Javier Milei y la boleta única de papel: una bandera y la fragmentación del caos

Javier Milei y la boleta única de papel: una bandera y la fragmentación del caos

El Gobierno avanza en un cambio del sistema electoral. La evaluación del impacto y la conveniencia. Dudas sobre la implementación. La definición del Congreso.

 

Por Gabriela Pepe

Santiago Caputo intentaba convencer a uno de los políticos más experimentados del Congreso de las bondades del modelo de circunscripciones uninominales, que el Gobierno había incluido en la ley ómnibus original. Era diciembre y Javier Milei todavía pretendía refundar el sistema político argentino. El diputado escuchaba asombrado. “Estos pibes no entienden nada”, le dijo a sus compañeros de bloque.

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De aquella reforma ambiciosa, que incluía desde la derogación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), el cambio en la composición de la Cámara de Diputados y la reforma del financiamiento de los partidos políticos hasta la insólita implementación del modelo de circunscripciones uninominales, Milei se quedó con la bandera que tenía mayor consenso previo y que marcará un cambio histórico en el sistema electoral argentino: la implementación de la boleta única de papel, que podría empezar a usarse en 2025 y, a priori, presagia un escenario de mayor fragmentación política, después de la explosión del sistema de partidos políticos por la irrupción de Milei. Más caos al caos.

Aunque el proyecto llevaba años de discusión en el Congreso, Milei lo venderá como un logro de su gestión, a tono con el discurso que promete transparencia y austeridad. Su administración le dio el empujón final al proyecto que la cámara baja había aprobado a mediados de 2022, con impulso de los entonces bloques opositores que formaban Juntos por el Cambio y el peronismo disidente.

 

 

Más allá de los cambios en el instrumento, ni la Casa Rosada ni la oposición pueden predecir, todavía, qué efectos inmediatos tendrá la implementación de la boleta única de papel (BUP) en el sistema político, aunque los especialistas coinciden en que podría generar una atomización aún mayor que se verá reflejada en los bloques del Congreso.

El proyecto va camino a ser sancionado en el recinto de Diputados la primera semana de octubre. Antes, la oposición deberá definir si insiste con la versión de 2022 o acepta los cambios que introdujo el Senado hace diez días. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, ya les hizo saber que tiene apuro. La Dirección Nacional Electoral (DINE) tiene que poner en marcha el proceso de licitaciones de todos los elementos que se requieren para las elecciones legislativas, cuya organización tendrá a su cargo el secretario de Interior, Lisandro Catalán.

De la boleta partidaria a la boleta única

“El oficialismo no está calculando si le conviene o no. Entiende que el sistema es mejor, más transparente, más democrático y permite ahorrar recursos”, explican en la Casa Rosada ante la consulta sobre el análisis del Gobierno respecto del impacto político que tendrá el nuevo sistema.

A diferencia de la boleta partidaria, que le facilita al elector el voto de la lista para diferentes cargos del mismo partido político – lo que se conoce como lista sábana-, la boleta única le da mayor libertad al votante a la hora de elegir. En lugar de cortar boleta, al elector le bastará solo con hacer una cruz en casilleros diferentes para combinar su voto. En la BUP, todos los partidos políticos están en el mismo papel.

Por sus características, la BUP podría dar como resultado una mayor fragmentación del sistema político y, por ende, de la representación institucional, con la llegada al Congreso de candidatos que no pertenecen a los partidos mayoritarios. La consecuencia puede ser la ingobernabilidad o, por el contrario, la posibilidad del Gobierno de salir a la caza del voto de legisladores “sueltos”, que no responden a una fuerza política tradicional.

“Todas las reformas electorales tienen un impacto en el resultado. Eso no es ni bueno ni malo, pero hay que saber que va a pasar. Nosotros impulsamos la BUP porque pensamos que es un sistema mejor, pero siempre aclaramos que el sistema actual funciona muy bien”, dice Pablo Secchi, director ejecutivo de Poder Ciudadano.

El cálculo sobre el impacto parece no estar presente para el oficialismo. “Ni ellos mismos lo saben, no tienen ni idea”, dice un dirigente opositor que conversó sobre el tema con el Ejecutivo y quedó alarmado, como cuando aquel diputado escuchó la explicación sobre las circunscripciones uninominales, importadas desde Canadá, Estados Unidos e Inglaterra y promocionadas como “anticasta”. “Con este sistema, el peronismo hubiera arrasado en la elección”, le apuntaron a la Casa Rosada durante la primera versión del debate.

Otro especialistas muestran cierto grado de alarma ante la implementación de un nuevo sistema electoral por parte de un gobierno que no se garantiza por su eficiencia. "Se están metiendo en un berenjenal cuando no tienen ni idea, puede ser un desastre", dice un estudioso del tema, que remarca que el sistema vigente hasta ahora dio muestras de su robustez y eficacia, que garantizó la alternancia partidaria.

