El macrismo convive con rumores de cambios en el gabinete y especulaciones sobre posibles modificaciones en políticas económicas puntuales. Una radiografía completa del gobierno de Cambiemos
– ¿Es verdad que (Alfonso)Prat Gay renunció el lunes por tercera vez?
– No creo, el miércoles participó del partido de fútbol de la quinta de Olivos ( lo juegan en forma semanal los funcionarios PRO). Hizo un gol y hasta se quedó a comer el asado del tercer tiempo.
– ¿Y (Juan José) Aranguren?
-Responder sobre Juanjo tiene otro precio (risas). Él vive renunciando, no porque no tenga aguante, sino porque no quiere perjudicar al Presi y al Gobierno y siente que su falta de oficio para explicar las cosas no ha servido. Pero Mauricio no lo va cambiar.
– ¿Ahora o nunca?
-En el pensamiento íntimo del Presidente, la idea es seguir con este gabinete por lo menos hasta marzo y eventualmente hacer algún cambio en función de las elecciones, por si algún ministro es candidato. Igual, la clave nuestra pasa por otro lado: lograr que Cristina (Kirchner) siga ocupando el centro de la escena. Mientras nuestro enemigo sea la ex Presidente, la cuenta está paga. Además la economía ya pasó el desierto. Lo peor lo dejamos atrás. El año que viene habrá otros números económicos: el campo va a tener una de las mejores cosechas de la historia y los aumentos de tarifas van a ser graduales. El Presidente entendió.
– ¿Entonces no hay cambios ahora?
-No. A Mauricio le gusta mantener el mismo equipo. Además, si se dijo que era el mejor gabinete de los últimos 50 años no se lo puede andar cambiando todo el tiempo.
Es verdad que el Presidente cambió, pero no se sabe mucho porque, curiosamente, el Gobierno no quiere que se sepa para "no poner nerviosos a los inversores y a los mercados" (la frase original fue pronunciada por Domingo Cavallo en 1992). En nombre de las inversiones, el macrismo no comunica que ha decidido frenar el ajuste, apaciguar la revolución de tarifas de los servicios, seguir emitiendo sin techo, sostener y aumentar todo el sistema de planes de ayudas sociales, pagarles la reparación histórica a los jubilados y poner en marcha un gran programa de obras públicas. Pensando en el proselitismo electoral 2017, el Gobierno ha decidido mutar la piel, desempolvar a Axel Kicillof y seguir para adelante.
¿Quién paga la fiesta? Los economistas dicen que hay una diferencia grande con Cristina: como el kirchnerismo se había peleado con el mundo, no podía endeudarse y emitía, produciendo inflación. Como Macri hizo un buen roadshow de cambio de paradigma en los primeros 90 días de gestión, todos le prestan al país. El economista José Luis Espert calcula que la deuda del gobierno nacional y de los provinciales ya está cerca de los 30.000 millones de dólares (la mitad fue por el acuerdo con los buitres) en nueve meses. Y faltan tres hasta diciembre. La deuda también explica el apoyo emocionado de muchos gobernadores a la Casa Rosada.
Otra diferencia con el kirchnerismo es que volvió el fútbol a Olivos. En el caso particular del último miércoles faltaron jugadores clave: el Presidente -estaba en una cena y además se encuentra en observación por su rodilla operada-, Marcos Peña – daba su informe de gestión en el Congreso- y Emilio Monzó -presidía la sesión de Diputados en la que exponía el jefe de Gabinete y también sufre lesiones de rodilla-. Los equipos siempre son dos y usan la camiseta de la selección argentina: unos visten la albiceleste tradicional y otros, la azul suplente. No formar parte del partido es estar afuera de todo. Concepción de la política que viene del menemismo y que ha permanecido con el duhaldismo, el kirchnerismo, se interrumpió con Cristina y volvió con Macri.
Iván Pavlosvky, hombre del Presidente desde hace 30 años, uno de los funcionarios más respetados en el mundo PRO, arquero por adopción, es el encargado de armar los equipos. Se entiende, le sobra tiempo: el Presidente habla cada vez menos en reportajes, sus contactos con algunos periodistas son directos y Peña intentó dejarlo fuera de la gestión, pero por suerte eso no sucedió. El equipo original de prensa que PRO usó en la campaña electoral fue desmantelado por Peña y reemplazado por otro en diciembre.
