El intendente de Lomas de Zamora, que a finales de 2019 cumplirá una década en ese cargo, forma parte del pelotón de jefes comunales que ahora impulsa la renovación del alicaído peronismo. Tras el alto perfil que le confirieron la ex Presidente en 2013 y, en paralelo mediático, su esposa, Jesica Cirio, optó por mantenerse en las sombras. Esperó su oportunidad, se unió a Cristina este año con Unidad Ciudadana y luego de octubre, se proyecta como el máximo referente opositor y del peronismo. Su rol clave en la lista unidad del PJ y el garante para que Vidal apruebe el Presupuesto 2018, la fiscal-impositiva y el endeudamiento. Los dirigentes de su riñón que colocó y aspira ubicar.
Por Mariano Vicchio (@mhvicchio)
Martín Insaurralde. 47 años. Intendente de Lomas de Zamora desde hace ocho. Para finales de 2019 cumplirá una década al frente del ejecutivo municipal. Uno de los peronistas jóvenes que forma parte del pelotón de los “renovadores” del mítico partido. Un dirigente con grandes aspiraciones ejecutivas, que luego del alto perfil que le confirieron (políticamente) la ex Presidente en 2013 y, en paralelo (mediáticamente), su esposa, Jesica Cirio, optó por mantenerse en las sombras. Desde allí, viene haciendo méritos para erigirse en la actualidad en el máximo referente del peronismo y de la oposición bonaerense.
Ya desde comienzos del gobierno de Cambiemos, Insaurralde junto con otros intendentes como Mariano Cascallares (Almirante Brown), ‘Juanchi’ Zabaleta (Hurlingam) y Gabriel Katopodis (San Martín),crearon el Grupo Esmeralda. Jóvenes jefes comunales que habían asumido no hace mucho u ese mismo año y que buscaban la renovación del peronismo. Cómo líder imaginaron al ex ministro de Transporte, Florencio Randazzo. El proyecto fracasaría y, en el Conurbano, sólo lo mantendría en pie Katopodis.
Cercanas las elecciones, él como sus pares, realizaron la misma y obvia jugada: a ganador. A pesar del ADN peronista, jugaron con la boleta que más votos “arrastraba” en sus distritos. En el caso del lomense, la de Cristina Fernández de Kirchner, que había optado por jugar por fuera del PJ. Similar a lo que hizo en 2015 con la candidatura presidencial de Daniel Scioli, a pesar y luego de que un sector del FPV lo tildara de ‘zigzagueante’ y lo acusara de coquetear fuertemente con Sergio Massa. Durante los dos años previos el oriundo de Tigre supo ostentar una considerable fortaleza política que se diluiría como el deseo de Insaurralde y de tantos otros de acompañarlo en su aventura por la presidencia que, finalmente, quedaría en manos de Mauricio Macri.
SU FIGURA CRECIÓ DESPUÉS DE OCTUBRE
Superado el proceso electoral legislativo, y con la tercera derrota al hilo del peronismo, la figura de Insaurralde volvió a emerger. En primera instancia durante la novela del PJ. Él siempre dejó en claro sus deseos de no participar, pero sí de colar gente propia en lugares de relevancia. También la de sacar del camino a Fernando Espinoza.
En parte, consiguió ambas: por un lado, fue el gran articulador y quien terminó convenciendo al matancero para que baje su lista y acepte un cargo menor, la titularidad del congreso partidario. Si alguna cuota le quedaba a Espinoza, Insaurralde se encargó de fulminarla. Por el otro, colocó en el organigrama a Fernando Gray, intendente de Esteban Echeverría, quien alternará con Gustavo Menéndez (Merlo) la presidencia del sello. También ayudó a ubicar a Juan Pablo De Jesús (Partido De la Costa) como Secretario Gral y a Federico Ortemín como primer concejero por la juventud.
Pero su rol no terminaría allí. También asoma en el plano legislativo. Durante la discusión por el Presupuesto, María Eugenia Vidal precisaba el apoyo de un sector del PJ. Ya sabía que tenía las voluntades del massismo y el GEN, pero aún así, no alcanzaba. El día anterior a su sanción hubo una reunión con los intendentes ‘Bali’ Bucca (Bolívar), De Jesús (La Costa y hombre de Insaurralde) y Hugo Corvatta (Saavedra) con el titular de la Cámara de Diputados, Manuel Mosca, y el ministro de Infraestructura, Roberto Gigante. Allí se acordó el envío de $3.200 millones más para los municipios y por ende el aval para que algunos jefes comunales peronistas del randazzismo, del interior y del Conurbano le dieran luz verde a Vidal y, finalmente se aprobara el paquete de leyes.
Tal vez, como señal de agradecimiento, y en lo que fue un ineludible gesto político, la gobernadora bajó a Lomas de Zamora al día siguiente y se fotografió con el intendente recorriendo obras.
A su vez, Insaurralde podría llegar a cerrar esta semana la puesta de un hombre de su riñón como Vicepresidente de la Cámara de Diputados de la Provincia. Este sería Ortemín, secretario de Cultura de Lomas de Zamora y legislador recientemente electo por la Tercera Sección.
En tanto, pasa a ocupar el rol de interlocutor que ostentó Massa de 2015 hasta hace unos meses. El nexo entre la oposición y el ejecutivo bonaerense. El encargado de la “oposición responsable”. Tendrá así, el control de la bancada de legisladores que responden a los intendentes; bloque que seguramente encabezará un histórico par, Julio Pereyra, a quien le prometió ese lugar
Incluso, en La Plata se habla que colaboró con Katopodis, voto del senador Moreira mediante apoyando el Presupuesto de la gobernadora, para allanarle el camino a Perrella para su continuidad al frente de la Presidencia del Concejo deliberante de San Martín.
Luego de la popularidad política que el oriundo de Lomas tuvo a mediados de 2013, cuando Cristina lo erigió como candidato a primer diputado nacional en la lista del Frente para la Victoria – que finalmente perdería por seis puntos frente a Sergio Massa y su objetivo de “frenar la reelección indefinida” de CFK-; Insaurralde vuelve a reciclarse, pero esta vez por motus propio. Apuntando, tal vez, a lo que es uno de sus (hoy prácticamente suicida por la arrolladora potencia de Vidal) objetivos: la gobernación de la Provincia
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