Ya nada volverá a ser lo mismo en Medio Oriente si la próxima semana se firma un acuerdo definitivo entre Occidente e Irán para evitar que Teherán construya una bomba atómica.
La firma de un pacto antes del 7 de julio -prorrogada en tres ocasiones- le abrirá las puertas de Europa al gobierno moderado del presidente iraní, Hasan Rohani, quien sostiene que todas las armas nucleares deben estar bajo el control del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Sin embargo, el optimismo que reina en las negociaciones que se extendieron una semana más en Viena, tras vencer el plazo del 30 de junio, no logra ocultar que aún existen puntos confusos como el levantamiento inmediato de las sanciones económicas que pesan contra Teherán.
Este es, quizá, la gran incógnita de las conversaciones que se realizan entre el Grupo 5 +1, formado por Estados unidos, Rusia, Francia, China y Reino Unido (los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU), más Alemania, y el gobierno iraní.
Otro ítem no resuelto es el alcance de las inspecciones a las que serán sometidas las instalaciones militares de Irán, tras alcanzarse un acuerdo preliminar con el gobierno persa en noviembre de 2013.
Si bien se advierte que ambas partes deben hacer más concesiones, muchos analistas señalan que los negociadores han sido testigos de progresos que habrían sido imposibles de predecir después de una década de negociaciones.
El pacto se basará en un documento preliminar firmado a principios de abril en la ciudad suiza de Lausana, donde se dejaron aéreas para una interpretación abierta entre las partes.
Entre otros puntos -ya acordados- se prevé que la planta de enriquecimiento de Natanz, en el centro del país, sea la única que funcione en Irán, en tanto que la planta subterránea de Fordo será convertida en un centro científico civil.
"No firmaremos ningún acuerdo a menos que el primer día de la puesta en marcha del documento sean levantadas las sanciones económicas en su totalidad", que afectan especialmente las exportaciones de petróleo, dijo recientemente el presidente Rohani.
Uno de los negociadores iraníes, el viceministro de Relaciones Exteriores, Majid Ravanchi, dijo al Boletín de Ciencias Atómicas que Irán "no permitirá a nadie entrar en los complejos militares".
Como dato positivo merece destacarse que la OIEA ya visita determinados sitios nucleares de Irán, pero Occidente quiere profundizar las inspecciones en ese país.
Tras la firma de un documento definitivo, el Congreso de Estados Unidos tendrá 30 días para deliberar sobre cualquier acuerdo que se pacte con Irán. Pero este plazo podrida aumentar a 60 días en caso de que el acuerdo sea firmado a partir del 9 de julio por el receso del verano boreal.
El presidente estadounidense, Barack Obama, se mostró optimista sobre un posible pacto pero advirtió: "Nos retiraremos de las negociaciones si el resultado es un mal acuerdo".
Sin nombrarlo, Obama parecía referirse al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien mantiene una tensa relación con la Casa Blanca a causa de las negociaciones con Irán.
Durante un discurso pronunciado ante el Congreso estadounidense, Netanyahu advirtió sobre los costos que traería un "mal acuerdo" con Irán para Occidente.
"No es sólo una cuestión israelí, es mundial, porque todo el mundo va a verse amenazado por el Estado terrorista más importante de nuestra era, que va a conservar infraestructura no para producir una bomba nuclear, sino muchas", dijo Netanyahu en abril a varios medios estadounidenses.
En este nuevo escenario internacional, hay quienes temen que Occidente alivie las presiones para que Teherán respete la vigencia de los derechos humanos en ese país.
"El pacto no frenará la lucha por los derechos humanos", dijo la activista y abogada iraní, Nasrin Sotudeh, Premio Sajarov del Parlamento Europeo 2012, en declaraciones formuladas al diario español El País.
Si finalmente si se logra un buen acuerdo con Irán, el presidente Obama saldrá victorioso, dado que obtendrá una de las metas más importantes de la política exterior de su gobierno.
Gracias al pragmatismo de Obama, el gobierno norteamericano ha restablecido las relaciones diplomáticas con Cuba después de más de medio siglo, a lo que se sumará probablemente el pacto conseguido con Irán.
De todos modos lo de Teherán será mucho más significativo porque repercutirá favorablemente en el mapa político de Medio Oriente, asolado por las milicias del Estado Islámico (EI) que estableció un califato entre Siria e Irak para aplicar la sharia, ley islámica.
Preocupado por el avance del EI en Medio Oriente, Teherán envió a decenas de milicias chiitas que reconquistaron la ciudad iraquí de Tikrit, donde nació el ajusticiado presidente Saddam Hussein, aunque no colabora directamente con Estados Unidos.
Por lo tanto, se espera que un acuerdo entre el Grupo 5+1 y el gobierno persa contribuya también a estabilizar esa convulsionada región del planeta, asolada por el fundamentalismo islámico.
Después de 12 años de negociaciones, el posible pacto podría llegar un mes antes de que se conmemore el 70 aniversario del lanzamiento de la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945
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