El jefe comunal se aseguró las herramientas de gestión con el respaldo de Acción Marplatense. El voto en contra del Frente de Todos no sorprende. La interna del PJ y sus posibles derivaciones en la Legislatura bonaerense.
Por Ramiro Melucci
“Imaginemos un intendente y un gabinete que han decidido presentarnos un presupuesto sin modificaciones en las ordenanzas fiscal e impositiva. Que han decidido no aumentar las tasas ni ninguna de las contribuciones que se pueden cobrar. Que esa inflación que mes a mes nos golpea en la puerta de cada uno de nosotros no se va a ver reflejada en ninguna de las boletas que reciban en sus casas. Estoy segura de que en ese caso nos chocaríamos con un manto de realidad: con la inflación, los precios, la imposibilidad de generar nuevas obras y dar respuestas a los vecinos”.
No hacía falta que el último jueves, en la sesión del Concejo Deliberante, la radical Marianela Romero mencionara que ese intendente imaginario no era hombre sino mujer y se llamaba Fernanda Raverta. Todos los que la escuchaban en el recinto advirtieron que aquella referencia era un cuestionamiento directo a la postura del Frente de Todos sobre el presupuesto y el incremento de tasas.
En verdad, a lo largo de la historia reciente ese intendente que no aumenta nada pudo haber tenido distintos nombres. Y pudo haber ido cambiando de signo político con el paso de los años. Era de Acción Marplatense en el gobierno de Daniel Katz, de la UCR en la administración de Gustavo Pulti y de más de un partido en la gestión de Carlos Arroyo. Con esos antecedentes, el hecho de que en el mandato de Guillermo Montenegro sea kirchnerista no debería llamar la atención: oficialismo y oposición se han ajustado durante años a cumplir su papel. El que paga los costos de las medidas impopulares es, casi con exclusividad, el que gobierna.
Quizá por eso haya despertado interés el acuerdo que firmó el intendente con Acción Marplatense. Bienvenido sea para que el gobierno local disponga de las herramientas que necesita para gobernar, pero sucede en un momento en que el partido vecinal hace tiempo que no es el principal bloque opositor.
Lo cierto es que Montenegro, fruto de ese consenso y pese al rechazo de la bancada kirchnerista, se aseguró las principales normas para gestionar. Lo peor que puede hacer es conformarse: hay servicios que siguen dejando mucho que desear. El paquete incluye el presupuesto de la administración central y los entes descentralizados (Emvial, Emsur, Emtur y Emder), las ordenanzas fiscal e impositiva –que todavía deben ser ratificadas en una asamblea de concejales y mayores contribuyentes–, el cálculo de recursos de Obras Sanitarias y el aumento de la tarifa del agua.
Oficialismo y oposición se han ajustado durante años a cumplir su papel. El que paga los costos de las medidas impopulares es, casi con exclusividad, el que gobierna.
El Frente de Todos modificó levemente los términos de su pronunciamiento. De combinar en la Comisión de Hacienda una abstención al cálculo de recursos del municipio y de OSSE con un voto negativo al aumento de tasas y la tarifa del agua, pasó a un rechazo generalizado. Con ese movimiento canceló la posibilidad de que el presupuesto sea aprobado, técnicamente, por unanimidad. “No nos sirve el presupuesto sin las ordenanzas fiscal e impositiva”, se había anticipado, por las dudas, el presidente del bloque oficialista, Agustín Neme.
La grieta se buscó agrandar de un lado y del otro. Lo primero que hizo el oficialismo después de la sesión fue lamentar el voto kirchnerista. Unos minutos antes, al quejarse por la falta de la partida para el estudio técnico sobre la reparación del techo del estadio José María Minella, el opositor Vito Amalfitano se permitió dudar sobre el sentido de pertenencia de Montenegro.
Acción Marplatense volvió a hacer equilibrio. Horacio Taccone puso en un mismo plano la inflación que dejó Mauricio Macri con la que mantiene Alberto Fernández. Les adjudicó a ambos la pulverización del peso. “Algunos dicen que ahora vamos a tener más inflación. Eso es gravísimo”, aguijoneó. El gobierno de Axel Kicillof también entró en su embestida: le recriminó la inversión de casi $ 300 millones para instaurar la Casa de la Provincia en Mar del Plata cuando no tiene “un lugar para alojar a la policía”. Se refería a la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI), que usa la sede pensada para la Escuela de Artes y Oficios Digitales. “¿En serio Berni no tenía un lugar mejor?”, preguntó.
Unos días antes había evitado que el oficialismo sufriera un golpe en la Comisión de Legislación, donde el kirchnerismo maduraba la moción de archivo para el expediente de las fotomultas. Deberá tener paciencia porque Taccone aceptó dejar el expediente en tratamiento a la espera de los informes solicitados a la Secretaría de Gobierno, Legal y Técnica y el contador municipal. “Si los quieren esperar, que los esperen, pero no nos van a hacer cambiar de opinión”, aclaró el edil de AM para aventar sospechas.
Por lo pronto Montenegro también dio el jueves un paso para evitar un conflicto en el transporte: con las facultades cedidas por el Concejo hasta fin de año, tendrá a mano el botón para desactivar cualquier alarma. Antes de oprimirlo procurará ajustarse a la ordenanza que le cedió las atribuciones, que pide insistir con el reclamo de un reparto equitativo de subsidios con el área metropolitana. Elevará el pedido nuevamente a la Provincia y la Nación. Altas fuentes oficiales, que conocen como todo el mundo en qué terminan esas gestiones, estiman que el nuevo valor del boleto regiría a fin de mes.
Antes de que las alusiones del oficialismo la pusieran ilusoriamente en el centro del recinto del Concejo, Fernanda Raverta se quedó con la llave del PJ local tras una interna que ganó con menos holgura de la que se esperaba. Las palabras fueron más contundentes que los números. Sobre todo las que utilizó en la carta que hizo pública tras el domingo electoral, en la que responsabilizó a Montenegro de la campaña sucia.
Con Rodolfo Manino Iriart el vínculo también se hizo añicos. Fue con el único que no tendió puentes después de la elección. Él no parece inmutarse. Repite que el resultado indica que no hay candidatos puestos para el año próximo, todo lo contrario a la gestualidad de Raverta. Tras el triunfo la funcionaria embarcará al partido en su proyecto político. Públicamente le dará un perfil más crítico a la gestión municipal y menos preocupado por los asuntos internos. La CGT, conducida por el concejal Miguel Gugliemotti, sirve de muestra.
Con el 42% como carta de presentación y el mensaje anti Cámpora en el membrete, el director del Correo seguirá tocando la puerta de los interesados en desafiar a Raverta dentro del Frente de Todos. Mientras, tarea no le falta: en los últimos días se acrecentaron las versiones sobre la salida de Débora Indarte, su esposa, del bloque de diputados provinciales. El respaldo explícito de Kicillof a la lista de Raverta apuró los tiempos: la legisladora salió del grupo de whatsapp que compartía con el gobernador y el resto de sus pares. Para completar, el viernes, en diálogo con María Delia Sebastiani, el mandatario solo mencionó a la titular de Anses entre los referentes locales del Frente de Todos.
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