Nueve fuentes consultadas para este artículo -de la propia coalición de gobierno de Macri- creen que deben producirse urgentes y rápidos cambios en la gestión. Ya ni siquiera se trata de un tema de nombres. Leales como corresponde al Presidente que los nombró, ninguno de ellos lo dirá en público, pero en privado exhiben una fuerte decepción. No por nada el viernes PRO armó la reunión del partido nacional en San Juan. La postal de todo lo que pasó no es menor: el jefe de Estado, el líder natural y real, no formó parte del convite; el discurso más importante de la reunión lo dio un publicista, Jaime Durán Barba, y el indomable viento Zonda local impidió que el vuelo de María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta llegara a tierras cuyanas. El encuentro fue en los hechos el sueño del filósofo Alejandro Rozitchner: nada de política, ausencia de los verdaderos líderes y mucho marketing. Casi una reunión de tupperware para animar vendedores.
El discurso de Durán Barba -probablemente en su mejor momento profesional- fue la primera enunciación pública del Gobierno sobre su credo y religión. Para aquellos que criticaban a Macri por carecer de un plan maestro de gestión y de acción política, apareció el ecuatoriano en escena: dijo que estaba (gratamente) sorprendido de que el Presidente tuviera niveles de aceptación del orden del 60% después de "tomar las medidas que tomó" y que nunca había visto algo así; volvió a utilizar su teoría de desconocer la importancia del "círculo rojo" para justificar que el tarifazo y su supuesto costo político no fue tal en la gente común; reconoció errores -algo no habitual en política-, pero en lo que fue el concepto más fuerte del día explicó que un candidato puede equivocarse al hablar de la deuda externa, pero no al adoptar un perro: "Si lo patea y eso sale en Facebook, pierde las elecciones", dijo antes de agregar que si un candidato se encuentra un can y lo incorpora a la campaña, el "perrito gana muchísimos votos" (sic de la nota de ayer en Clarín del colega Guido Carelli Lynch). Para futboleros: esto es "Bilardismo" en estado puro. Ganar por ganar sin importar cómo ni cuándo, en los términos de la disputa filosófica que en los 80 iniciaron Carlos Bilardo y César Luis Menotti.
Traduciendo a Durán Barba
-El ecuatoriano es la figura que más entusiasma a la gente de PRO. Probablemente más que el propio Macri. Esto es inédito. No debe haber antecedente en el mundo de un partido político conducido emocionalmente por un publicista. Y menos estando en el mismo evento la vicepresidente de la Nación, el jefe de Gabinete y el Ministro del Interior…
-En ese sentido (el emocional) deben interpretarse los números de las encuestas que mostró Durán Barba en San Juan. La idea era levantarle el ánimo a la muchachada PRO y en esa estrategia no se debe preguntar el nombre del encuestador, el número de casos consultados ni la metodología empleada en el sondeo. Lo que sí se sabe es que hoy no hay encuestadoras en Argentina -con trabajos publicados e impresos con sello y firma- que le den al Presidente y al gobierno niveles de aceptación del 60%, ni que digan que no se ha registrado una caída de imagen en los últimos 45 días. Del mismo modo son muchos los trabajos que muestran una amplia mayoría de la ciudadanía a favor de terminar con la "demagogia energética", pero al mismo tiempo, entre un 70 y 80% de los consultados está en contra de la metodología aplicada por el Gobierno para hacerlo. ¿El tarifazo del gas sólo afecto al círculo rojo?
