta que la novela de las dietas colmó su paciencia. El martes convocó a la sesión especial para el jueves e incluyó el DNU en el temario, a sabiendas de que la oposición tendrá los votos para rechazarlo.
El miércoles, en plena reunión de Labor Parlamentaria, se enteró del comunicado que emitió la Oficina del Presidente en el que señaló “la decisión unilateral de algunos sectores de la clase política que pretenden avanzar con una agenda propia e inconsulta”. La vicepresidenta les había pedido a los senadores que le dieran margen un par de semanas y aplazaran la discusión del DNU para evitarle el choque con la Rosada. En paralelo, Milei avanzaría en el diálogo con los gobernadores para frenar el movimiento.
La publicación del texto no hizo más que recalentar el ambiente. La oposición rechazó cualquier acuerdo. Harta, Villarruel estuvo de acuerdo. Desde entonces, fue blanco del ataque de trolls en las redes y hasta dirigentes cercanos al Presidente pusieron en duda su lealtad. “No sé”, respondió el diputado José Luis Espert cuando le consultaron si Villarruel quiere “desestabilizar” a Milei. El ministro del Interior, Guillermo Francos, también la criticó: "Podría haber evitado la sesión", dijo. El vocero presidencial, Manuel Adorni, intentó desmentir la tensión. "No hay ningún tipo de pelea o interna", dijo este jueves.
Guerra de campaña
La relación entre Milei y Villarruel entró en tensión durante la campaña, cuando la vicepresidenta armó su propia estrategia y una agenda paralela, que incluyó actos, militancia y hasta la presentación de logo y bandera propios. En el entorno del Presidente tampoco cayó bien que Villarruel se destacara en los debates previos a la elección y su solidez se destacara por sobre la suya.
Tal como le había prometido durante la campaña, Villarruel esperaba que Milei pusiera bajo su órbita los ministerios de Seguridad y de Defensa, además de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Pero Milei rompió la promesa, le entregó los ministerios a Patricia Bullrich y la AFI al jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Fue una jugada a dos bandas. Le armó a Macri una interna en el PRO con Bullrich y recortó el poder de su vicepresidenta, que no se quedó quieta.
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