La relación zigzagueante entre el Presidente y el ex abre un mar de incógnitas sobre los acuerdos del presente. ¿Habrá alianza electoral del PRO y LLA?
Por Marcelo Falak
La agenda política de los últimos días estuvo tomada por la reorganización caótica del peronismo y por la deriva violenta de Javier Milei, pero la realidad tiene otras aristas importantes. Una de ellas está dada por la relación zigzagueante entre el Presidente y Mauricio Macri, cuyo desenlace dará cuenta de buena parte del formato futuro de la política argentina cuando La Libertad Avanza (LLA) y el PRO definan sus estrategias para los comicios del año próximo. ¿Juntos o separados?
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El ingeniero y Santiago Caputo filtraron haber mantenido una reunión más productiva que en ocasiones anteriores y ciertas informaciones atribuyeron a la misma el desembarco de María del Carmen Tettamanti en la Secretaría de Energía que detentaba, antes de su eyección, Eduardo Rodríguez Chirillo. Es más, se afirma ahora que el refuerzo del plantel oficial con gente de Macri seguiría pronto en el directorio de YPFy luego en otros lugares con caja y poder.
Sin embargo, algo no cierra. ¿Por qué cerca de Toto Caputo pusieron en duda las lealtades políticas actuales de Tettamanti, apropiándose de su pase? ¿Por qué Macri no ha hecho en las últimas horas más que incomodar al Gobierno?
Estamos en presencia de tahúres que se desconfían hasta cuando se desean buenos días.
Los cuadros de Javier Milei
Si se piensa que el mileísmo es un fenómeno tan nuevo que no cuenta con técnicos en cantidad y de calidad, se entiende la permanencia en el gobierno de segundas y terceras líneas vinculadas al massismo e, incluso, al kirchnerismo. ¿Figuras que están relacionadas con esos sectores o que lo han estado? Ese es el dilema y siempre ha flotado en el ambiente cierto runrún sobre colaboraciones.
La falta de cuadros propios ha sido tan aguda que a LLA le ha costado sangre, sudor y lágrimas llenar el organigrama del Estado que dice haber venido a destrozar. La ultraderecha criolla, en un punto, es el "círculo de hierro" –Milei, su hermana Karina y Santiago Caputo–, algunas figuras satelitales, influencers de las redes sociales, pequeños grupos juveniles, un puñado de panfletarios con aires de intelectuales y una enorme rabia popular de adhesión provisional.
En el fondo, ningún pibe nace paleolibertario o, dicho de otro modo, paleo no se nace, se hace.
Ni bien Milei formó su gabinete, se dijo que Macri le había colado en el gabinete, si no a Patricia Bullrich, sí a Toto Caputo y a Federico Sturzenegger, pero se supo enseguida que no había sido así y que ambos llegaron en representación de sí mismos.
Hoy, ¿de quién es, por ejemplo, Daniel Scioli? ¿Tiene dueño? ¿Por cuánto tiempo?
¿Y Tettamanti? ¿Es de Macri o, si se interroga por sus lealtades actuales, se puede sospechar que estas cambiaron en el mismo acto en que una lapicera performática escribió su nombre en un papel?
Acaso no haya respuestas unívocas, y como el proyecto ultraderechista es una historia en plena evolución, haya que esperar a momentos de mayor madurez para separar a propios de prestados, y a conversos de oportunistas.
El ruido amarillo de Mauricio Macri
Como after office de una reunión supuestamente tan positiva como la última de Macri y el Caputo político, las últimas definiciones del exmandatario han sido por lo menos extrañas.
En la Bolsa de Comercio de Córdoba, dijo el lunes que Milei "a veces es demasiado violento", que tiene "una psicología especial" y que es alguien que llegó al poder "con un mandato destructivo y de confrontación".
Luego, en una entrevista que brindó en esa misma provincia, declaró, con cierta distancia, que su última reunión con Santiago C. había sido "más constructiva que las anteriores" –mmmmm….– y que el mandatario "le ha cedido casi el manejo absoluto del Gobierno" a su asesor. Por si el mensaje no había quedado claro, en la noche del martes en La Nación + añadió que "nunca nadie tuvo tanto poder" como el jefe de Gabinete blue y aseguró su jefe político "sabrá el espacio que le da".
Milei quedó indignado, cuentan, y eso es lógico si se repara, punta a punta, en que Macri aseveró, palabras más palabras menos, que el mandatario es un hombre violento, desequilibrado, que destruye y no construye y que, en lo político, es un líder ausente que le entregó la autoridad a un hombre sin cargo, firma ni responsabilidad institucional.
¿Quién necesita enemigos con amigos como esos?
Qué separa al Gato y al León
Pese a semejantes descripciones, Macri dice rescatar de Milei "la autenticidad" y la decisión de equilibrar las cuentas públicas a como dé lugar, cosa que, afirmó –abjurando de su fallido gradualismo de 2016-2018–, él también haría si pudiera.
Fuera de eso, es pesado lo que los separa, por caso la pretensión del anarcocapitalista de confrontar fuerte con el Grupo Clarín y con el diario y la web de La Nación, además del periodismo en general, al que imagina arrodillado o hundido.
Tenaz aunque las encuestas le entregan una foto inmediata en la que el PRO aparece deglutido por LLA, el ingeniero imagina un futuro de crisis para una administración que describe de modo tan pavoroso, algo que le reservaría, más temprano o más tarde, el rol de reorganizar el proyecto político y económico de las derechas en un segundo tiempo con su impronta.
Del Macri supuestamente republicano no quedan ni trazas, como se evidenció en su silencio –uno entre tantos– ante la "metafórica" amenaza de Milei a Cristina Fernández de Kirchner.
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