Inundaciones en Bahía Blanca: el rol clave de las alertas de un Servicio Meteorológico desguazado por el Gobierno

Inundaciones en Bahía Blanca: el rol clave de las alertas de un Servicio Meteorológico desguazado por el Gobierno

Un análisis sobre el funcionamiento del sistema de alerta temprana ante la tormenta, desde la mirada de expertos y la vivencia de vecinos. Qué mejoras requiere, en un contexto global de cambio climático y local de desguace del organismo.

 

Tais Gadea Lara

“Nunca sabremos cuántas vidas salvó el suspender clases y actividades tras la alerta naranja”, dice María Eugenia Rodríguez, habitante del barrio bahiense Palos Verdes: “Lo peor del temporal, cuando desbordaron los cursos de agua, coincidió con el horario en que hubiesen abierto las escuelas. En ese lapso, la alerta pasó a ser roja. Sin esa suspensión de actividades podría haber sido una catástrofe de muchísima mayor escala”. 

Las inundaciones que siguieron a las intensas precipitaciones del pasado viernes 7 marcaron un antes y un después para Bahía Blanca. Al momento, 16 personas perdieron la vida, más de 100 están siendo buscadas, y 963 han sido evacuadas. 

Hay zonas que aún se encuentran bajo agua, otras en las que el lodo todo lo dificulta. “Eran las 3 de la mañana del sábado cuando terminamos de sacar el agua de la casa”, recuerda Fernanda Berón, vecina del barrio Pedro Pico: “Así aprendimos que el agua se va, pero el desastre queda”. 

La ubicación de la ciudad en la cuenca inferior del canal Maldonado y del arroyo Napostá y la falta de obras públicas que faciliten el drenaje y eviten la acumulación de agua ante precipitaciones intensas incrementaron la exposición de la ciudad ante una lluvia de magnitud extraordinaria. En total y en menos de 12 horas, cayeron 290 milímetros (mm), la mitad de lo que suele llover en todo un año en Bahía Blanca.

Ayer, un estudio preliminar de ClimateMeter —proyecto del Laboratorio francés de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente que analiza eventos meteorológicos extremos desde una perspectiva climática— evidenció que el cambio climático potenció las inundaciones de marzo en Argentina. “Atribuimos el aumento de las precipitaciones en esas inundaciones principalmente al cambio climático provocado por el ser humano”, reportó. 

“En el contexto del cambio climático, vamos a tener cada vez más eventos de este tipo. No los podemos evitar, no está al alcance de la humanidad evitarlos, pero sí podemos prepararnos mejor”, afirma Federico Robledo, investigador del Centro de Investigaciones del Mar y de la Atmósfera (CIMA) y docente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. 

El sistema de alerta temprana del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) tuvo un rol clave en la preparación de la tormenta del viernes. La ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich lo cuestionó: “Lo más importante de todo es que no hubo una alerta. No hubo una alerta del Servicio Meteorológico de alerta roja hasta ya bastante entrada la tormenta”. Para los vecinos y los expertos, la realidad fue otra. 

Mientras las acciones están enfocadas en responder a la emergencia de las necesidades más inmediatas y en dar los primeros pasos de reconstrucción de la ciudad, ¿qué aprendizajes deja el uso del sistema de alerta temprana del servicio para el futuro y para otros municipios? ¿Qué se puede cambiar o incorporar para estar mejor preparados ante eventos que ya son intensificados por el cambio climático? Crónica de una tormenta en la que la información científica salvó vidas. 

La alerta antes de la tormenta

A las 22:42 del jueves, Rodríguez twitteó “Ahora. Hay alerta de apocalipsis en Bahía Blanca”. “¿Qué te llamó la atención de la alerta?”, le preguntamos. “Que era naranja”. 

El SMN elevó la alerta amarilla —que se había anunciado desde el miércoles— a naranja a las 18:49 del jueves 6. Las condiciones atmosféricas predominantes en la región eran de aire húmedo, inestabilidad y frente frío estático. De haber lluvias, serían torrenciales. 

