Podemos e Izquierda Unida sellan una alianza para desbancar a Rajoy en las presidenciales del 26 de junio
Por Martín Rodríguez Yebra
MADRID.- En el escenario cargado de simbolismo de la Puerta del Sol, donde hace cinco años estalló la rebelión de los indignados, Podemos e Izquierda Unida (IU) anunciaron anoche un pacto para competir juntos en las elecciones del 26 de junio que puede sacudir de manera decisiva el complicadísimo tablero político de España.
Las dos fuerzas de la izquierda radical se lanzan a la campaña con la expectativa de superar al PSOE y de pelear el primer lugar con el PP del presidente Mariano Rajoy. Por separado, en los comicios de diciembre alcanzaron el 24,33% de los votos, cuatro puntos menos que los conservadores y dos más que los socialistas.
"Para ganar y para que las cosas cambien hay que sumar a mucha gente. Hoy es un día histórico", anunció Pablo Iglesias, fundador de Podemos. Lo hizo en un video filmado con celular en el que camina por la mítica plaza del centro de Madrid hasta encontrarse y fundirse en un abrazo con Alberto Garzón, líder de IU. Antes de las anteriores elecciones, Iglesias se había negado de manera tajante a acordar con IU, a cuyos dirigentes calificaba de "típicos izquierdistas tristones, obsesionados con estrellas rojas". Quería borrar del mapa a los herederos del Partido Comunista de España (PCE), pero Garzón resistió y obtuvo casi un millón de votos (3,67%). Con el resultado puesto, hubo autocrítica dentro de Podemos. Esos votos le hubieran permitido superar al PSOE y precipitar un cambio de guardia histórico en la izquierda española.
Los cinco meses de negociaciones estériles para formar gobierno convencieron a Iglesias de olvidarse de sus reparos con IU (donde él dio sus primeros pasos en política). Su rechazo a facilitar un gobierno encabezado por el socialista Pedro Sánchez -y que permitió a Rajoy seguir al mando- desató tensiones en Podemos e impactó en su imagen.
Con la alianza anunciada anoche aspira a enterrar definitivamente esa crisis, inyectar ilusión en sus votantes e instalar la idea de que ahora sí pueden ganar las elecciones.
Las encuestas conocidas hasta ahora alimentan la posibilidad de un giro sensible en el reparto del poder. El estatal Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) le adjudica el viernes en su última medición el 17,7% de intención de voto a Podemos (tercer lugar) y el 5,4% a IU (quinto). Si se sumaran superarían al PSOE y quedarían a cuatro décimas del PP.
La gran incógnita de Iglesias y de Garzón es qué capacidad tendrán para efectivamente retener esos votos en la coalición que ahora proponen. Las diferencias ideológicas, metodológicas y personales que los dividían se extienden a buena parte de su dirigencia y simpatizantes.
Esas dificultades quedaron patentes en las negociaciones. De hecho, todavía no se estableció con qué nombre competirán y cuál será el orden en las listas de diputados. Sólo aclararon que cada fuerza "mantendrá su identidad" y tendrán programas distintos, más allá de los consensos generales. Por eso eligieron para presentarse reflotar el espíritu compartido de los indignados que tomaron la Puerta del Sol el 15 de mayo de 2011. Iglesias, de 37 años, y Garzón, de 30, eran entonces dos anónimos profesores universitarios que abrazaron con ilusión revolucionaria aquella protesta de impacto mundial. "Ésta no será una elección común. Es una suerte de desempate, en el que se requieren esfuerzos, compromisos y encontrar lo que nos une para romper el bloqueo de los que no quieren cambios", dijo Íñigo Errejón, número dos de Podemos y uno de los dirigentes que más se habían resistido a la alianza.
Los dos partidos firmaron un comunicado en el que declaran su intención de "recuperar el país para las clases populares", para lo cual buscarán "las mayorías necesarias para desbancar a Rajoy y al PP del gobierno". No se refieren a los socialistas. Iglesias empezó a aludir a ellos con frases conciliadoras. Es una estrategia: dice que los va a necesitar para que le permitan ser presidente si la coalición Podemos-IU queda como la principal fuerza a la izquierda del tablero.
Rajoy calibra también su táctica en esas coordenadas. Ignora al PSOE y agita el miedo al populismo. "El PP apuesta por la concordia ante una alternativa extremista como un disolvente de todo lo bueno que tenemos, nuestra unidad, nuestra democracia y nuestro progreso económico", dijo ayer en un video. En círculos cercanos al presidente hasta se entusiasman con un eventual salto de Podemos al segundo lugar. Suponen que en ese caso el PSOE preferiría abstenerse para que gobierne el PP antes que prestar sus votos para firmar la mudanza de Iglesias al Palacio de la Moncloa.
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