Aunque existe un régimen que regula las transferencias internacionales de residuos, la basura inservible continúa llegando a los países del Sur Global e, incluso, al nuestro.
A principios de este mes, y tal como informó en primicia esta misma sección, miles de toneladas de residuos tóxicos llegaron al puerto de Sevilla. Estos movimientos internacionales de sustancias peligrosas hacen cuestionarse qué se está haciendo desde la comunidad internacional para prevenir este tipo de prácticas que, en último término, afectan a los países en vías de desarrollo.
Más recientemente Sri Lanka envió el último cargamento de un total de 263 contenedores de basura de vuelta a Reino Unido, después de que las autoridades descubrieran toneladas de plástico en su interior. Estos residuos habían llegado al país de manera ilegal entre 2017 y 2019.
La exportación e importación de residuos, casi de cualquier tipo, es legal según los acuerdos internacionales en vigor actualmente. El principal instrumento legal y en el que se apoyan la legislación comunitaria y nacional es el Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación, adoptado como respuesta a las protestas públicas de los años ochenta, por el descubrimiento de depósitos de desechos tóxicos en los países en desarrollo provenientes del extranjero.
En aquel momento, se pretendía construir un sistema para minimizar y reducir los movimientos transfronterizos de residuos peligrosos. Así, se estableció un estándar mínimo, basado en el consentimiento y la gestión ecológicamente racional (GER), para la transferencia de residuos peligrosos.
A este documento se suma una enmienda, la Prohibición del Convenio de Basilea, en vigor desde 2019, que comprometía a los países de la OCDE y la UE a prohibir la exportación de desechos peligrosos hacia otros países, principalmente a países en desarrollo.
La exportación e importación de residuos, casi de cualquier tipo, es legal según los acuerdos internacionales
La mayoría de países del mundo, la Unión Europea y la OCDE han basado sus legislaciones de gestión de residuos peligrosos en dicho acuerdo hasta conformar un complejo entramado legal que se caracteriza por su ineficacia.
"El tema del traslado internacional de residuos es excesivamente complejo. Hay muchas legislaciones vigentes y cada tipo de residuo se regula de una forma diferente. Depende mucho del país de origen y del país al que se esté enviando", explica Sara del Río, experta en residuos tóxicos y actual responsable del Programa de Democracia, Paz y Dinámicas de Poder en Greenpeace España.
El espíritu de este instrumento internacional se ha ido diluyendo. La legislación europea, por ejemplo, contempla los traslados de residuos peligrosos, en implementación del Convenio de Basilea, en su Reglamento 1013/2006. Algunas de sus disposiciones fueron modificadas en octubre de 2020 en respuesta al giro que dio China con respecto a su control de las importaciones de desechos plásticos.
"El tema del traslado internacional de residuos es excesivamente complejo", señala Sara del Río de Greenpeace
El pasado mes de noviembre, la Comisión Europea publicó una propuesta de Reglamento para modificar la legislación comunitaria vigente sobre comercio de residuos con el objetivo de facilitar los traslados de residuos para su reutilización y reciclado en la UE; garantizar que la UE no exporte su problema en materia de residuos a terceros países; y luchar contra los traslados ilícitos de residuos.
La propuesta de la Comisión incluye una disposición, el artículo 21, que se encuentra con la oposición frontal de la European Waste Management Association (FEAD). Este artículo, relativo al acceso del público a las notificaciones de transporte de residuos, especifica que las autoridades competentes de expedición o destino deberán poner a disposición del público, por los medios adecuados, información sobre las notificaciones de traslados que hayan autorizado o a los que hayan formulado objeciones”.
De Europa a Europa (y al mundo)
En Europa no se han cumplido a rajatabla los principios de autosuficiencia y, sobre todo, de proximidad para el comercio de residuos. Estas son las nociones que, declaradas en la Directiva Marco de Residuos de 2008, iban a guiar la política de la UE y la de sus Estados Miembros en esta materia.
Desde que se aprobó esta regulación, las exportaciones de residuos de la UE a terceros países se han incrementado, mientras que han disminuido las transferencias hacia países de la OCDE.
Desde 2004, se ha producido un incremento del 75% de los residuos exportados. Sin embargo, existe un mayor volumen comercial de residuos dentro de las fronteras soberanas de la Unión Europea: se trasladan casi 70 millones de toneladas anualmente. Muy paradigmático es el caso de Montenegro, que en el pasado y también en el presente trasladó residuos tóxicos a España.
