Con pocas semanas de diferencia y como ocurrió con el paso del ministro de Educación, Nicolás Trotta, otra visita ubicó a los funcionarios nacionales cara a cara con la furia y descontento de los grupos de manifestantes. Esta vez, sin embargo, la violencia trepó hasta la figura del hombre más importante del país: el presidente Alberto Fernández.
El mandatario nacional sufrió, al mejor estilo de lo que le ocurría a su antecesor, Mauricio Macri, el embate de la intolerancia que con piedrazos y cánticos atacó el vehículo con el que pretendía recorrer, en esta oportunidad, la zona de los incendios. Una seguridad que no dimensionó el polvorín chubutense (o lo dejó correr en favor del mejor ombligo), dejó a Fernández atrapado en el fuego cruzado de una errante dirigencia que alienta la violencia a partir de la incapacidad de alinear sus objetivos con la agenda ciudadana.
¿Quién es, de visita en una provincia, el responsable de la seguridad presidencial? ¿Quiénes deben garantizar la integridad física de la comitiva nacional? ¿Qué opinará el propio Alberto Fernández de los ataques que recibió el traffic en la que viajaban él y su esposa, Fabiola Yañez? ¿Hubo infiltrados en los incidentes registrados este sábado?
"Repudio la violencia contra el Presidente y su comitiva en Chubut, quienes viajaron para garantizar la respuesta del Estado nacional frente a los incendios. Incomprensible y recurrente comportamiento antidemocrático de aquellos que se oponen a la minería en la provincia", tuiteó ayer en todavía dolido ministro Trotta.
Chubut se ocupó otra vez de escapar a todos los manuales y protocolos. La visita presidencial de este fin de semana expuso las internas sumergidas en el barrio de la política y las ambiciones, incluidas las del lejano 2023. La tensión dentro del PJ provincial, el desarraigo del gobernador Mariano Arcioni del entorno presidencial, las aguas divididas en torno al debate minero y el posicionamiento del propio Presidente a favor de la zonificación en febrero pasado; alinearon los planetas a favor de una inoperante seguridad que puso en riesgo la integridad del Presidente de la Nación.
El viernes último, funcionarios provinciales e intendentes cordilleranos se llenaron la boca hablando del trabajo conjunto de Nación, Provincia y municipios para solucionar el desastre originado por los últimos incendios. Un poco de cosmética que duró escasas horas. Un día después, el papelón generado en torno a la visita presidencial dejó en evidencia que las internas siguen a la orden del día.
La falta de coordinación y de un trabajo mancomunado dejaron nada menos que al Presidente de la Nación, la persona más importante del país, expuesta una situación de vulnerabilidad que pudo tener consecuencias más graves que los destrozos provocados en el vehículo oficial.
Chubut es desde hace tres años un polvorín a punto de explotar a causa de su crisis económica y el atraso salarial. Con este telón de fondo, lejos de su agenda está debatir en serio el futuro de su matriz productiva por los caminos institucionales que corresponden y con los representantes elegidos, que deben estar pensando en los ciudadanos.
Este panorama se vio agravado por la desgracia de vecinos de la Comarca Andina que perdieron todo a causa de un voraz incendio como no se había visto en muchísimo tiempo. Y la clase dirigente –responsable del estado en que está la provincia- siguió jugando el juego de las chicanas.
¿Quién convenció al Presidente de venir a Chubut en este contexto de crisis, luego de que un mes atrás su ministro de Educación, Nicolás Trotta, había tenido que salir de la misma manera rodeado por manifestantes que agredían su vehículo en Rawson? ¿Quiénes fueron los responsables de la organización, determinar el lugar de arribo, el recorrido posterior y los lugares a visitar? ¿Quién organizó el operativo de seguridad para proteger la personalidad más trascendente de la Nación?
La lista de desaciertos fue tal que una visita que debió haber estado enfocada en la ayuda nacional para los damnificados por el fuego, tuvo como tema central un ataque a la figura presidencial y su comitiva, a causa de la desinteligencia de todos los responsables de la organización. No fueron capaces de prever la reacción de la gente y hacer un operativo preventivo. Pensar otra opción, sería creer que se trató de una emboscada premeditada, algo aún mucho más grave.
Surgieron, entonces, las justificaciones. A tono con las internas, el ministro de Seguridad de Chubut, Federico Massoni, culpó a un cambio de itinerario de dos enemigos políticos: el intendente de Lago Puelo, Augusto Sánchez, y el diputado nacional y principal referente de La Cámpora, Santiago Igón.
Los acusó de "no cumplir con el itinerario" previsto de antemano. En este marco, explica que “cada vez que hay una visita presidencial, por lo general se ponen en contacto para que la seguridad provincial respalde. No es casual, es una norma que deben cumplir ”. Sin embargo, Massoni aseguró que “nunca me notificaron de la visita del presidente”. Integrantes de la ceremonial de provincia “me avisaron ayer y lo que se resolvió fue enviar parte de la cúpula policial a la zona para que ellos averiguen allá”.
CRÍTICAS CRUZADAS
En el Gobierno nacional, en tanto, apuntaron directamente al gobernador Arcioni. Aseguraron que la comitiva presidencial conocía de antemano que la presencia del gobernador podía enardecer a ese grupo de manifestantes, en un conflicto que viene caldeado desde hace varios días. Y que por ese motivo le pidió al mandatario provincial que no fuera a la actividad. “Pero Arcioni fue igual”, aseguran.
Cerca de Fernández también cuestionaron al gobernador por la falta de seguridad. "Nosotros podemos llevar custodia presidencial, pero el cerco policial debe ponerlo la provincia", dijo un asesor que vivió el episodio en primera persona. Otro ladero de Fernández acotó: “La provincia no puso un solo policía. La gente iba a venir a insultar a Arcioni por la megaminería. Le dijimos al gobernador que no viniera, que queríamos estar directo con la gente y con los intendentes, pero vino igual y se armó el quilombo ”.