Tal como define el organismo, se pasó de unas posibles lluvias con capacidad de daño a una que podía ser peligrosa para la sociedad, la vida, los bienes y el ambiente. Se pasó de una situación en la que las personas debían informarse sobre la tormenta a otra en la que debían prepararse para la tormenta. 

Para los vecinos de Bahía Blanca, las alertas no son algo nuevo. 

“Desde diciembre de 2023 todo cambió para nosotros”, dice Pannelli refiriéndose al temporal con fuertes vientos que afectó la ciudad y agrega: “Nunca antes habíamos vivido algo de semejante naturaleza. Desde entonces, muchos instalamos la app del SMN y nos vamos avisando si hay alertas”. “Posterior a ese temporal, los bahienses aprendimos ´por las malas´ a estar atentos a las alertas”, señala Federico Tucat, habitante del barrio El Maiten y agrega: “Con el cambio de amarillo a naranja, el cambio de humor social fue notorio. Por las redes sociales ya muchos daban cuenta que podía ser peligroso. En los grupos de WhatsApp circulaba la información que podía llover mucho”.

El Sistema de Alertas Temprana del SMN, como herramienta que ofrece información ante la posible ocurrencia de una amenaza meteorológica, busca ser útil a la toma de decisiones. Con la alerta naranja, el Municipio de Bahía Blanca suspendió clases y otras actividades determinadas y solicitó a la ciudadanía restringir la circulación al máximo.

“Hoy estamos hablando de menos cantidad de muertos porque con la alerta se tomaron medidas pertinentes”, señala un meteorólogo del SMN. Aún cuando Berón no suele estar atenta a las alertas, la medida la sorprendió: “Semejante decisión, en alcance e impacto, me hizo saber que lo que venía era muy grave… pero no alcancé a imaginar esa magnitud en tan corto tiempo”. 

Rodríguez recuerda: “La noche del jueves me fui a dormir inquieta, hablando con amigos y familiares sobre qué iba a pasar, sobre cuán certera iba a ser la alarma. Lo fue”. 

La alerta roja del día de la inundación

El agua comenzó a caer a las 4 de la mañana. “Mi esposo se despertó a las 5 y llovía. Ya no teníamos energía eléctrica”, relata Berón. “La mayoría de mis amigos y vecinos estaban despiertos. En seguida notamos que era una situación excepcional. A medida que pasaban las horas todo se volvió más dramático. Empezaron a circular pedidos de no salir”, recuerda Tucat. 

La lluvia torrencial inició a las 06. Una hora más tarde el municipio reiteró la suspensión de todas las actividades y solicitó encarecidamente a la población mantenerse a resguardo. 

En cuatro horas cayeron 210 mm de lluvia. El promedio anual para Bahía Blanca es de 600 mm. 

“Un rato antes de las 07 nos habían comunicado que había inundaciones en la ciudad porque se habían desbordado los canales. Entonces, como ya había una situación muy peligrosa, ya la cantidad de lluvia caída superaba lo pronosticado al momento y se esperaba que continuase lloviendo de manera intensa durante las siguientes horas, se decidió elevar la alerta a rojo”, relata otro meteorólogo del SMN.

¿Era ya tarde, como sugirió la ministra de Seguridad? 

La alerta roja significa que los fenómenos pueden provocar emergencias o desastres. El experto explica que está dirigida principalmente para las defensas civiles y subraya que, ya con la alerta naranja, se deberían tomar las máximas precauciones porque advierte que la vida de los ciudadanos está en peligro.

Las escalas de las alertas. Servicio Meteorológico Nacional

“No recuerdo horarios, pero para las 10:30 ya estaba entrando agua a casa. Habíamos escuchado en la radio a pilas que había desbordado el Canal Maldonado. Una hora más tarde nos mudamos al altillo. Llevamos agua, fruta y abrigo”, cuenta Berón. “Al rato, llegaron una vecina y su hijito, y un poco más tarde, después de caminar seis cuadras con el agua hasta la cadera, llegaron su sobrino con la pareja, el hijo de casi dos años, y la mascota. Darles la bienvenida al improvisado refugio, fue el momento más emocionante y angustiante de la jornada”.

