Históricos “villanos” para el kirchnerismo pasaron repentinamente a convertirse en aliados, en medio de las negociaciones con el FMI. Por qué la pelea por el Presupuesto no entorpecerá el diálogo con el organismo
Por Pablo Wende
Sin estridencias, casi en voz baja, el equipo económico definió cambios muy claros a la gestión luego de las elecciones legislativas. Lejos quedaron aquellos temores que advertían sobre una “radicalización” del Gobierno a partir de la derrota electoral. Más por necesidad que por convicción, terminó sucediendo todo lo contrario.
Las nuevas señales admiten la propia fragilidad que sigue mostrando la economía, más allá del rebote de 10% de este año. Pero además están claramente alineadas con las exigencias del Fondo Monetario. El diálogo que mantuvieron el viernes el Presidente y Martín Guzmán con la titular del Fondo, Kristalina Georgieva, dejó en claro que las negociaciones continúan y sobre todo que ambas partes están interesadas en finalmente arribar a un acuerdo.
Aunque no se deshizo en elogios por la situación actual ni mucho menos, el número uno de Techint, Paolo Rocca, procuró dar un mensaje optimista respecto a lo que se viene durante el clásico encuentro Propymes. “Tenemos que trabajar entre todos para que las dificultades se vayan resolviendo, no es momento de dejar la Argentina”, fue una de sus frases, en un diálogo público que mantuvo con el jefe de Gabinete, Juan Manzur.
La relación estrecha entre el kirchnerismo y el sector industrial viene de larga data, aún cuando el propio Rocca supo tener enfrentamientos con Cristina Kirchner durante su presidencia. En cambio, sí resultó una novedad que el Gobierno se acerque a la Sociedad Rural, posiblemente el eslabón históricamente más beligerante del Grupo de los 6″, donde también participan la Bolsa de Comercio, la Cámara Argentina de la Construcción, las cámaras bancarias y la propia UIA.
La decisión de ponerle fin a la mayor parte de las restricciones a las exportaciones para “cuidar la mesa de los argentinos” significó un importante e inesperado giro. Más aún teniendo en cuenta el contexto, ya que ocurrió en medio de otra disparada en el precio de la carne. Sólo en noviembre el asado subió casi 13%. Pero esta vez no hubo castigo para los productores como sí había sucedido en otras oportunidades.
Feletti, desempoderado, y brindis con la Sociedad Rural
El secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, quedó desautorizado, tras haber mencionado la posibilidad de aumentar las retenciones y la idea de insistir con cupos para las exportaciones de carne. Finalmente, se optó por una solución mucho más amigable, que apunta a normalizar el mercado de exportación y sólo preservar algunos cortes que se consumen en el mercado interno pero que a su vez tienen baja demanda en el exterior. Por primera vez en la historia del kirchnerismo, una reunión entre el ministro de Agricultura y Ganadería con la Mesa de Enlace, y en particular con la Sociedad Rural, terminó con un brindis en vez de la convocatoria a medidas de fuerza.
Feletti, micrófono en mano. Pero sus ideas de aumentar las retenciones e insistir con cupos a la exportación de carne fueron desechadas
Feletti reconoció además que no seguirá el congelamiento de precios de alimentos, pese a que él mismo festejó por sus supuestos buenos resultados. “Sería un éxito que la inflación se ubique debajo del 3% en noviembre”, había festejado. Sin embargo, apenas un día después tuvo que admitir tras negociar con las compañías alimenticias y supermercados que ya no hay margen para continuar con los congelamientos. El esquema será reemplazado por un programa “voluntario” de fijación de precios a partir de enero, en el marco de Precios Cuidados.
Esta semana hubo otro guiño importante para un sector que el Gobierno también ubicó históricamente en las antípodas de su ideología: los bancos. El BCRA anunció el jueves que aún en medio de la fuerte escasez de dólares le permitirá a las entidades volver a girar dividendos a sus casas matrices. Se trata de una medida que apunta especialmente a los bancos extranjeros, aunque también es relevante para las entidades locales que cotizan en Wall Street.