¿Cuál fue el rol de la custodia presidencial? En la Casa Rosada reconocen que el viaje se armó con poco tiempo y que por ese motivo no se trasladó un amplio operativo, aunque un portavoz oficial aseguró que el viernes a la noche -cuando se decidió ir a Chubut- sí existió una “avanzada” al lugar. “Serían unos ocho efectivos, entre Casa Militar y la Federal”, dijo otro importante funcionario. Otro portavoz oficial admitió: “Lo de la seguridad lo va a revisar la Casa Militar”.
¿Hubo infiltrados en la protesta antiminera? Uno de los referentes de los manifestantes antiminería responsabilizó este sábado a la "patota de la Uocra" por los episodios de violencia que se produjeron en Chubut, que incluyeron ataques contra el presidente Alberto Fernández. "Vino una patota de la UOCRA comandada por punteros políticos de Lago Puelo", afirmó Gustavo Castro, director de Hábitat y Tierra de Lago Puelo, a través de un video que grabó para la agencia de Noticias RedAcción.
Según Castro, los sindicalistas de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) fueron los que atacaron a los vecinos del lugar que se movilizaron contra la actividad minera en la zona. "Durante la marcha los vecinos estábamos gritando y la Uocra empezó a cagar a palos a todos los vecinos. Me empezaron a cagar a palo, tengo identificado a todos los que me cagaron a palos, todos punteros de acá de Lago Puelo más los de Esquel , de la Uocra ", remarcó Castro.
"Hay 300 familias que se quedarán sin nada y nos vienen a cagar a palos", se quejó. Castro salió a hacer pública su acusación tras los ataques contra la combi que trasladaba al presidente Fernández y su comitiva, quienes supervisaron en el lugar la situación por los incendios que a varias localidades de Chubut.
Sin embargo, los videos muestran a grupos antimineros atacando a la traffic en la que viajaba el Presidente. Ahora la mirada está puesta en la investigación judicial y en las responsabilidades. Estos grupos radicalizados no hicieron nada diferente a lo ya ocurrido, como las agresiones a la casa del diputado provincial y prominero Rody Ingram en horas previas a la convocatoria a la última sesión en la Legislatura.
SUMAR CAOS
En esta provincia caótica, hay más pimienta: la dirigencia del Partido Justicialista vive una interna feroz , con actores que se juegan su futuro político poniendo en juego muchas veces la gobernabilidad. En esa lucha de poder está metida buena parte de los intendentes, diputados nacionales, varios legisladores provinciales, gremios y por supuesto, actores del gobierno nacional y del gobierno provincial.
A modo de contexto, vale recordar los hechos ocurridos en el fallido tratamiento de la ley de zonificación en la Legislatura hace una semana, con atentados a casas de diputados, y cortes de rutas nacionales, en medio de acusaciones cruzadas entre distintos protagonistas de la política .
Viene a cuento repasar los mensajes mediáticos de dirigentes como el presidente del PJ, Carlos Linares, que habló de “mucho olor a verde” en Rawson, dando vuelta a su histórica postura a favor de la minería. Ahora, enfrentado con Arcioni, se dio vuelta y amenazó con sanciones a sus viejos amigos militantes del PJ, que defienden la zonificación.
Y luego la respuesta del vicegobernador Ricardo Sastre, acusándolo de hacer un papel lamentable e irresponsable por tirar “leña al fuego”.
En la jornada de hoy, donde los graves acontecimientos contra el Presidente fueron protagonizados por manifestantes antimineros, hubo muchas expresiones de repudio a la violencia ejercida en Lago Puelo. Allí se destacó el tuit del diputado prominero Carlos Eliceche, quien llamó “a la reflexión de todo el arco político para terminar con estos pequeños grupos violentos e intolerantes”. ¿A qué dirigentes habrá estado dirigido ese mensaje?
A esta interna del peronismo chubutense, agravada y exacerbada por la cuestión minera, hay que agregar la tensa relación entre la Nación y la Provincia. Está claro que Chubut es un dolor de cabeza para el gobierno nacional, y si bien en momentos críticos de 2020 se decidió respaldar la figura del gobernador que era atacada, los famosos “salvatajes” en realidad fueron una serie sucesiva de endeudamientos que no resolvieron la cuestión de fondo. El diálogo es muy acotado sólo a lo institucional y es casi inexistente el vínculo desde lo político.
Todo lo vivido mostró que la visita fue manejada por el entorno del Presidente con un grupo de dirigentes del peronismo chubutense, como diputados e intendentes, donde el gobierno quedó al margen. El mismo Mariano Arcioni se enteró por ADNSUR de la decisión de Alberto Fernández de venir a Chubut y decidió al día siguiente estar en la zona. Es evidente que quienes responden a Alberto Fernández no querían al gobernador en la visita presidencial -lo consideran un gobernado con pésima imagen- y que esta falta de diálogo fue el motivo de las desinteligencias que obligaron a cambiar todo sobre la marcha.
La interna política, los egos, el vedetismo, pasaron por encima lo importante, que debió haber sido la seguridad del Presidente y la asistencia a los damnificados por los incendios. Una vez más, la clase dirigente no estuvo a la altura. Otra página negra que muestra por qué estamos como estamos.
Con una Legislatura atomizada, un PJ fracturado por las internas e intereses cruzados y una provincia que huele todavía a descontento por los retrasos salariales y las promesas incumplidas, nada puede salir como se proyecta. Chubut no perdona y deja heridos. Desde un presidente a su propia gente.
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