Tras el cruce de declaraciones entre funcionarios e intendentes que responden a Kicillof y La Cámpora, se abrió un paréntesis. Cómo construir un canal de diálogo entre las mesas políticas.
Por: Gimena Fuertes - Por: Jorgelina Naveiro.
El debate interno del kirchnerismo comenzó a desescalar hacia el fin de semana, pero todavía quedan piezas por acomodarse, cuitas irresueltas entre la dirigencia que se tensa en medio del ajuste que sufren las clases populares. Las banderas blancas que se levantaron de ambos lados marcaron una tregua, un paréntesis que, si se busca, puede servir para armar un canal de diálogo entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner que despeje dudas y empiece a acomodar al resto de la dirigencia, y a la militancia también.
Axel Kicillof esquiva el fuego cruzado que comenzó hace una semana en el peronismo por el liderazgo del frente político de cara a la elección de medio término pero también de 2027, se enfoca en la gestión y en reforzar el rol de principal opositor en el que lo puso el presidente Javier Milei desde que asumió.
La pelea entre la mesa política que alienta la conducción del gobernador y La Cámpora estalló con las declaraciones del ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque, durante un acto en San Vicente que tenía como objetivo conmemorar los 8 años de la presentación de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en los tribunales de Comodoro Py. El conflicto no es nuevo y ya acumula varios capítulos, pero recién ahora se hizo público.
El «Cuervo» acusó a la agrupación fundada por Máximo Kirchner -y de la que él formó parte hasta el año pasado- de no colaborar lo suficiente para la reelección de Kicillof. Habló del potencial político del gobernador para ser candidato, consideró que quien conspira contra él «en una joda extraña está» y hasta se mostró en desacuerdo con que la conducción de la expresidenta sea «que tres ñatos te manden un WhatsApp».
Las declaraciones desataron la tormenta y la respuesta de los camporistas como la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, que consideró las palabras de Larroque como «una falta de respeto» para con CFK, y del diputado nacional Mariano Recalde, quien afirmó que «el que cuestiona a Cristina anda en algo rarísimo».
Del otro lado de la trinchera kirchnerista, el que reforzó los conceptos de Larroque fue el intendente de Ensenada, Mario Secco, uno de los intendentes que apoyó a Kicillof en su carrera reeleccionista desde un primer momento. Sostuvo que el mandatario «es el único candidato del peronismo, el único que se la banca» y acusó al resto de «estar guardados» y de no estar en la calle. Aclaró que la conductora es Cristina Kirchner y que el problema «es que muchas veces los que la rodean terminan haciendo pelotudeces».
En medio de la batalla verbal, Kicillof guardó silencio toda la semana sobre la interna y se enfocó en mostrar gestión y seguir diferenciándose del gobierno de Javier Milei. Presentó dos nuevas demandas ante la Corte Suprema de Justicia para reclamar que le restituyan a Buenos Aires las transferencias del Fondo de Incentivo Docente y del Fondo de Compensación al Transporte Público. Se reunió con rectores de las 27 universidades que tienen asiento en la Provincia y anunció que participará el 23 de abril de la marcha universitaria. Cerró el congreso de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), uno de los sindicatos aliados, y también pisó dos distritos gobernados por La Cámpora, Quilmes y Hurlingham, para inaugurar obras. En los dos municipios, tanto Mayra Mendoza como Damián Selci le hicieron sentir el malestar con trato frío y distante. Esta semana tiene prevista una actividad en Lanús, comuna conducida por Julián Álvarez, otro incondicional de Máximo Kirchner.
Cerca del mandatario remarcan que «Axel está concentrado y ocupado con la gestión» y no con la interna y mucho menos con el armado para las elecciones legislativas del próximo año. También subrayan, como lo hace cada vez que puede el mandatario, que la conductora es Cristina Kirchner.
