Crecen las críticas al manejo de Máximo Kichner. El asado convocado el jueves en Smata por el diputado para contener a los propios. Las tensiones se agudizaron después de la votación de la ley Bases.
Por: Mariana Verón.
La votación del capítulo tabacalero fue un aviso. Hacia afuera y hacia adentro. Con la decisión de 21 diputados de Unión por la Patria de apartarse de las órdenes de la cúpula del bloque, el clima en el principal espacio opositor no es el mismo. “Los 99 ya no votamos igual”, sentencia una fuente, para describir el estado de ánimo que se vive al interior del peronismo en la Cámara de Diputados.
Germán Martínez, el jefe de la bancada, trata de mantener la unidad en un finísimo equilibrio para contener a todas las tribus internas, sobre todo después de la fuga de los tres diputados por Tucumán, al inicio de la gestión de Javier Milei, y el voto a favor del Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) de seis legisladores, de Catamarca y San Juan. Lo que está en discusión, denuncian los rebeldes, es que Máximo Kirchner sigue tomando las decisiones. Una réplica de lo que pasa a nivel nacional, con la disputa que recién empieza con el gobernador Axel Kicillof.
Esa interna permanente toma un impulso frenético y arrasa a su paso con la armonía forzada de quienes no quieren repetir el escenario de 2016, cuando el bloque se partió apenas se iniciaba la gestión de Mauricio Macri. Todavía no llegaron a ese punto. Pero las tensiones se hacen cada vez más visibles.
Después del cimbronazo interno que provocó el grupo tabacalero, las espadas legislativas de UP se concentraron en la búsqueda de unidad con los sectores aliados a Milei. Fueron por un dictamen en común con Hacemos Coalición Federal (HCF), que conduce Miguel Pichetto, Innovación Federal, el espacio de los gobernadores de Salta, Misiones, Río Negro y Neuquén, y la UCR, para avanzar en la suba de jubilaciones, el miércoles pasado. No les alcanzó para un texto único, pero al menos estuvieron dispuestos a negociar. Y lo hicieron hasta el último minuto.
Germán Martínez, jefe de la bancada de Unión por la Patria, de cuclillas ante Máximo Kirchner, durante uno de los debates por la ley ómnibus. Escucha también Vanesa Siley. Damián Dopacio/NA
“Lo del tabaco sirvió como antecedente para que nos tengan en cuenta en el tema previsional”, analizan entre los díscolos peronistas, que quieren tener más peso dentro del bloque. De hecho, ellos mismos creen que el gesto fue tenido en cuenta por los otros bloques, como lo anticipó Pichetto con el elDiarioAR, y que les permitió así acercar posiciones.
El peronismo finalmente aceptó que se debía colocar en la fórmula jubilatoria la variable inflación, algo que hasta ahora negaban, y lograron llegar a un consenso para poner como base un haber mínimo que incluyera el bono que actualmente cobran los jubilados de la mínima. Esa mañana estaba todo acordado. La bancada kirchnerista aceptó cambios. El desacuerdo se dio ante la resistencia de UP a tocar el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de Anses, debate que apareció a último momento. Los diputados por Córdoba pedían saldar con esos recursos las deudas de la Nación con las cajas provinciales. Eso impidió el acuerdo. Seguirán negociando hasta la sesión, prevista para el próximo 4 de junio. Los dictámenes, en lo esencial, son casi calcados.
Esta vez se abrió una posibilidad más real de unidad opositora que le termine generando un verdadero golpe al gobierno de Milei. Hasta ahora fueron jugadas particulares, descoordinadas, que no llegaron a los resultados esperados, como la fallida sesión por el financiamiento universitario que Unión por la Patria pidió al otro día de la multitudinaria marcha estudiantil y terminó sin quórum.
Eso es, en gran medida, lo que está empezando a surgir como malestar más explícito hacia el manejo del bloque, un comando que repele a los posibles aliados. No por Martínez, a quien le reconocen el esfuerzo por contener, pero sí por la incidencia de Máximo.
Asado en Smata
Para cerrar filas con los propios, el diputado organizó un asado en Smata el jueves pasado con una veintena de legisladores, sus más cercanos. Allí volvió a hablar de la pelea con Kicillof, aunque en público la niega. Su preocupación, cuentan, es que entiende que Axel se apura en el debate del liderazgo. Avisó que las decisiones las toma Cristina, no él.