“Siempre está la idea de que el oficialismo no le conviene la BUP. Te dicen que ya que tenés ‘el aparato’ es mejor quedarse con el sistema tradicional. No sé si eso es verdad, pero en algún momento había que hacer este cambio”, agrega Adrián Pérez, integrante de la Red de Acción Política (RAP), una de las ONG que junto a Poder Ciudadano y CIPPEC empuja desde hace años la implementación de la BUP.

Como secretario de Asuntos Políticos e Institucionales durante el gobierno de Mauricio Macri, Pérez intentó avanzar con la implementación de la boleta única electrónica (BUE). Aquella iniciativa quedó trunca, por las múltiples objeciones que recibió respecto de la seguridad e integridad del voto. El exfuncionario dice que la boleta única “garantiza más la equidad en la competencia" ya que la partidaria requiere de mucho esfuerzo del aparato, una "logística importante en el reparto y la fiscalización”.

Por lo pronto, las experiencias en las provincias que ya implementaron la BUP dan cuenta de que es esperable que haya un aumento del voto en blanco. “Es un sistema nuevo. Hasta que la gente se acostumbre a los cambios, tendremos que considerar que seguramente vamos a tener el doble de votos en blanco que en otras elecciones”, explica Alejandro Tullio, extitular de la DINE durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que luego pasó por el gobierno de Macri y hoy es asesor del Correo Argentino para la materia.

Sin efecto arrastre, ¿a quién le conviene?

Con la boleta partidaria primó, hasta ahora, lo que se llama “efecto arrastre”. Eso implica que el elector toma la boleta por un extremo en el que se ubican la cara y el nombre de un candidato conocido y eso lo lleva a votar la lista completa. Con la BUP, el elector deberá marcar en cada casillero.

Eso podría modificarse relativamente si la Cámara de Diputados decidiera incluir en el modelo final de la BUP el casillero destinado a la lista completa. Aunque así había sido aprobado en la versión original de 2022, fue modificado en el Senado por pedido de los partidos provinciales, que muchas veces no ofrecen candidatos para todas las categorías. No está claro si Diputados insistirá en la versión original o respetará los cambios del Senado.

Sin el casillero de lista completa, cobra más importancia la cabeza de cada categoría y, con eso, se genera también el riesgo de que los partidos decidan postular candidatos de nombres taquilleros, más allá de sus virtudes políticas. “Se impide el voto partidario y se fomenta la personalización”, dice el politólogo Juan Manuel Abal Medina, especialista en tema electorales y exjefe de Gabinete. Para Tullio eso será un problema que deberán resolver los partidos. “El partido adapta su campaña a la conducta que quiere provocar en el ciudadano. En México hubo seis urnas con seis boletas y Morena ganó como nunca en todas las categorías”, apunta.

Entre los especialistas no hay acuerdo sobre qué opción es más conveniente. Para Secchi, depende del objetivo buscado. “¿Qué queremos priorizar: que tenga gobernabilidad o que se represente fielmente la voluntad del elector?”, se pregunta. La política suele preferir la “gobernabilidad” que da la boleta completa.

A eso se suma que el dictamen prevé que, en caso de concurrencia de elecciones nacionales y provinciales o municipales, “en ningún caso podrán incorporarse” esas categorías locales a la BUP nacionales. Habrá dos boletas separadas, una para cargos nacionales y otra para locales, que se introducirán en urnas diferentes.

Además, la BUP implica igualdad en la boleta en el tamaño y características de logos partidarios, fotos de los candidatos y disposición de nombres, que serán limitados según el cargo. ¿A qué espacio político perjudicaría? Los especialistas coindicen, en general, en que no sería positivo para el Gobierno.

“La BUP le va a dar centralidad al nombre y a la cara, no tanto al partido. En las elecciones 2025, a Milei le serviría más una boleta como la de ahora, en la que se podría ver grande el logo de La Libertad Avanza o un león”, explica un entendido en la materia. Al tratarse de elecciones legislativas, pesará el nombre de cada candidato en su distrito, sin el arrastre de una identidad nacional. En 2023, las experiencias locales de LLA fueron un fiasco. Sin Milei en la boleta, a los libertarios les costó hacer pie en las provincias, por ser poco conocidos o tener pasados poco vistosos.

El robo de boletas y la fiscalización

El jefe del bloque de LLA en el Senado, Ezequiel Atauche, fue el encargado de defender la posición del oficialismo. “Venimos a ponerle transparencia a lo que viene pasando”, dijo el jujeño. Luego enumeró las virtudes del sistema. “Es más simple, menos burocrático y terminamos con el fraude, el robo de boletas, que no me digan que no hay”, dijo, sin abundar en datos de ningún tipo.

A pesar de eso, todos los especialistas coinciden en que el “robo de boletas”, si existe, “es un fenómeno marginal, sin impacto”. “La mejor prueba de eso es que Milei es presidente”, dice Abal Medina. Aunque el nuevo sistema no requerirá de fiscales para la reposición de boletas, sí los necesitará para el recuento. “Vas a necesitar exactamente la misma cantidad de fiscales, incluso más capacitados que antes”, agrega Secchi. El oficialismo ya no volverá a tener problemas en ese punto.

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