Con el objetivo de sobrevivir políticamente, numerosos jefes comunales del PJ implementan distintas estrategias para no quedar pegados a la figura de Aníbal Fernández, acusado por sus vínculos con el narcotráfico. El Herminio Iglesias del siglo XXI.
Suele decirse que uno de los principales bastiones electorales que tiene el oficialismo se encuentra en la provincia de Buenos Aires, especialmente en el Conurbano y en los distritos más importantes del interior.
Los jefes comunales se están jugando su propia supervivencia política y no tienen nada para regalar. Cada voto puede resultar determinante. Y saben que hay un yunque que deben arrastrar, que resta mucho más de lo que suma, y que tiene nombre y apellido: Aníbal “la Morsa” Fernández. Las vinculaciones del jefe de gabinete con el narcotráfico, especialmente, con la mafia de la efedrina, resultan una máquina de espantar votos moderados e independientes, como así también sufragios de sectores históricamente identificados con el peronismo que nada tienen que ver con lo que representa la Morsa y sus principales socios como son los militantes rentados de La Cámpora.
Asimismo, varios intendentes sienten un profundo resquemor hacia el compañero de fórmula de Aníbal Fernández: Martín Sabbatella, el actual titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisisual (AFSCA). Se trata de un personaje surgido de las entrañas del Partido Comunista, pasó por la Alianza y se convirtió en una suerte de cruzado del kirchnerismo.
Pese a que se sumó al armado K hace seis años, Sabbatella hizo armados políticos en distintos distritos para enfrentarse a los jefes comunales, lo que en algunos casos puso en riesgo la gobernabilidad de los distritos. Eso es algo que no le perdonan al actual titular del AFSCA que, cabe recordar, en 2011 encabezó un colectora como candidato a gobernador que le restó votos a Daniel Scioli en la Provincia de Buenos Aires y que tuvo el único objetivo de evitar que el porcentaje de votos obtenidos por el mandatario provincial no superase al cosechado por Cristina Kirchner a nivel nacional.
Según pudo saber Hoy, uno de los pesos pesados que estaría trabajando contra La Morsa, impulsando el corte boleta es Alejandro Granados, el actual ministro de Seguridad que buscará volver a ser electo intendente de Ezeiza. Recordemos que Granados, actualmente, tiene vigente una licencia que le otorgó el Concejo Deliberante local para que pueda asumir como funcionario provincial. Según distintas fuentes consultadas por Hoy, Granados acusa a Aníbal Fernández de haber estado detrás de una operación política que, en su momento, se instrumentó para intentar vincular a su hijo –sin éxito- con el escándalo de narcotráfico protagonizado por los hermanos Juliá en España.
Granados no es el único jefe comunal que le está pasando boletas a la Morsa. En Quilmes, Francisco “Barba” Gutiérrez tiene una pelea histórica con Fernández y por más que han posado para la foto en las últimas semanas, la realidad indica que la disputa está a flor de piel. De hecho, muchos de los que trabajaron con Daniel Gurzi, el candidato de Aníbal que perdió en la interna frente al Barba en Quilmes, actualmente estaría napoyando al candidato macrista, el cocinero Martiniano Molina.
Otro que tiene cuenta pendiente con Aníbal es Gustavo Menéndez, quien le ganó la interna Raúl “El Vasco” Othacehé en Merlo. Othacehé, que en diciembre dejará la intendencia luego de 24 años, es amigo de la Morsa y mantiene una estrecha relación que se remonta a las épocas en que ambos fueron funcionarios del gobierno de Carlos Ruckauf en la provincia. En José C. Paz, el actual intendente Carlos Urquiaga, que busca un lugar en el senado provincial, habría decidido hacer campaña alejado de la Morsa. En ese distrito, busca volver a ser intendente Mario Ishii, actual legislador provincial. Una actitud similar a la de Urquiaga habría adoptado Juan Pablo Anghileri, el mandamás de General Rodríguez y Fernando Gray, el jefe comunal de Esteban Echeverría que habrían dejando en libertad de acción a sus punteros para que articulen con otros candidatos a gobernador. En tanto, la jefa comunal de Campana, Stella Maris Giroldi, una protegida del ministro de Desarrollo Social bonaerense, Eduardo Aparicio, que también va por la reelección y busca despegarse de la Morsa.
Es tal la preocupación que existe en el seno del PJ bonaerense por el efecto yunque de Aníbal Fernández que, distintos jefes comunales, han bautizado al jefe gabinete como “el Herminio Iglesias” del siglo XXI, en alusión al candidato a gobernador bonaerense que en 1983 no tuvo mejor idea que quemar un ataúd con el escudo de la UCR y llevó a que el peronismo sufriera su primera derrota electoral a nivel nacional y provincial.
Panorama en el interior bonaerense
En el interior bonaerense, también intentan despegarse de La Morsa. Por ejemplo, según pudo saber Hoy, el intendente de San Nicolás, Ismael Passaglia, habría hecho valer los vínculos que supo tener con Felipe Solá cuando fue su ministro de Salud a mediados de la década pasada. Concretamente, se habla de que Passaglia y Solá se ayudarían mutuamente en ese distrito, lo que implica, necesariamente, restarle votos a la Morsa. Una estrategia similar estaría implementando el jefe comunal de Mar del Plata, Gustavo Pulti, un vecinalista fuertemente identificado con el sciolismo, que debe remontar un panorama adverso: en las Paso, el candidato más votado fue el macrista Carlos Arroyo con el 32% de los sufragios. Por eso, necesita, imperiosamente, un porcentaje del electorado local que jamás votaría a la Morsa.
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