La contracara de ese espacio es el intento de fortalecimiento del grupo de WhatsApp “Federales”, que nació a instancias de la diputada Victoria Tolosa Paz. Vereda de enfrente del camporismo. En febrero, cuando se creó, tenía 59 integrantes. Ahora son 71. Llevan como foto de perfil el escudo argentino. La movida significó y significa mucho más que un nuevo grupo. Es una muestra de malestar ante lo que consideran una constante falta de diálogo interno. Máximo Kirchner no tiene WhatsApp ni tampoco acepta ningún tipo de intercambio virtual. Así manejó el espacio cuando lo presidió durante la primera mitad del gobierno de Alberto Fernández, y así lo sigue haciendo ahora a través de Cecilia Moreau, de terminal massista pero que actúa como su mayor aliada, y la camporista Paula Penacca. En las últimas horas, Moreau sentenció: “Quienes le pegan a Máximo Kirchner lo hacen porque no tienen la suficiente hombría para pegarle a Cristina”.
Federales es un espacio tan amplio que para resumirlo basta con advertir que los ausentes son, en rigor, los diputados referenciados en La Cámpora y las autoridades del bloque. Se nutre básicamente de una mirada hacia las provincias. Pero las últimas incorporaciones llamaron la atención. Entraron Lorena Pokoik, Mario Paco Manrique (anfitrión del asado de Máximo), Juan Marino, Christian Zulli y José Glinsky. Varios de ellos, referenciados en Kirchner, firmaron por ejemplo el primer proyecto que presentó el diputado desde que gobierna Milei, para coparticipar la recaudación por retenciones a la soja. Sin consultar metieron esta semana a Rogelio Iparraguirre, otro maximista. Apenas lo sumaron, salió del grupo.
Quienes critican el devenir de UP consideran que el dogmatismo lleva a trabar cualquier tipo de acuerdos y creen que lo que se debatirá en el país de acá en adelante es una nueva grieta. No será kirchnerismo-antikirchnerismo, sino mileismo-antimileismo, y eso posibilita unificar posturas con los bloques dialoguistas. Para eso, sostienen, necesitan mostrar un costado más componedor. En eso están ahora con el debate de las jubilaciones.
Quienes muestran diferencias con Máximo sostienen que la sola presencia del diputado detrás de algunos proyectos traba la posibilidad de acercamiento hacia otras fuerzas.
Lo que se expande en el bloque de UP en Diputados es de alguna manera un reflejo de lo que pasa por fuera del Congreso con Axel Kicillof, que también busca traspasar los mandatos ajenos. Hay una línea que unifica ese pasaje. Tolosa Paz se acercó en los últimos días al gobernador. Y Axel escenificó esta semana su proyecto nacional con su promocionado encuentro con el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, del Pro. Abundaron las críticas a esa movida en el asado de Máximo en Smata. El viernes el gobernador sumó además otra foto con Maximiliano Pullaro.
Axel Kicillof, el gobernador bonaerense, busca tener vuelo propio y construir por fuera del peronismo. Es la segunda vez que se reúne con Maximiliano Pullaro, su par de Santa Fe. NA
¿Cuán cerca o lejos está el bloque de romperse? Por ahora no parece ser la intención de la mayoría, a pesar de algunos atisbos de salidas como la de Guillermo Snopek (Jujuy), a quien ya nadie lo cuenta como un voto, o Roberto Mirabella (Santa Fe). “Lo que buscamos es contener”, se defienden los Federales. Sobre todo entre los sin tierra, diputados e intendentes peronistas que buscan nuevos liderazgos.
Hasta ahora, los bloques tanto en el Senado como en Diputados optaron por la estrategia de oponerse a todo. Están constantemente desafiados. En el Senado, Martín Lousteau les propuso que voten a favor de reformar el capítulo 3 del proyecto de ley Bases e incluir al Banco Nacional de Datos Genéticos en el listado de instituciones blindadas frente a un posible cierre. Lo rechazó sin sutilezas Juliana Di Tullio, en pleno debate en comisión. Ellos trabajan en votar en contra de la totalidad de la ley, sin negociar mejoras.
En Diputados pasa algo similar. Votando a favor de los cambios que haga el Senado, el bloque de UP tiene la posibilidad de evitar que al regresar el proyecto, el oficialismo y sus aliados ratifiquen lo que ya aprobaron. Por ahora no está ni cerca de los planes del kirchnerismo avanzar en esa opción.
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