La puja entre los dos sectores no es nueva y tuvo su capítulo principal el año pasado cuando Kicillof no aceptó subirse a la pelea presidencial, como proponía el presidente del PJ bonaerense y su entorno, y buscó la reelección en la Provincia. Las urnas le dieron la razón y ganó cómodo frente a sus rivales de Juntos y de la Libertad Avanza.
Los intendentes, ministros y otros dirigentes que están encolumnados detrás de Kicillof -una nueva versión de la «mesa de Ensenada»- están convencidos de que ahora es el momento de dar la discusión para dirimir las diferencias antes de 2025. Buscan evitar que se repita la situación del año pasado en que la lapicera quedó en manos del titular del PJ bonaerense y los lugares expectantes de las listas bonaerenses quedaron para La Cámpora.
Del lado del diputado y titular del PJ bonaerense está Mariano Recalde, -que conducirá el PJ porteño-, quien se encargó de marcar esta semana que desde La Cámpora no critican al gobernador. Otro dirigente incluso aclara en off que nadie discute la por ahora lejísima eventual candidatura presidencial de Kicillof. Es que, más allá de valorar los gestos de buena voluntad que encaró Axel, la molestia que permanece entre los sectores que apoyan a Máximo Kirchner, -que exceden a La Cámpora en esta divisoria de aguas-, se sostiene en que algunos dirigentes que rodean al gobernador tuvieron declaraciones desafiantes a la conducción de Cristina Fernández dentro del pankirchnerismo. En particular, señalan al intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi, y recalcan que molestaron mucho las declaraciones del “Cuervo” Larroque. Por eso le piden a Kicillof que ponga orden dentro de la dirigencia que se aglutina a su alrededor, demanda que suena desde hace un tiempo largo.
“Axel tiene que ponerse por encima y ordenarlos, eso además le va a dar más volumen político”, pide un dirigente bonaerense que quiere que el debate se salde lo antes y mejor posible y que sabe de primera mano que el gobernador siempre respetó el liderazgo de su conductora, y que se encarga de remarcarlo en privado y en público.
Más allá del reconocimiento de la conducción cristinista, la dirigencia que acompaña a Máximo pide más amplitud y mayor participación en la conducción política que se armó alrededor del gobernador, una reactivación del viejo reclamo a Kicillof, a quien le marcan que encaró su primer mandato con funcionarios de su mayor confianza sin abrir el juego al resto del peronismo bonaerense. Luego de las elecciones de medio término, la decisión de Cristina y Máximo fue incorporar a la CGT con Walter Correa, el sector estudiantil con Florencia Saintout, entró la dirigenta camporista Daniela Vilar al ministerio de Ambiente y Martín Insaurralde como representante de los intendentes, una integración por sectores, más propia del peronismo. “Lo de Marbella vino después”, relatan y recuerdan la interna histórica dentro de los jefes comunales del conurbano, y que en ese momento tuvo una síntesis efímera en el exintendente lomense. “Incluso si se lo imagina a Axel como futuro presidente se ve que va a tener que integrar a todo el movimiento peronista para gobernar”, especulan.
La forma de conducción dentro del peronismo está en permanente discusión y los liderazgos para ser tales se ponen a prueba con el voto popular. En ese esquema, Cristina y Néstor Kirchner habían encontrado la forma de repartirse la gestión y la conducción política respectivamente. Los dirigentes que rodean a Kicillof y ahora le endilgan los errores de elección de candidatos a la expresidenta omiten que Insaurralde primero fue bendecido por Néstor como un intendente que le podía disputar público a Sergio Massa, y no recuerdan que el expresidente patagónico eligió a Julio Cobos como compañero de fórmula de Cristina. Una experiencia que, hay que reconocer, no dio el resultado que se esperaba.
Pero más allá de viejos recuerdos, la militancia kirchnerista y su dirigencia de cuadros medios se muestra expectante a la espera de que Cristina Fernández, Máximo Kirchner y Axel Kicillof recreen un dispositivo de conducción adecuado al contexto de veloz ajuste y creciente descontento social. Habrá que ver si lo logran.
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