El Presidente teje alianzas para el segundo semestre. Confianza en gobernadores, tensión con outsiders y contención al PRO. La UCR, fracturada por Lijo.
Por Mauricio Cantando.
El Pacto de Mayo, suscripto entre Javier Milei y los gobernadores, exhibió los hilos de los posibles tejidos parlamentarios del Presidente para la última parte del año, cuando buscará sancionar el Presupuesto 2025 y negociar proyectos que están en elaboración, como la ley de hojarascas y la reforma política. El otro desafío para el oficialismo, aún más complicado, será impedir que ese mismo Congreso modifique la movilidad previsisonal.
En las principales oficinas libertarias del parlamento, la rosca pasó a ser tema prioritario de cara a lo que viene. Quienes cambiaron la prosa de Friedrich Hayek por los consejos de Nicolás Maquiavelo entienden que no se puede esperar otro semestre para volver festejar en los recintos. Es una posibilidad, porque las mayorías que se construyeron para sancionar la reforma fiscal y la ley ómnibus están atadas con alambre.
La foto de Tucumán trajo esperanzas en el equipo de Milei, donde apuntan a la ayuda permanente de dos gobernadores: Raúl Jalil (Catamarca) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero). El primero aportó votos para el capítulo de Ganancias de la reforma fiscal y, si bien no romperá los bloques de Unión de la Patria, el jefe de Gabinete Guillermo Francos confía en que volverá a colaborar cuando haga falta.
Zamora fue más escurridizo. Colaboró con ausencias en la elección de autoridades del Senado en diciembre y en la votación de la ley ómnibus en enero, pero después apagó el teléfono cuando lo llamaron de la Casa Rosada, molesto porque no había plata para obras públicas.
Para viajar a Tucumán, el santiagueño puso como condición eliminar el punto del acuerdo difundido en marzo que permitía el retorno de las AFJP. Francos se lo concedió y espera la ayuda de sus siete votos en Diputados y tres en el Senado. Sería un aporte decisivo. La otra concesión de Milei fue a la UCR, que exigió sumar el compromiso de sostener la educación pública.
La negociación de Javier Milei
Aunque los libertarios que frecuentan la Casa Rosada aclaran que Karina Milei es la jefa indiscutida, con Santiago Caputo como principal lugarteniente, Francos capitalizó los primeros éxitos legislativos y cambió la conducta del Presidente: logró que Milei entendiera que sin dominar el Congreso nadie lo tomaría en serio. Y para cumplir ese objetivo, es necesario hacer vínculos y no romperlos. En enero, pocos dirigentes opositores imaginaban un Milei que evitara agredirlos.
Si suma votos de UP, Francos puede aliviar la dependencia de los outsiders, aquellos referentes del Congreso sin jefes territoriales que son decisivos y que tienen conductas impredecibles. Además, si algo une al jefe de Gabinete con la secretaria general de la Presidencia es la vocación de acorralar al PRO, para convertirlo en una aliado dócil sin chances de pedir. Ambos tuvieron una convivencia difícil con referentes del partido amarillo durante la campaña del ballotage.
Miguel Pichetto.
Francos no disimuló su rechazo al PRO desde el minuto uno: en diciembre le dijo a Milei que si el diputado Cristian Ritondo era el presidente de la cámara baja, él no iba a asumir como ministro del Interior. El jefe de Estado le mostró el mensaje desde su teléfono al exministro de Seguridad bonaerense.
Por esas situaciones, Macri tiene en la mira al jefe de Gabinete, a Karina y a Caputo. El martes filtró en los medios que fue "destratado" en Tucumán, una excusa más para empezar a marcar diferencias. Su problema es que no tiene claro cómo hacerlo. Si el expresidente bloquea proyectos de Milei, terminará como brazo ejecutor del kirchnerismo. Eso ya le empezó a pasar: cada uno por su lado, el PRO y Máximo Kirchner anticiparon su rechazo a suspender las primarias, uno de los capítulos de la reforma política. También se oponen los radicales sin tierra, mientras que los gobernadores de UCR y PJ miran con simpatía la idea de votar una sola vez cada dos años.
La UCR y el PRO
Para contener al PRO, Karina y Francos habilitaron un segundo semestre con proyectos impulsados por la bancada amarilla de Diputados que también son del agrado de Milei, o al menos no molestan. Después del receso invernal se empezará a debatir Ficha Limpia, una obsesión de Silvia Lospennato, que tropezó con una contraofensiva kirchnerista en 2019: propusieron que la prohibición para ser candidatos no se restrinja a delitos de corrupción, sino que incluya a otros como lavado y evasión fiscal. Los libertarios no tienen tan claro cómo defenderán esta omisión. Será tarea de Lospennato.
Martín Menem prevé definir una estrategia para este y otros temas de agenda en una próxima reunión con funcionarios del Gobierno, referentes del PRO y La Libertad Avanza (LLA). Sería un intento más de sostener la alianza con los amarillos. También podría sumarse Rodrigo De Loredo, jefe de la UCR y referente del sector de los gobernadores, considerados socios por Francos, al menos hasta el año que viene.
En el Senado, los mandatarios radicales ayudaron a posponer la sanción de la nueva movilidad previsional al menos hasta después del receso invernal. Por ahora, es el único acuerdo, porque la mayoría de la bancada presidida por el correntino Eduardo Vischi advirtió que si hay sesión, no votarán un texto con menos beneficios para los jubilados que el que fue aprobado en Diputados con una cálculo que para Milei es una "degeneración fiscal".