En 2020 la UE exportó alrededor de 32,7 millones de toneladas de residuos a países fuera de la UE
Sólo en 2020, la UE exportó alrededor de 32,7 millones de toneladas de residuos a países fuera de la UE e importó alrededor de 16 millones. Ese año, la mayor parte de estos residuos fueron enviados a Turquía, India, Reino Unido, Suiza, Noruega, Indonesia y Pakistán.
El mayor importador de basura europeo
El comercio de residuos puede tener un impacto económico y medioambiental positivo si se termina reciclando, pero siempre y cuando la gestión sea controlada y sostenible. Cuando no sucede esto y tampoco existe una legislación férrea en el país de destino, puede tener repercusiones desastrosas e irreversibles en muchos casos para el medio ambiente y la salud pública.
Dentro de los países importadores, Turquía está a la cabeza, habiendo recibido cerca de la mitad —13,7 millones de toneladas— de los residuos totales. La mayoría, unos 11,8 millones de toneladas eran residuos ferrosos, pero también había plásticos. Según datos compilados por Greenpeace, la cantidad de residuos plásticos que llegaron a Turquía desde la UE fue de 659.960 toneladas, unos 241 cargamentos.
Turquía recibió en 2020 cerca de la mitad de los residuos totales exportados por la UE
El país euroasiático, en un intento por controlar y reducir la cantidad de plásticos que absorbía de los 27, prohibió la importación de algunos tipos de plástico: Tereftalato de polietileno (PET), Polietileno de alta densidad (HDPE) y Polietileno de baja densidad (LDPE). Pero al poco tiempo levantó la prohibición a los de PET.
En este sentido, el director de Integración Política y Economía Circular de la Oficina Europea del Medio Ambiente, en declaraciones a Recycling Magazine, dijo que "el envío de residuos fuera de la UE no es solamente una delegación injusta de nuestro deber de gestionar nuestros propios desechos y un obstáculo para su prevención".
Y añadió: "También es una oportunidad perdida para convertir los residuos en materias primas secundarias, reduciendo nuestra dependencia de recursos naturales importados y eventualmente convertir a la UE en exportador de materias primas secundarias”.
El problema del plástico
Generalmente, para trasladar residuos a otro país, el exportador debe, en primer lugar, catalogar el residuo. Después indicar si están destinados a la eliminación o si es para el reciclaje o valorización. Con base en estos criterios, los países importadores establecen sus propias restricciones y particularidades para su identificación y autorización.
En 2019, la Conferencia de las Partes del Convenio de Basilea decidió restringir el comercio internacional de desechos plásticos, adoptando diversas enmiendas. Por su parte, la Unión Europea ha dado un paso al frente, con su decisión de no enviar este tipo de residuos a países que no son miembros de la OCDE.
De acuerdo con la organización medioambiental Greenpeace, que lleva varios años denunciando estas malas prácticas, “el único control posible en la práctica es controlando físicamente los contenedores en el puerto y que, debido al elevado volumen, casi nunca sucede. El fraude más común es asignar un código diferente a los residuos, para que implique menores restricciones a su exportación”.
"La exportación de residuos de forma ilegal es constante", denuncia la experta de Greenpeace
En este sentido, se puede señalar el ejemplo de un cargamento de más de 280 contenedores de residuos exportados a Túnez ilegalmente en 2020 desde Italia. Según se había declarado, los contenedores estaban llenos de residuos domésticos, pero las autoridades tunecinas se encontraron con que estaban copados de desechos plásticos para reciclar.
"El problema ya no es que esos residuos estén acordados y tengan una autorización gubernamental, sino que estén bien caracterizados y que el residuo que dicen que está viniendo sea, efectivamente, el que viene y no sea uno más contaminante", señala del Río.
Para los países exportadores, parece que resulta muy costoso gestionar los residuos plásticos. Por esta razón, una vía para darles salida es trasladarlos a otros países. La mayoría de exportaciones de residuos -incluidos los plásticos- están pactadas y autorizadas, "pero es difícil confirmar que todo realmente está en regla", explicarn desde Greenpeace.
"Existe una normativa tan excesivamente complicada con poca facilidad para hacer el control y supervisar que se está haciendo de una forma correcta. El fraude está a la orden del día. La exportación de residuos de forma ilegal es constante", concluye la experta.
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