La alerta que puede mejorar

Los países con sistemas de alerta temprana multirriesgo menos exhaustivos tienen una tasa de mortalidad relacionada con desastres casi seis veces mayor a aquellos con sistemas sustanciales a exhaustivos, según un informe de 2024 de la OMM. 

No se trata aquí del sistema de un servicio meteorológico, sino de una estrategia más amplia como política de Estado que tendría que incluir a varios actores para su puesta en práctica. Los servicios meteorológicos sirven a ellos como información primera para la acción. 

La diferenciación es importante a la hora de pensar qué mejoras podrían hacerse.

·       Educar en meteorología. “El problema es que vivimos como en una paranoia constante por la cantidad de alertas amarillas que recibimos y que no se cumplen. Entonces, algunos comienzan a relajar, porque ya es relativo”, comparte Pannelli. Los otros vecinos consultados coinciden en el diagnóstico: la abundancia de alertas satura y puede llevar a un efecto no deseado de desconfianza en el sistema.

Uno de los meteorólogos argumenta que por situaciones como éstas es importante formar a la ciudadanía en información meteorológica: qué es una alerta, qué significa cada color, qué se debe hacer, por qué algunos pronósticos no se cumplen allí donde no está uno.

Del mismo modo, algunos vecinos expresan la necesidad de que las alertas incluyan expresamente qué debe hacer la población. “Aún cuando la app indica medidas de prevención, nosotros brindamos información meteorológica, la decisión sobre qué debe hacer la ciudadanía corresponde a las autoridades en función de las amenazas que cada evento representa”, explica el meteorólogo.

A la par que el SMN informa a la ciudadanía, notifica a las autoridades nacionales y provinciales, que luego debieran transmitir el mensaje a las municipales.

Las medidas de prevención debieran ser también correctamente difundidas por los medios de comunicación. En tiempos de desinformación, Tucat señala: “Desde el minuto cero de la inundación empezó a circular todo tipo de información falsa, desde el estado del agua a la cifra de fallecidos. Eso nubla la información real que en emergencia es vital que circule”.

·       Analizar tipos de alertas complementarios. La ministra de Seguridad sugirió la intención de crear un sistema que envíe un aviso al celular cuando hay una alerta.

Si bien no dieron más detalles, se entiende que no se trataría de la notificación que uno puede recibir de la app del SMN, sino de una tecnología similar a la que se utilizan en otros países a través de las compañías de telefonía celular.

Pero algo así en Argentina podría entrar en conflicto con la Ley de Protección de los Datos Personales, o al menos dar lugar al debate sobre cómo emplearlo.

·       Garantizar el acceso a las alertas para todos. “Mi mañana de viernes fue de absoluta angustia e impotencia. Vivo en las afueras de la ciudad. No podía comunicarme con parte de mi familia y amigos. Nosotros estábamos bien, pero sin saber del resto”, recuerda Pannelli.

Su relato lo hemos escuchado en muchos otros vecinos a lo largo de estos días. El corte del sistema eléctrico y de los servicios de telefonía móvil dificultaron la comunicación entre seres queridos. La radio a pilas significó para muchos, como Berón, la única manera posible de mantenerse informados.

“Creo que sería bueno no confiar tanto en las nuevas tecnologías y buscar alternativas. Hay mucha gente mayor que no tiene acceso a una app o a redes sociales”, sugiere Tucat.

La situación se agrava para aquellos que viven en condiciones más vulnerables. Robledo recomienda diversificar las fuentes de información para lograr mantenerse siempre informados.

El informe de la OMM enfatiza la necesidad de desarrollar sistemas de alerta temprana comunitarios que sirven a la acción anticipatoria en comunidades remotas y satisfaga sus necesidades y preferencias.

