Por Juan Carlos Junio
El gobierno recientemente electo comenzó a dar las primeras muestras de sus verdaderas intenciones de cambio. La mitad del electorado que creyó en Mauricio Macri estará expectante por “las oportunidades” que se le abrirán de aquí en adelante.
El gobierno recientemente electo comenzó a dar las primeras muestras de sus verdaderas intenciones de cambio. La mitad del electorado que creyó en Mauricio Macri estará expectante por “las oportunidades” que se le abrirán de aquí en adelante. La inflación debería comenzar rápido su sendero hacia la baja y el Estado ya no impedirá el acceso al fetiche del dólar, sino que habrá una “lluvia” de ellos. Pero, como ya dijo Macri, con una inflación baja “todos vamos a pensar en pesos”.
Sin embargo, el final feliz de la revolución de la alegría esconde un secreto inocultable: estas medidas de políticas económicas vendrán acompañadas por un brutal ajuste que afectará a la mayoría de los trabajadores y las clases medias, tanto los que votaron al kirchnerismo como los que optaron por el macrismo. La lógica ideológica del plan conservador generará inevitablemente la caída del ingreso de la población, lo que derivará en mayores niveles de pobreza, precisamente lo contrario a lo que rezaba uno de los principales afiches de campaña que prometía “pobreza cero”.
Las primeras evidencias a favor del ajuste las planteó Macri en su primera conferencia de prensa. Sin la presión de tener que cautivar reafirmó que se levantará el “cepo” y que existirá, como lo había expresado en campaña, una cotización única del tipo de cambio. Los argentinos ya sabemos lo que quiere decir el eufemismo “cotización única”, se trata la unificación entre el dólar oficial y el ilegal que en los hechos implicaría una devaluación de, al menos, un 50%, lo cual impactará automáticamente sobre los precios. Todo aumentará, menos los salarios.
La experiencia de enero de 2014 fue aleccionadora: las corporaciones formadoras de precios se lanzaron a hacer lo que más saben y les conviene: remarcar, abusando de sus poderes monopólicos y afectando a los consumidores. El resultado fue una caída del consumo de la población (-0,5%) que en gran medida fue compensada con las políticas de crecimiento del gasto social y con el exitoso programa Precios Cuidados.
Todo indica que la gestión macrista apunta a que el traspaso de la suba del dólar a los precios sea mayor, considerando que las nuevas autoridades siempre manifestaron públicamente que no continuarán el esquema de administración de los precios internos. A pesar de ello, el choque con la realidad es fuerte, por lo que se desdijeron y postergaron la anulación del programa Precios Cuidados, una herramienta de probada eficacia para evitar el alza desmesurada de los precios de bienes de consumo masivo. Para peor, está en gateras la eliminación de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos. Atentos al panorama, y sin siquiera esperar a que asuma Macri, algunos grandes formadores de precios se adelantaron a la esperada devaluación. El precio de la bolsa de harina subió en el último mes un 50%, un incremento que calza a perfección con las expectativas de suba del tipo de cambio que sembraron durante la campaña.
El sindicalista devenido en macrista Gerónimo Venegas fue claro respecto de lo que ocurrirá con las negociaciones paritarias. Señaló que será responsabilidad de todos “poner el hombro en la nueva etapa”. Frente al esperado incremento abrupto de los precios, el freno de las paritarias representará un duro golpe para todos los ciudadanos que perciben ingresos fijos. El “Momo” reclama que todos pongan el hombro y se aguanten el ajuste y la pérdida de sus ingresos, para que los grandes monopolios recompongan su tasa de ganancias.
El segmento de las pymes será otro de los grandes perdedores. En materia crediticia, por ejemplo, queda claro que la línea que seguirá el BCRA presidido por el ex cavallista Federico Sturzenegger, a partir de ahora será definida por los mercados financieros, por lo tanto, no habrá lugar para la regulación del crédito y las tasas de interés, como la actual línea de préstamos de inversión productiva que están recibiendo decenas de miles de pequeños y medianos empresarios. Por eso Macri pidió la renuncia de Alejandro Vanoli, para que le “facilite el camino al nuevo gobierno”. El impacto sobre este sector también se expresa en la visión en torno a la inserción internacional del país, que de aquí en adelante estará alineada a los intereses que rigen a la “Alianza del Pacífico” impuesta por Estados Unidos. Es un cambio sustancial para las pymes y la industria nacional, que una vez más, deberán resistir los embates de la apertura importadora e implicaría un duro golpe al anhelado sueño de la integración regional.
Macri dejó en claro que su alianza central será con los sectores empresarios concentrados, tanto locales como extranjeros, lo contrario a la política kirchnerista de los últimos 12 años. Para dar una idea de ello, el presidente electo confirmó que eliminará las retenciones al trigo y al maíz a partir del 11 de diciembre, y a un porcentaje de la soja. Esto implicará una importante pérdida de recursos fiscales para el Estado Nacional. El beneficio para las cerealeras y los grandes productores vendría por partida doble: a la quita de retenciones del 23% al trigo y al 20% al maíz se sumará la ganancia que traerá la devaluación, que sería del 50 por ciento. El titular de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere, calculó que se podrían liquidar unos 8800 millones de dólares. Quienes especularon con los silobolsa y debilitaron la posición de reservas del BCRA tendrán finalmente su premio. Aunque los ruralistas, con su tradicional conducta implacable, manifestaron que no darán un cheque en blanco y que se deben concretar los compromisos de inmediato.
Sin embargo, hay una cuestión incontrastable: existe un apoyo ampliamente mayoritario a las conquistas de la última década: paritarias, protección del empleo, cobertura y actualización jubilatoria, Asignación Universal, recuperación de YPF, Aerolíneas Argentinas y fondos previsionales, la política de derechos humanos, y hasta la fertilización asistida. Una parte de la sociedad fue empujada por los medios a que piense que todas esas grandes conquistas sociales y culturales son derechos adquiridos para siempre y que “Cambiemos” no los cambiará.
La realidad se manifiesta muy temprano, Macri y sus ministros corporativos se proponen liquidar todos esos logros y restaurar el modelo menemista disfrazado de moderna alegría. «
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