El Presidente paga el costo que sea para sostener la polarización con Cristina. La villana favorita de los antiperonismos siglo XXI también hace negocio.
Por Juan Rezzano
La decisión de Javier Milei de quitarle los privilegios de expresidenta y ex primera dama a Cristina Fernández de Kirchner confirma que el plan político del Gobierno es consolidar la relación simbiótica que lo une a La Jefa recuperada del peronismo, cueste lo que cueste.
Con la medida que instrumentará a través de la ANSES, el Presidente asume varios costos:
Primero, el de gobernar al margen de la ley en defensa de la legalidad: la norma que regula las llamadas jubilaciones de privilegio (24.018, sancionada en 1991) no establece excepciones para casos de personas beneficiarias que resulten condenadas por la Justicia. La decisión del Gobierno es, entonces, una medida política sin basamento jurídico alguno, por tanto discriminatoria respecto del resto de las personas que perciben el beneficio.
Segundo, el de borrar con la lapicera lo que había escrito con la boca y achurar una de las vacas sagradas del liberalismo que jura defender: hace seis meses, frente a la presión de un Joni Viale sediento de sangre K, el jefe de Estado prometió no meterse con "los derechos adquiridos" de la casta porque él viene "a respetar los derechos de propiedad".
Tercero, el de exponer sus dobles varas morales al sobreactuar su espanto por la condenada corrupción de CFK en pleno viaje a Estados Unidos para fundirse en un abrazo con Donald Trump, el presidente electo que la Justicia de su país encontró culpable de 34 delitos de falsificación de documentos.
Carlos Menem volvió en el gobierno de Javier Milei
Milei no adora sólo al convicto socio mayor del club de la ultraderecha global, sino, también, al exmandatario argentino Carlos Menem, que jamás dejó de cobrar su jubilación de presidente, convertida tras su fallecimiento en la pensión que percibe su exesposa, Zulema Yoma.
El riojano más famoso enfrentó cinco juicios orales: fue condenado por la venta a precio vil del predio de Palermo de la Sociedad Rural, por la venta ilegal de armas a Ecuador y Croacia y por el pago de sobresueldos. Esa última causa es la única en la que la sentencia quedó firme, pero por la del tráfico de armamento llegó a cumplir prisión domiciliaria.
El paralelismo con CFK es válido: el Gobierno considera cosa juzgada la causa Vialidad sin la palabra final de la Corte, es decir, en la misma instancia en la que Menem estaba antes de que lo salvara la mayoría automática que regía el máximo tribunal, lo mismo que podría hacer ahora si sumara a Ariel Lijo y a una jurista K, como negocia La Jefa del PJ con el Gobierno.
Javier Milei inaugura el busto de Carlos Menem en la Casa Rosada junto a Zulemita, la hija del expresidente.
La devoción de Milei por Menem no se limita a la reivindicación oral; ni siquiera a la materialización en mármol de carrara de esa admiración: el mes pasado, la agrupación juvenil La Carlos Menem saltó a la cancha con madrinazgo de Karina Milei y bendición presencial de Zulemita Menem y Alberto Kohan, leyenda viva de la pizza con champán.
Más: como contó César Pucheta en Letra P, en el gobierno libertario penetran múltiples ramas del árbol genealógico de la familia Menem, con Martín como figura destacada -el sobrino del expresidente conduce la Cámara de Diputados y orbita el triángulo de hierro que gobierna la Casa Rosada- y Lule como operador premiumcon cargo (subsecretario de Gestión Institucional). De ahí para abajo, descendientes varios de Menem, representantes de su familia política, los Yoma, y figuras recuperadas del equipo que lideraba Domingo Cavallo se acomodan en espacios de distintos niveles de la administración violeta.
Javier Milei y CFK, ¿los socios del desierto?
Como en su momento Mauricio Macri, que construyó su liderazgo político a imagen y contraste de Cristina Kirchner, Javier Milei aprovechó el fracaso del gobierno del Frente de Todos, pergeñado y después boicoteado -por acción o por omisión- por CFK, para escalar como un rayo desde los paneles de televisión hasta el primer piso de Balcarce 50.
Ahora, porque la necesita para sostener su relato anticasta -CFK representa como nadie, a los ojos de la tribuna mileísta, todos los males adjudicables a la maldita política que nos hiciste mal-, la fortalece como enemiga designada, cueste lo que cueste.
En esa relación simbiótica, Cristina recibe sus beneficios, más allá de que pueda perder los que le reportan la jubilación de presidenta y la pensión de primera dama: sin un personaje tan extremo como Milei -sin un escenario de polarización tan radical como el que propone el Presidente-, acaso no quedaría espacio para la prórroga -incluso formal- que el peronismo acaba de expedirle a su condición de jefa y candidata eterna.
Habra que ver qué resulta de esta sociedad no escrita que condena a la Argentina -estira la pena- a la prisión de la grieta. Habrá que ver qué queda. ¿Tierra arrasada? ¿Un desierto inhabitable? ¿Ruinas, como las que encontró el arqueólogo alemán Helmut Strasse en el ciclo Los misterios de la Argentina, aquella genialidad de Tato Bores?
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