Proponen interbloques con muchos subgrupos para condicionar al Gobierno. Las trabas.
Gildo Insfrán y José Luis Gioja lideraron, en pleno receso invernal, el salvataje a Julio de Vido cuando Elisa Carrió intentó quitarle los fueros por "inhabilidad moral", sin mediar el pedido de un juez.
Con la solicitud de dos magistrados, este miércoles el sanjuanino y los diputados cercanos al gobernador de Formosa pusieron la cara en la conferencia de prensa del FpV para anunciar que no bajarían al recinto y que la suerte del ex ministro estaba echada.
Gioja lo había anticipado ni bien Emilio Monzó convocó a la sesión y en una tensa reunión de bloque abogó por dejar las bancas vacías, evitar una ruptura sangrienta como esperaba el gobierno y empezar otra etapa.
El kirchnerismo lo aceptó a regañadientes, rendido ante la certeza de que Cambiemos juntaría dos tercios de todos modos. Los custodios del palacio ya le habían pasado la lista de despachos ocupados y eran demasiados.
Pero no esperaban que votaran con Cambiemos los diputados ligados a los gobernadores Sergio Uñac (San Juan) y Juan Manzur (Tucumán), más los rebeldes María Emilia Soria (Río Negro) y Ana Llanos (Chubut).
Pichetto gestiona un interbloque con partidos provinciales para apartar a Cristina. Pero el Gobierno podría seducirlos y dejarlo sin la primera minoría. En Diputados, el kirchnerismo asegura tener 60 votos puros.
Lejos de desmoralizarse, sin la puesta en escena de la derrota el aún presidente del PJ iniciará gestiones para no partir formalmente en dos al peronismo en el Congreso, tarea más que complicada por la resistencia a la conducción de Cristina Kirchner.
Volverá a la carga con una propuesta que lanzó sin éxito en 2015, ante la inminente ruptura del FpV y la creación del Bloque Justicialista que lidera el sindicalista Oscar Romero: armar tantos subgrupos como sea necesario que puedan confluir en un interbloque y, al menos, le complique el quórum a Cambiemos cada semana.
En la bancada conducida por Romero no todo es armonía: el miércoles se ausentaron los dos riojanos, Luis Beder Herrera y Teresita Madera, que ya habían defendido a De Vido en julio.
El oficialismo fue el gran ganador de las elecciones. Consolidó sólidos bloques de 107 diputados (a 22 del quórum) y 24 senadores (a 13) y la división peronista entre "kirchneristas" y "gobernadores", sumada al aire triunfalista, le dejó el camino allanado para reclutar aliados y acercarse a la mayoría.
Como había anticipado LPO, ya apuntan a los partidos provinciales como los de misioneros, santiagueños y neuquinos, que durante el kirchnerismo figuraban en la lista de votos oficialistas garantizados y estos años se movieron de forma oscilante.
El plan de Gioja e Insfrán pierde sentido con el kirchnerismo afuera, porque como explicó LPO Cristina perdió en Buenos Aires pero sus listas a lo largo de país obtuvieron más votos y muchas más bancas que las del resto del peronismo.
Así, entre los 77 diputados del FpV-PJ que habría el 10 de diciembre, los cristinistas aseguran que no bajarán de 60 "puros" y al peronismo tradicional, el de los gobernadores, no le será fácil llegar a esa cifra aunque confluya con la veintena de massistas y los 5 del Movimiento Evita.
Cristina Kirchner en una reciente reunión con sus diputados electos en el Instituto Patria.
"No podemos echar a intendentes del Conurbano que respaldaron a Unidad Ciudadana y conducirán el PJ bonaerense e ir a buscar a Mirta Tundis", se escuchó esta semana, entre los dialoguistas del FpV.
Pero confluir con La Cámpora sigue siendo un paso indigerible para quienes se fueron del bloque kirchnerista hartos de las arbitrariedades y favoritismos de la agrupación preferida de Cristina, a quien responsabilizan por la derrota del 2015.
"Están enojados por los últimos años de conducción de Cristina o porque Axel (Kicillof) no les atendía el teléfono cuando era ministro de Economía. Pero eso ya pasó, ahora o nos unimos o perdemos", intentaban acercar posiciones los operadores de Insfrán.
Pragmáticos y menos rencorosos, recuerdan que el peronismo ganó en provincias donde no hubo rupturas (San Juan, Tucumán, La Pampa o San Luis) y Cambiemos aprovechó la división para imponerse por poco en Salta, Buenos Aires y Chaco, donde los 10 puntos del kirchnerista Fabricio Bolatti, ex secretario de Gobierno de Resistencia, condenaron a una impensada derrota a la lista de Domingo Peppo.