Jubilaciones, a la espera
Los senadores Martín Lousteau, Maximiliano Abad y Pablo Blanco son los más reacios a congelar por tiempo indefinido la ley de movilidad aprobada en Diputados. Abad advirtió que la recomposición del 8,1% contemplada en el texto no se negocia y, si hay otras modificaciones, deben ser para acordar "una reforma integral y sustentable para el sistema de jubilaciones y pensiones".
En el Gobierno aceptan esa discusión, pero piden borrar el artículo del proyecto que habilita un aumento anual que considere el 50% de la suba del salario real, o sea, por encima de la inflación. El vicejefe de Gabinete, José Rolandi, le explicó a De Loredo y a Vischi que Milei tiene confianza en crecer y no quiere indexar ningún gasto a esa variable, porque le complicaría las metas fiscales. Los radicales descreen de estos pronósticos y no se imaginan discutiendo estas cifras en las dos cámaras. El costo político sería irreparable.
Martín Menem.
Rolandi promete el pronto arribo de la ley de hojarascas, del flamante ministro Federico Sturzenegger. Los libertarios que hablaron con el economista dicen que será un proyecto casi ornamental, con reformas de leyes que no se aplican. La mayor parte de las desregulaciones -explican- serán por decreto, como ocurrió con el sector aerocomercial. De todos modos, el expresidente del Banco Central tiene mala imagen en el Congreso, donde varios opositores se frotan las manos para recibirlo, aun sin leer sus proyectos. Miguel Pichetto es el principal.
Malditos outsiders
Por fuera de los radicales, en el Gobierno empezaron a ajustar los votos entre partidos provinciales y outsiders. Los primeros vienen jugando bien con Milei, por ejemplo, para ser cómplices de demorar la ley de movilidad previsional. Los gobernadores Alberto Weretilneck (Río Negro), Hugo Passalacqua (Misiones) y Rolando Figueroa (Neuquén) esperan dos o tres meses de rosca fina y productiva en la Casa Rosada.
Los outsiders son un tema de preocupación. Victoria Villarruel dice que los controla, pero se le escaparon de las manos en varias oportunidades, como cuando votaron en contra del DNU 70/23. La vicepresidenta trata de contener a figuras como Edgardo Kueider y Carlos Espínola, que comparten el bloque Unidad Federal con Alejandra Vigo. Al primero lo incluyó en la bicameral de fiscalización de organismos de inteligencia, que este año debería ser presidida por alguien del Senado. No hay libertarios designados por la cámara alta, pero sí espera tomar el control el macrista Enrique Martin Goerling Lara.
La composición de esta comisión fue motivo de una feroz discusión entre Martín Menem y Pichetto, quien le recriminó que su bloque, Hacemos Coalición Federal, se quedó sin vocales. El rionegrino fue a la reunión con Oscar Carreño, Emilio Monzó y Nicolás Massot, quien se cruzó fuertemente con el riojano. Por el tono de la discusión, los testigos temían que pudieran intercambiar golpes. Por las dudas, Massot no estará en la reunión del lunes. El apuro en conformar esta comisión se debió a un intento del kirchnerista Leopoldo Moreau de aprovechar la acefalía para seguir como presidente e investigar el espionaje del Gobierno. Había informes sobre el rol de la policía federal durante las manifestaciones en el Congreso.
Martín Lousteau (UCR) y Guadalupe Tagliaferri (PRO) en el Senado.
El lunes, Pichetto y Monzó volverán a negociar con Menem, quien intentará conformarlos con un puesto para el rionegrino en la bicameral mixta revisora de cuentas. Las otras que se crearán son las de Biblioteca -donde el riojano planea un fuerte ajuste- y la de Seguridad Interior. En la bicameral de promoción y seguimiento de la Comunicación audiovisual, Menem intentará inspeccionar los gastos de la Defensoría del Público, que presidió hasta el mes pasado Miriam Lewin.
Tensión por Lijo
En el Senado hay incomodidad por la demora en convocar las audiencias de los candidatos a jueces de la Corte Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla. Guadalupe Tagliaferri (PRO), presidenta de la comisión de Acuerdos, sigue sin publicar los edictos para darle fecha. Sería a mediados de agosto, por lo que el documento se conocería en los próximos días. Villarruel no está apurada, porque no quiere a Lijo. Es uno de los temas que la distancia de Milei, a quien el martes plantó en Tucumán por temor a una recaída por su estado gripal, pero que no le impidió participar del desfile militar al día siguiente.
En la Casa Rosada, los pliegos judiciales los gestiona el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, cercano a Caputo. Todavía no puso el pie en el acelerador. Lijo empezó a fracturar a la oposición dialoguista. El apoyo de Unión por la Patria y de los partidos provinciales -por ahora en off the record- lo deja al filo de los dos tercios para ser nombrado y el resto de los bloques no se quiere quedar afuera de la negociación, que puede incluir el reparto de cargos en la Justicia y hasta la silla del próximo procurador. García-Mansilla no reúne adeptos y, por ahora, Milei lo sostiene igual.
La última reunión del bloque UCR del Senado en la que se habló del tema terminó mal. Carolina Losada fue al grano: "Yo no voy a votar a un candidato como Lijo". Hubo varios minutos de silencio. Varios de sus correligionarios creen que puede ser un "acto de inocencia histórico" darle al peronismo un juez de la Corte sin llevarse nada a cambio. Martín Lousteau, senador y presidente de la UCR, quiere llevar la discusión al comité nacional. Debería apurarse. No queda mucho tiempo.
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