·       Llevar los sistemas a las comunidades. En Bahía Blanca, las alertas del SMN forman parte de las comunicaciones entre vecinos. “Lo más potente es el chat de WhatsApp con 300 vecinos del barrio, en el que enseguida se envía captura de la información del SMN o de la municipalidad”, cuenta Rodríguez y agrega: “Nos enojamos entre nosotros cuando alguien comparte información de fuente no oficial”.

Para Robledo, hay que profundizar el trabajo con las comunidades de las zonas directamente más afectadas, construyendo con ellas un sistema de alerta temprana que se lo terminen apropiando. Esa es la labor que intenta llevar a cabo en “Anticipando la crecida”, un proyecto interdisciplinario creado en 2012 con el objetivo de contribuir en la gestión de riesgos ante desastres asociados a inundaciones por sudestadas y lluvias intensas en el Área Metropolitana de Buenos Aires.

“Nadie más que las personas de un barrio saben cuáles son las calles que se inundan ante precipitaciones intensas”, explica. A través del proyecto, trabajan con las comunidades en la interpretación de una alerta, el monitoreo a través del desarrollo de pluviómetros, el conocimiento del riesgo local.

Durante la crecida fuerte del Río Matanza, uno de los barrios con los que trabajaron pudo hacer una evacuación en seco, es decir, pudo evacuar antes de que entre el agua. “La gente tenía información sobre cómo se estaba comportando el río, cuánto había llovido y pudo tomar decisiones a partir de ello”, cuenta y agrega: “Tiene que haber tecnología y, al mismo tiempo, una comunidad sensible, organizada, solidaria porque sólo con tecnología no alcanza”.

En el informe de la OMM, la Argentina figura como uno de los países que ha reportado contar con un sistema de alerta temprana multirriesgo. La pregunta es cuánto realmente se está considerando e implementando bajo un gobierno que niega la ciencia del cambio climático, desmantela las áreas científicas y pone en riesgo la supervivencia de la fuente informativa primaria de acción. 

La alerta ¿que puede desaparecer?

Bajos salarios. Despidos. Reiterado desprestigio a la ciencia y negación del cambio climático por parte de las autoridades. Incertidumbre constante. Son algunas de las condiciones que describen profesionales del SMN que, justamente por ellas, con gusto nos informan sobre la tormenta del viernes, pero que nos piden resguardar su identidad. 

El presupuesto ejecutado y destinado al SMN tuvo una caída de 33,1% durante 2024 y enfrenta un mayor deterioro este año que llega al 34,4%, según un informe del Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación. La disminución acumulada desde 2023 es de 56,1 puntos.

La situación no se limita al SMN. Se repite en otras instituciones científicas vinculadas directa o indirectamente con el tiempo y el clima, como el CONICET, el INTA, el INTI. Esto genera, además, una fuga de profesionales fundamentales en tiempos de crisis climática en los que más se los necesita en el país.

Sólo en el proyecto “Anticipando la crecida”, desde que asumió Javier Milei, pasaron de ser 17 a 11 personas porque, cansados de la situación, algunos decidieron buscar oportunidades en otros países y/o sectores.  

A la crisis del equipo profesional que sostiene el SMN se le suma una crisis de las herramientas técnicas. La falta de mantenimiento de los radares preocupa a los meteorólogos del organismo.

“Hoy se sostienen las alertas del SMN por la voluntad de sus trabajadores y porque el material tecnológico aguanta un tiempo. Si esto no se sostiene, tengo mis serias dudas en si en tres o cuatro años vamos a tener alertas. Por un lado, porque el personal se puede terminar yendo entre el desgaste y los bajos salarios. Por otro lado, porque el mantenimiento de toda la tecnología es costoso”, analiza preocupado Robledo y subraya: “El sistema de alerta temprana en Argentina está en riesgo en este momento. No hay duda de eso”.

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