Lo hace con el trasfondo de la escalada en la interna entre conservadores y moderados.
Anoche, los enviados de Rohani iniciaron en Ginebra una ronda de diálogo de 48 horas con los representantes de Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania, para limar los detalles más controvertidos y permitir así darle la puntada final al histórico acuerdo firmado en noviembre pasado.
Si bien el marco general fue acordado en esa oportunidad, faltan resolver algunas cuestiones puntuales en las cuales Teherán viene insistiendo, como poder producir uranio enriquecido al 20% en su instalación de Natanz. Las potencias habían acordado que sólo podría hacerlo al 5%, ya que un porcentaje como el que reclama le daría capacidad de desarrollar armas nucleares.
Para Rohani es fundamental este pacto para romper el aislamiento de Irán y aliviar la grave crisis que soporta por el embargo internacional y la desafortunada política económica de su antecesor en el cargo, Mahmud Ahmadinejad. Sin embargo, los escollos más importantes están surgiendo en su propio país. Ayer, cuando se reunían los enviados en Ginebra, el líder supremo lanzó un crítico discurso contra Estados Unidos tratando de enrarecer el clima.
Calificó a Washington como “Satanás” y lo acusó de ser “el mayor violador de derechos humanos del mundo”.
En su discurso, negó que la imposición de sanciones internacionales haya sido lo que llevó a Irán a la mesa de diálogo. “Los enemigos piensan que imponiendo el embargo han forzado a Irán a negociar. Pero nosotros ya habíamos expresado nuestra disponibilidad para negociar con Satanás en determinados asuntos si fuera necesario”, sostuvo antes cientos de seguidores en una mezquita de Qom.
En esta batalla entre reformistas y conservadores, los choques también se trasladaron a las cuestiones vinculadas con la vida cotidiana y los aspectos culturales. Después de la decisión del líder supremo de prohibir el chat online entre chicos y chicas que no se conozcan previamente y bloquear las redes sociales, el ministro de Cultura de Rohani, Ali Yannati, quien acaba de restaurar la orquesta sinfónica de Irán que había clausurado el integrista Ahmadinejad, calificó de ridícula la censura en la red. Inmediatamente el Parlamento, dominado por los conservadores, lo convocó para que diera explicaciones bajo amenaza de cuestionar su continuidad en la cartera.
Rohani lo defendió con énfasis. “ Este gobierno no tiene miedo a las tarjetas amarillas y está orgulloso de las personalidades como el ministro Yannati, que lucha por la libertad”. Y remató con una frase elocuente: “El arte sin libertad sencillamente no tiene sentido”. Agregó que “vamos a cumplir nuestras promesas electorales, también en la cultura”.
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