Accionar brutal de la policía de Patricia Bullrich. Un fotógrafo peleando por su vida. El Gobierno corre detrás de los hechos y cae la imagen del Presidente.
Por Marcelo Falak
La crisis de los 15 meses se le vino encima a Javier Milei, quien debe sentir que de un día para el otro despertó en un país que desconoce, del que no puede escapar. La violencia que se desató en torno al Congreso, hecha de actos reprobables de grupos de hinchas que acompañaron la marcha de los jubilados de cada miércoles pero respondidos de modo brutal por las fuerzas federales de Patricia Bullrich, indica que el Gobierno está perdiendo el control de los acontecimientos.
Entre muchos casos graves, se destacó el del fotógrafo Pablo Grillo, quien debió ser operado de urgencia en el hospital Ramos Mejía tras recibir en su cabeza el impacto de un cartucho de gas arrojado por un efectivo. La imagen que muestra la consecuencia de ese acto resulta imposible de publicar por respeto al hombre que fue agredido cuando cumplía con su tarea. Al cierre de esta nota, el joven de 35 años peleaba por su vida.
Lejos de lamentarse por la situación de Grillo, que sufrió "un trauma grave de cráneo con múltiples fracturas y pérdida de masa encefálica", Bullrich prefirió descalificarlo como "un militante K". Dos errores: uno, la ministra lo presentó como "un detenido", cuando en realidad estaba en un quirófano; dos, el proyecto de "igualdad ante la ley" no dice –por ahora– que la vida de los kirchneristas vale menos.
El día de furia dejó unos 90 detenidos y al menos 21 heridos, diez de ellos, policías.
¿Dónde están los barrabravas, Patricia Bullrich?
Es cierto que la protesta, acompañada por grupos de hinchas de fútbol, derivó en actos serios de vandalismo, que incluyeron ataques a las fuerzas de seguridad, lanzamiento de proyectiles, daños al mobiliario público y hasta el incendio de un patrullero. "Barras bravas", decidieron Infobae, Clarín y La Nación. Listo. ¿Listo? No.
Más allá de que entre los detenidos de la jornada puedan aparecer algunos barrabravas, Gabriela Pepe contó en Letra P que la movida no tuvo que ver con esos grupos, que tendrían demasiado que perder en términos de negocios en caso de terminar detenidos y con derecho de admisión en los estadios.
"No se trató de barrabravas. La idea estuvo más vinculada a agrupaciones de hinchas que participan de forma activa en la vida institucional de distintos equipos tanto de la primera división del fútbol argentino como del ascenso. Algunos están agrupados en coordinadoras y ya participan activamente de reclamos sociales y políticos", explicó.
Hinchas de Deortivo Morón en la marcha de los jubilados.
El movimiento de hinchas surgió tras la marcha de la semana pasada, cuando se conocieron imágenes de un adulto mayor que vestía una camiseta de Chacarita Juniors y resultó severamente reprimido por policías. Simpatizantes de ese club se movilizaron, convocaron a otros y muchos se sumaron. Ahora sí: listo.
En todo caso, barrabravas parecieron algunos de los efectivos de las fuerzas federales y de la Policía de la Ciudad que formaron parte de uno de esos operativos de saturación que nunca se sabe si están destinados a la disuasión o a la provocación. El yeite es conocido: una manifestación pequeña, de cientos de personas, debía terminar con el sambenito de la "violencia K". Sin embargo, las cosas pueden salirse de control.
¿Por qué razón uno de esos policías dejó caer un arma de fuego en el suelo y la alejó de sí con una patada, casi como si fuera una planta más de la plaza en que se registraban refriegas? ¿Por qué apareció en la zona, casi como una invitación, un patrullero vacío, abandonado y con las puertas abiertas?
Más. Una señora de 87 años, a la que sólo se le podría imputar estar diciendo lo que sentía, recibió un palazo en la cabeza por parte de un policía que de inmediato se refugió dentro de la formación.
Además, un hombre sufrió un disparo en una pierna y encima terminó golpeado. Para no abundar en lo que probablemente vio el país por televisión, un policía de la Ciudad gritó "¡Vengan, zurdos!" desde el interior de un carro hidrante. Clima de época.
A todo esto, ¿cómo es que grupos de hinchas se juntan para defender una causa que –pruebas al canto– no les interesa ni a la CGT ni a las CTA? Al fin y al cabo, ¿se supone que los jubilados alguna vez fueron trabajadores?
Eso sí, la Confederación General de Twitter no dejó pasar la oportunidad de emitir un posteo en el que expresó su "más enérgico repudio y profunda indignación ante el salvaje accionar del Gobierno nacional, que reprimió de manera violenta, insensata e ilegal, la manifestación" a la que, como de costumbre, no convocó. Se hace lo que se puede.
Los jubilados y la pregunta que quema
El Gobierno habla –con razón– de los vandalismos, embiste –sin ella– contra los "zurdos" y "los K" y hasta denuncia –delirando– un intento destituyente. Con todo, hay una pregunta que no puede responder sin sonrojarse: ¿cuánto gana un jubilado de la mínima?
Este mes, exactamente 349.121,71 pesos, lo que incluye el bono congelado y licuado de 70.000, el motivo de que los haberes sigan cayendo cuando el Gobierno imagina que suben.
"Es una situación injusta, indigna e inmoral", escribió el senador Martín Lousteau, quien recordó que "el ajuste más cruel" lo están haciendo sobre ese sector. En cambio, los "héroes" de la UCR y el PRO que salvaron el veto presidencial a una más que módica recomposición de las jubilaciones no dijeron nada.
La policía en tiempos de Patricia Bullrich
Una perla: entre los efectivos que participaron del operativo de este miércoles apareció nada menos que el que gaseó a la pequeña de diez años Fabrizia Pegoraro en septiembre último, hecho que Bullrich en su momento desestimó –ajena a la elocuencia de las imágenes– al señalar que "la nena ya estaba gaseada".
El hallazgo, que demuestra que no hubo sanción alguna para el uniformado, motivó este miércoles una queja del abogado que hizo aquella denuncia, Gregorio Dalbón, quien habló de una causa dormida.
¿Qué fiscal instruye una caso que, con los videos existentes, ya debería estar, por lo menos, elevado a juicio? Eduardo Taiano, el mismo que debería estar haciendo avanzar las pesquisas sobre el Libragate.
No hay remate.
Javier Milei escucha ruido de cacerolas
Al cierre de esra nota, cuando la zona del Congreso seguía complicada por una represión que ya buscaba incluso liberar las veredas de transeúntes, se escuchaban ruidos de cacerolas en varios barrios de Buenos Aires, La Plata y otras ciudades, seguramente motivados por ciudadanos opositores de la primera hora, pero indicativos de un descontento que el poder debería considerar.
De modo generalizado, las encuestas arrojan, desde el estallido del Libragate, índices de aprobación en baja para Milei. ¿Lo ayudarán tardes como la de este miércoles?
El último sondeo que se conoció, de Zuban, Córdoba y Asociados, arrojó una imagen positiva del 41,7% y una negativa del 58%. Otros estudios, menos desfavorables al Gobierno, coinciden en que el Presidente registra en este momento un saldo neto desfavorable.
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