Por Mariano SuárezEnero 31,2018 19:49
El contundente resultado que obtuvo Cambiemos en Mar del Plata en las elecciones de octubre, con más del 50% de los votos, significó un fuerte respaldo para una gestión que venía castigada desde la opinión pública. Y, en términos prácticos, también implicaba que Cambiemos tendría mayoría automática en el Concejo Deliberante para darle impulso a todos los proyectos que quisiera. Sin embargo, las primeras señales que llegan desde el cuerpo legislativo muestran un oficialismo con demasiadas vetas y una oposición que, asumiendo sus limitaciones, trata de marcar la cancha lo más posible.
El interbloque de Cambiemos tiene 13 concejales divididos en cuatro bancadas: Agrupación Atlántica, Unión Cívica Radical, Pro-Coalición Cívica y Crear. Y esas cuatro divisiones, incluso, tienen subdivisiones, especialmente en la UCR, pero también en el PRO y la CC que tiene dos representantes bien disímiles. Todos responden a distintos jefes políticos, todos tienen intereses distintos y así el interbloque Cambiemos solo existe en los medios y no en la práctica cotidiana del HCD.
El reparto de las comisiones fue, hasta ahora, la única instancia en la que el oficialismo logró imponer condiciones. Pero esa resolución tuvo varias particularidades. Primero, fue a costa de demoras que perjudicaron al Ejecutivo municipal. Arroyo necesitaba resolver esa cuestión con mucha más celeridad para acelerar proyectos que la gobernadora María Eugenia Vidal le reclamaba; la adhesión al pacto fiscal y la ordenanza fiscal impositiva, por citar los dos más relevantes.
Y segundo porque parece una de las pocas instancias en la que la unión de todos aquellos sectores que se cobijan bajo el paraguas de Cambiemos les permite salir beneficiados a todos. No a todos por igual, pero al menos da la posibilidad de repartir protagonismo de cara al próximo año.
Así, el reparto de las comisiones fue favorable a Cambiemos: se quedó con las tres comisiones más importantes del HCD (Hacienda, Obras y Legislación) y con mayoría en casi todas las relevantes. Dentro de esa heterogénea fauna que es Cambiemos, el vidalismo salió fortalecido: Ariel Martínez Bordaisco (hombre de Maxi Abad) fue nombrado presidente de Legislación y Alejandro Carrancio (edil de Lucas Fiorini y Joaquín De la Torre) de Hacienda.
La oposición que pretendía sostener el control de una de esas tres comisiones (hasta el 10 de diciembre Legislación la presidía el pultista/massista Héctor Rosso) tuvo que ceder y Marcos Gutiérrez (Unidad Ciudadana) debió conformarse con la conducción de Turismo, una de las denominadas comisiones grandes, pero sin tanta relevancia como las otras tres.
Tensiones que afloran
Las extensas negociaciones por definir las comisiones, más allá de dejar mejor parado al oficialismo, también dejaron en evidencia tensiones que seguramente se profundizarán a lo largo del año y, en especial, a medida que se acerque 2019. Y que también se vieron en otros proyectos, como el presupuesto o el intento de aprobar por decreto el pacto fiscal de Vidal.
Guillermo Arroyo consiguió un aliado para esta etapa: Mauricio Loria. Ambos, son dos figuras de máxima confianza del jefe comunal, aunque ninguno de los dos goza de ese mismo acompañamiento por parte de sus pares del HCD. Arrancaron la discusión de las comisiones con la el objetivo de controlar las comisiones de Hacienda y Obras. Y las terminaron uno sin presidencia y el otro con la titularidad de Promoción y Desarrollo. Es casi como aspirar a jugar en River y Boca y terminar en Arsenal.
Si bien el estrecho lazo con el Ejecutivo les permite mantener cierto protagonismo, desdibujados en las negociaciones con la oposición, surgió la figura de Alejandro Carrancio. Sin embargo, no es una tarea sencilla llevar la voz del oficialismo desde un unibloque y sin la confianza ciega del intendente y sus principales hombres.
El concejal de Crear logró articular un diálogo fluido con algunos sectores de la oposición que no encontraban racionalidad en otros actores. Pero todos saben (propios y extraños) que Carrancio trabaja, en definitiva, para fortalecer la posición de su jefe político Lucas Fiorini, que sueña con alcanzar la Intendencia.
Lógicamente, no es el único. Vilma Baragiola, apoyada por Natalia Vezzi y Cristina Coria, también trabaja con miras a 2019. Martínez Bordaisco, en tanto, lleva agua para el molino de Abad. Y de la vereda de enfrente, Ariel Ciano, con el discurso de oposición responsable, también trata de instalarse como candidato para las ejecutivas. Todos esos intereses se cruzan a la hora de negociar comisiones. Nadie quiere dar la más mínima ventaja.
Con esas diferencias cada vez más a la luz, la oposición pudo imponer algunas condiciones. Por caso, lograron que se anule el decreto de Sáenz Saralegui para adherir al pacto fiscal. Eso incluyó un pedido de disculpas del oficialismo y el reconocimiento de que si no hacían eso no recibirían la ayuda necesaria para pagar los sueldos. Con un oficialismo con mayoría absoluta, esos tropiezos se festejan como un gol de media cancha.
La oposición tampoco funciona como un bloque consolidado. Unidad Ciudadana (el mayoritario), 1 País y Acción Marplatense tienen intereses distintos. Más bien, tienen el mismo interés: ser la alternativa a Cambiemos en dos años. Sin embargo, saben que hoy deben trabajar juntos para lograr ese cometido. Y por eso aprovechan cada posibilidad para golpear.
Comentá la nota