Luego del dato de inflación de julio de 7,4%, el más alto en 20 años, dos consultoras analizan el impacto, los principales puntos a los cuales prestarles atención y la incidencia de la devaluación en los ingresos .
Para el IET, a pesar de la fuerte aceleración inflacionaria "no se observa hasta el momento una contracción del salario real"
Luego de que el Indec publicar el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de julio que determinó una inflación de 7,4% y una suba interanual del 71%, la expectativa de aceleración llevó a proyectar que la variación interanual a diciembre puede superar el 90%.
En ese contexto, la próxima implementación de la segmentación de tarifas de luz y gas que va reducir los subsidios en los sectores de mayor poder adquisitivo con el agregado de una variable de consumo, pueden producir una baja del gasto, pero también impactará en la inflación.
Para Agustín Cavallo, del IERAL- Fundación Mediterránea, "sin el sinceramiento de las tarifas de los servicios públicos, será imposible generar expectativas a favor del quiebre de la inercia inflacionaria".
Según explicó en el último informe de la consultora, los subsidios alcanzan a casi 3 puntos del PIB y terminan siendo financiados con emisión monetaria. Pero hizo notar que la recomposición de tarifas tendrá efecto sobre el IPC.
"Los precios regulados desde julio del 2019 están aumentado entre 100 y 120 puntos porcentuales por debajo del nivel general de precios. El rubro más “reprimido” en ese sentido fue Viviendas, agua, electricidad y otros combustibles, siendo además de mucha importancia dentro del índice ya que, con 10,5 puntos de ponderación, es uno de los cuatro rubros con mayor incidencia en la canasta", explicó.
"Este fenómeno de “inflación reprimida” se retroalimenta por la caída de las reservas del Banco Central, que agita especulaciones acerca de una aceleración de la tasa de devaluación del peso y/o nuevos tipos de cambios para las exportaciones (mezcla de oficial y libre), aunque sean por un periodo de tiempo limitado", remarcó Cavallo.
Para el economista, a pesar de que pueda mantener un salto inflacionario, es necesario reevaluar la situación tras el ajuste de tarifas y enfatizó que, "cuanto mayor sea la postergación de los ajustes de los precios de los servicios públicos, mayores serán las expectativas de inflación para el año 2023".
Por su parte, el Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) enumeró el combo de factores que incidió en la aceleración inflacionaria de julio. "La suba de los dólares financieros, en un contexto de mayores restricciones a las importaciones derivada del drenaje de divisas en el Banco Central tras el fin de la cosecha gruesa y las erogaciones en importaciones de energía, incidieron en una aceleración inflacionaria severa en julio, particularmente en el segmento de bienes durables”.
Asimismo, destacan que “uno de los capítulos de la canasta que más subió en julio fue Equipamiento y mantenimiento del hogar (+11,9%), rubro que se compone en buena medida de muebles y electrodomésticos. También se dieron fuertes alzas en electrónica de consumo (TVs, computadoras, tabletas, cámaras digitales, etc.), con alzas promedio del 11,5%”.
Inflación, empleo y salarios
El documento también destaca que “la fortísima aceleración inflacionaria de 2022 se da en paralelo con dos fenómenos a tener en cuenta. En primer lugar, el empleo asalariado registrado privado está creciendo a un ritmo que no se daba desde el año 2011".
De acuerdo con información del Ministerio de Trabajo, entre mayo de 2021 y mayo de 2022 el empleo asalariado registrado en las empresas privadas creció 4,1% (+240.000 nuevos empleos). De este modo, no solo se recuperaron los puestos de trabajo perdidos por la pandemia, sino que empezaron a recuperarse los perdidos durante la crisis de 2018-19. En efecto, en mayo de 2022 la cantidad de empleados asalariados en el sector privado fue de 6,12 millones, el más alto en tres años. Comparado con fines de 2019, la suba equivale a 119 mil trabajadores asalariados privados”.
También enfatiza que “a pesar de la fuerte aceleración inflacionaria no se observa hasta el momento una contracción del salario real. De hecho, entre mayo de 2021 y mayo de 2022 el salario promedio real en el sector privado registrado trepó 3,6%, de acuerdo con información de Ministerio de Trabajo.
En tanto, según INDEC el salario real en el sector público trepó 6,9% interanual. En el segmento asalariado informal la información cuenta con mayor rezago: de acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares, al primer trimestre de 2022 (cuando se iniciaba la escalada inflacionaria), el ingreso laboral en los asalariados informales trepó 66% nominal interanual, lo que equivale a una suba del 8,7% interanual real.
No obstante, tanto en el sector privado registrado como en el informal como en el público los niveles de salario real son todavía muy inferiores a los anteriores a la crisis cambiaria de 2018.
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