-La metáfora del perro explica todo. Ahora se entienden la imprevisión y la improvisación en la aplicación del aumento de los servicios públicos. A los ahora funcionarios PRO que era más importante cómo tratar a un perro en público que ocuparse de la gestión. El post más promocionado y trabajado por la Casa Rosada durante el verano fue la foto del perro Balcarce en el sillón presidencial. ¿El círculo íntimo del Presidente se ocupó más de Balcarce que de los aumentos de tarifas que preparaba Aranguren? Las consecuencias están a la vista…
-La devoción casi religiosa de Durán Barba y Marcos Peña por las redes sociales -en particular por Facebook– ya es un dato político central y no una recomendación de campaña. Están convencidos de que los medios tradicionales de comunicación no tienen futuro. Ni siquiera inmediato. Y se lo dicen a quien quiera oírlo, incluso a propietarios, editores y periodistas. Y las consecuencias se ven: las conferencias de prensa sobre temas importantes son cada vez menos, el Presidente hace semanas que no da reportajes y el último fue por Facebook (el del fallido sobre la dictadura). Recuerdos del futuro: no es este el primer Gobierno que pronostica el fin de los medios tradicionales y que propone puentearlos a través de las redes sociales y el contacto personal. El kirchnerismo pensaba igual. Por suerte para los argentinos, la saturación de cadenas nacionales de Cristina prácticamente inhabilitó el recurso.
Volviendo al principio de este artículo, es verdad que el Presidente cambió después del fallo de la Corte sobre el gas: Gustavo Lopetegui y Mario Quintana incrementan día a día su influencia en la gestión. Los ministros prefieren hablar con el Presidente directamente cuando el tema es muy serio o con los dos ex CEOs cuando necesitan una rápida respuesta. Marcos Peña entra en escena cuando algo debe comunicarse -tiene el control militar junto a Jorge Grecco sobre quién, cuándo y cómo habla a través de un Whatsapp grupal con los ministros-, o cuando el Presidente le deriva un tema. El jefe de Gabinete es el hombre en quien más confía Macri.
El gabinete económico es raro. cuando no está el Presidente, a las reuniones no asiste Alfonso Prat Gay, el más importante de sus integrantes. Las decisiones clave de política económica las toman Quintana, Lopetegui, y Gustavo Marconatto (el 2 de Prat Gay) en la oficina del jefe de Gabinete. El ministro de Finanzas no concurre a ese despacho. Dicen que entre Peña y Prat Gay no hay ni un sí ni un no: no se hablan.
Si fuera por el jefe de ministros, hay dos funcionarios que ya no formarían parte del gabinete: Prat Gay -por cortase "solo" en temas de comunicación- y Patricia Bullrich, ya que Peña no comparte las ideas de la ministro de Seguridad sobre cómo debe conducirse a las fuerzas policiales y de seguridad. Paradójicamente, Bullrich permanece firme en su puesto justamente por lo contrario: el Presidente sí coincide con Bullrichy ya fueron varias las veces que pidió que las calles sean liberadas de cortes.
La rama política del Gobierno hace la suya: Rogelio Frigerio soporta la situación de prometer cosas que después la Jefatura de Gabinete y el ministerio de Hacienda ponen en duda. Emilio Monzó se atrincheró en el Congreso y ya todo el mundo sabe que está totalmente en desacuerdo con la forma en que se está manejando el Gobierno. Se lo dijo a todos en una reunión hace un mes y medio y al Presidente en privado. No es el único: "Lilita" Carrió y Ernesto Sanz piensan igual. Y para sorpresa de muchos, uno de los mejores amigos del Presidente, Nicolás Caputo, también ha sugerido cambios. ¿Significa este cuadro que el macrismo enfrenta una crisis política o que puede estar en peligro su posición electoral dominante el año que viene? Para nada.
El Gobierno tiene un cheque en blanco que le entregó la vida: Cristina Kirchner, la que le permitió a Macri crecer, desarrollarse y llegar a la presidencia, ocupa cada vez más el centro de la escena. En la Casa Rosada le ponen velas a varios santos para que Cristina no vaya presa antes de octubre del año que viene; quieren que se pueda presentar a las elecciones legislativas como senadora por la provincia de Buenos Aires. ¿Podrá eso ser posible? Con la suerte y la falta de oficio que ha mostrado el gobierno en su relación con la justicia, cualquier cosa puede suceder.
Lo que más necesita el macrismo es la cobertura mediática de la desventuras de Cristina, antes que una decisión judicial firme y seria como la que saldría esta semana: la posible citación a indagatoria de la ex mandataria (adjuntar la causa, el nombre del fiscal o el juez ya no son necesarios). A veces la estrategia de Macri vs. Cristina no funciona del todo. Ni siquiera el Gobierno, criticándola, pudo darle aire a la fracasada marcha de la resistencia K de este fin de semana.
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