Se recalentó la discusión por el rediseño que impulsan quienes mandan en los territorios. Quién conduce, cómo recalcular y la elección partidaria. El peso relativo de los votos cosechados.
Por Facundo Borrego.
La dirigencia del peronismo santafesino coincide en que la etapa de reconstrucción tras la derrota en la provincia deberá ser de abajo hacia arriba. Esto significa darle un impulso colectivo a través de los intendentes y presidentes comunales que, llegado el momento, encumbrarán a alguien como referente del proceso. En ese recorrido, que llevará su tiempo, ya empiezan a asomar las diferencias de método que amenazan con generar cortocircuitos en medio de un aturdimiento general.
La semana pasada Letra P contó cómo la dirigencia peronista puso primera para levantarse de la paliza en las urnas y entendió que la fórmula presidencial de Sergio Massa es el último tren para no quedar en un andén desierto durante cuatro años. El ministro de Transporte y candidato a diputado Diego Giuliano, hombre de confianza del ministro de Economía en Santa Fe, fue quien organizó la movida y trata de contener la situación.
“La pérdida de territorio con la derrota fue un chiquero”, repasaba un dirigente tras las generales. Esa metáfora lodosa no solo aplica a la sangría electoral sino también a la tensión interna que se empieza a generar. Por ahora está contenida pese a los distintos criterios y la disputa de poder que asoma. Nadie se anima a garantizar armonía en los próximos meses y mucho menos asoma alguien con capacidad para ordenar rápidamente.
En la reparación del aparato hay dos líneas: los que entienden que es hora de no mover demasiado el avispero y apostar todo a lo colectivo para la elección nacional y después sí discutir; y la otra en la que apuran los tantos y entienden que en territorio desmalezado es mejor plantar ahora.
El peronismo santafesino juega su última ficha en Sergio Massa
“Van a Buenos Aires y dicen que tributan para el proyecto, y acá se hacen los distraídos y hacen la suya para no quedar mal parados en sus intendencias por si se pierde”, suelta un dirigente con picante. Los chispazos pueden prender en el Gran Rosario.
Los jefes territoriales tienen su capital en la masa que pueden hacer para marcar cierta tendencia dentro del peronismo, por ejemplo, como ocurrió en el cierre de elecciones cuando un grupo motorizó el operativo clamor para que Marcelo Lewandowski sea el candidato a gobernador.
Es decir, de manera colectiva hay peso, pero de manera individual, no parece lo mismo. Al repasar los votos de los intendentes peronistas que retuvieron sus ciudades, se avizora la real incidencia que podrían tener en el futuro partidario: Enrique Amadeo de Reconquista reeligió con 22.000 votos, Roldiver Santacroce en Funes obtuvo 17.200 votos, y en Pérez, Pablo Corsalini casi 12.000.
Algunos posicionamientos se empiezan a dar naturalmente, como el del senador Lewandowski, que se ampara en los 540 mil votos -y sobre todo en los 60 mil de diferencia que le sacó a Omar Perotti-, y tomó el bastón de mariscal para ser la referencia pese a la dura derrota. Pero también podría ponerse en discusión su liderazgo más allá de lo obtenido. Por ahora el senador aclara que el único enfoque es la “urgencia de las elecciones nacionales”.
A la par será importante cómo se desarrolla la renovación formal de autoridades del Partido Justicialista provincial en marzo con la mayoría de las tribus distanciadas unas de otras. Algunos quieren acelerar ese proceso y que desde lo institucional se conduzca, algo que no suele suceder. Lo cierto es que luego de las generales o el ballotage se abrirán las compuertas de la reconstrucción y saldrá de todo.
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