Lo expresó ante cinco intendentes massistas que lo urgieron a dar el salto o "quedarse afuera"
Quince días. Ése fue el plazo que pidió el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, para definir su futuro político. La promesa no fue pronunciada ante sus pares del kirchnerismo o sus interlocutores del sciolismo. La escucharon cinco intendentes del Frente Renovador que lo convocaron anteayer al mediodía a una parrilla de Puerto Madero para recordarle que "el tiempo no es eterno" y que si no da señales concretas se quedará sin partido para intentar ser gobernador.
Insaurralde prometió que tomará una definición en quince días, cuando regrese de un viaje junto a su mujer, Jésica Cirio. Ayer, de hecho, el Concejo Deliberante de Lomas le aprobó una licencia por 45 días. Suficientes como para un descanso junto a la modelo o para iniciar una campaña electoral. O todo junto, como marca su manual proselitista.
El encuentro, en un rincón reservado del restaurante Estilo Campo, por donde desfilaron empanadas, achuras y asado, reunió a los intendentes massistas Gabriel Katopodis (San Martín), José Eseverri (Olavarría), Federico Achával (interino en Pilar), Fernando Carballo (Magdalena) y Raúl Othacehé (Merlo).
Katopodis y Eseverri fungen como álter egos de Massa; Othacehé y Achával representaron a dos sectores del peronismo bonaerense. La presencia más llamativa fue la de Carballo, que ingresó al massismo de la mano de un rival de Insaurralde, el diputado Darío Giustozzi, del que luego se distanció. Carballo repite que necesita fortalecer al Frente Renovador en la tercera sección electoral para proteger su intendencia.
Insaurralde llegó junto a su jefe de campaña: Adrián Santarelli, sobrino del cacique peronista Osvaldo Mércuri, pero más conocido por su pasado como estrecho colaborador del vicepresidente, Amado Boudou.
"Esto no es eterno y la indefinición nos complica el frente interno", comentó uno de los comensales, en alusión a las tensiones que la novela de Insaurralde desató principalmente en Giustozzi y Gustavo Posse, el intendente de San Isidro, que cada día se muestra más cercano a Pro.
La mejor prueba del cansancio de algunos massistas ante los vaivenes de Insaurralde la dio un veterano intendente del norte del conurbano hace 15 días, en Mercedes, cuando se decidió que una "delegación" visite al lomense. "Me dejó plantado en Pinamar, más interesado por la agenda de Cirio que por Nisman", comentó.
Con argumentos inspirados en el técnico del seleccionado de fútbol Alejandro Sabella, Katopodis se encargó de dibujar el escenario que imagina Massa. "Hay que ordenarse en la cancha y encontrar los espacios para cada uno, pero nunca olvidar que el equipo es más importante que las individualidades", predicó.
Es el mismo discurso que Katopodis, Eseverri o el tercer álter ego de Massa, Joaquín de la Torre (San Miguel), vienen pronunciando para contener o encaminar a otros aspirantes a la gobernación: "El massismo llegará con dos o tres candidatos a la interna, pero no presentará un discurso «antinada» en la campaña, porque hace una década que la política funciona con la lógica «K o anti-K» y nos fue mal", sintetizó un testigo de esas presentaciones.
Con la llegada de Francisco de Narváez, que trae consigo votantes netamente opositores a la boleta presidencial de Massa, el desembarco de Insaurralde podría seducir electores de la orilla opuesta. Una promesa que pocos renovadores se atreven a despreciar. Pero para la que deberán esperar, al menos, otros quince días de novela.
MARTÍN INSAURRALDE
Intendente de Lomas de Zamora
Fue el elegido de Cristina Kirchner para enfrentar a -su amigo- Massa en 2013 y completó esa campaña sostenido por Daniel ScioliDesde entonces, junto a Cirio y Marcelo Tinelli, jugó al misterio sobre pasarse al massismo y desató la furia kirchnerista
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