Confluir con La Cámpora sigue siendo un paso indigerible para muchos que se fueron del bloque kirchnerista hartos de las arbitrariedades y favoritismos de la agrupación preferida de Cristina.
El gobernador de Formosa habla con Cristina "de igual a igual", según sus palabras, y se convirtió en el más interesado en debilitar al Gobierno, donde tampoco ocultan su comodidad de tenerlo de enemigo. Su perfil de viejo caudillo (lleva 22 años de gobernador) se adapta al rival preferido de Cambiemos.
"No tenemos déficit, no recibimos ATN ni pedimos autorizar deuda externa. Por eso nos quejamos con libertad", repiten en su entorno, para defenderse. Carlos Verna (La Pampa) y Alberto Rodríguez Saá (San Luis) se jactan de méritos parecidos y, casualidad o no, este año se reencontraron con Cristina Kirchner, tras enfrentarla durante la presidencia.
Gildo tampoco es talibán: el año pasado envió a sus legisladores a votar a favor del presupuesto a cambio de 12 obras públicas, que dicen no haber visto iniciadas. Para casos así, también, servirían los "subgrupos".
El gobernador de Formosa, Gildo Insfrán.
En el Senado la situación para coordinar interbloques con el kirchnerismo es acaso más complicada por la visceral pelea de Miguel Angel Pichetto con la ex presidenta. Dispuesto a reducir a Cristina a la intrascendencia, el jefe del bloque peronista inició gestiones para crear interbloque pero con fuerzas provinciales, de manera de dejar al recinto "en tres sectores bien diferenciados": oficialistas, kirchneristas y el PJ + partidos provinciales, con chances de llegar al quórum propio en ese dibujo.
La invitación a gobernadores de todos los colores a la reunión de este jueves en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) fue el espejo del recinto que sueñan. Sobre todo porque dejaron claro que Cristina es una etapa terminada y que Pichetto es el principal referente parlamentario.
Pichetto por ahora es muy reacio a acordar posiciones con el kirchnerismo y prefiere acercar a los partidos provinciales, pero la Casa Rosada está en la misma tarea y cuenta con mayores incentivos.
Los respaldó el senador entrerriano Gustavo Guastavino, furioso K en otras épocas: "No compartiré un bloque con Cristina. Ella se fue del peronismo", aclaró.
El problema es que sin la ex presidenta y su puñado de seguidores, el PJ puede perder la condición de primera minoría y Cambiemos podría aprovecharlo y seducir a los partidos provinciales a mantener su autonomía y ayudar a Mauricio Macri cuando haga falta.
En la Casa Rosada, por estos días, hay mejores recompensas que en la sede del Partido Justicialista y así lo dejó claro la senadora neuquina Lucila Crexell: ni bien conoció las intenciones de Pichetto, se reunió con él para anticiparle que no confluirá en papeles con el peronismo.
"Me voy a quedar en el Movimiento Popular Neuquino. La idea es seguir colaborando con la institucionalidad sin perder la independencia de nuestro bloque", le aclaró Crexell.
Más discretos, los gobernadores Mario Das Neves (Chubut) y Juan Schiaretti (Córdoba) también enviaron a sus senadores Alfredo Luenzo y Carlos Caserio a aclarar que están dispuestos a volver a un interbloque peronista tras años fuera de sus partidos de origen, pero "sin perder la autonomía". O sea, votarán con el Gobierno cuando quieran.
Insfrán habla con Pichetto pero nunca logró ablandar su repentino antikirchnerismo. Mucho menos después que el senador formoseño José Mayans lo desautorizara en el recinto, molesto por las sesiones acordadas entre el rionegrino y Federico Pinedo.
Pichetto en la reunión con los gobernadores en el CFI.
El plan de partir el recinto en tres tiene sus riesgos: en febrero, junto a la renovación de autoridades, Cambiemos podrá capturar dos de los tres miembros del Consejo de la magistratura si el PJ no exhibe una mayoría sólida.
El pasado lunes, a hora de la elección, el juez en lo Contencioso Administrativo Federal Enrique Lavié Pico, avaló al diputado Pablo Tonelli como como consejero de la magistratura.
Emilio Monzó había justificado su asunción con una improvisada mayoría, que consiguió recolectando firmas de todos colores y le permitió ignorar al FpV, que era el bloque más numeroso. El kirchnerismo lo denunció y la justicia resolvió recién después de la derrota de Cristina.
Una táctica así en el Senado le permitiría al Gobierno controlar la Magistratura y nombrar y sancionar jueces cuando quiera. Un sueño de cualquier presidente.
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