Hace tres años que los bancos tenían prohibido girar dividendos, algo que se enmarca en la lógica del cepo. El objetivo es que los pesos acumulados no tengan “salida” y a la fuerza se reinviertan en el mercado local. Durante el cepo que impuso Cristina entre 2011 y 2015, algunos bancos optaron por construír nuevas torres corporativas para cambiar esa montaña de pesos por ladrillos.
Quizás el símbolo más contundente de las nuevas “alianzas” del Gobierno tras las elecciones haya sido la visita de Matías Kulfas a Mercado Libre. El ministro de Desarrollo Producxtivo concurrió con buena parte de su gabinete a las oficinas de la compañía. Atrás en el tiempo quedaron las disputas con su número uno, Marcos Galperín
El titular del Central, Miguel Pesce, ahora los rehabilitó para volver a girar sus ganancias, aunque de manera limitada. Apenas podrán disponer del 20% de lo que generen y tendrán que hacerlo en 12 cuotas mensuales y consecutivas. Sin embargo, no es menor el gesto de avanzar en un descongelamiento de aquella restricción.
En el medio también se produjeron algunos movimientos dentro del gabinete económico. Débora Giorgi, que había llegado como mano derecha de Feletti y funcionaria de confianza de la ex presidenta, dejó su puesto como número dos de Comercio Interior sin haber llegado a asumir. Fue virtualmente ninguneada por el Presidente. Quien emergió con mayor presencia fue el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, a quien muchos daban como renunciado previo a las elecciones. Se trata de uno de los miembros del Gabinete más cercano a Alberto Fernández y es hoy quien intenta aportar una visión más racional para encarar los graves problemas que enfrenta la economía.
Kulfas fue protagonista esta semana de un episodio que en otra circunstancia no merecería mayor atención. El ministro fue junto a buena parte de su gabinete a las oficinas de Mercado Libre para entregar diplomas para los empleados contratados dentro del plan “Argentina Programa”.
La agenda del último mes marcó importantes cambios en las prioridades del Gobierno. El Central dejó de intervenir mercado bursátil para controlar el dólar “contado con liqui”, Feletti anunció que no habrá más congelamiento de precios de alimentos y se abrió la exportación de carne, pese al fuerte salto de precios de noviembre
Se trató de un intento muy claro de acercamiento a la compañía número uno de la Argentina (tiene un valor bursátil superior a los USD 60.000 millones), luego de dos años de tensión permanente con su número uno. Marcos Galperín había apoyado explícitamente a Mauricio Macri en 2019 y ni bien pasaron las elecciones decidió irse a vivir a Uruguay. Sin embargo, el presidente de la compañía almorzó hace un mes con Alberto Fernández y ahora Kulfas elogió la “creación de empleo genuino” que promueve la empresa.
También con los bancos
No fueron solo gestos. El Central además intimó esta semana a los bancos a regularizar la relación con las billeteras digitales, con el objetivo de ponerle fin a las restricciones que existen para el envió de dinero a las cuentas de los clientes, a través de la Clave Virtual Uniforme (CVU). El principal jugador del sector es Mercado Pago, la “joya” del gigante de comercio electrónico.
Después de las legislativas también hubo otras medidas oficiales que apuntan a recuperar cierta normalidad en el manejo de la economía. Allí aparece la decisión del Banco Central de ponerle fin a su intervención para controlar los distintos tipos de cambio bursátiles. Durante un año dedicó más de USD 3.000 millones de sus reservas para controlar el “contado con liquidación”, pero sin resultados.
Ahora si bien se mantienen fuertes trabas para operar las distintas variantes del dólar bursátil, al menos dejó de quemar las escasas reservas que quedan. La medida reconoce dos situaciones: la compleja situación que enfrenta el Central en materia de administración de divisas, pero también es una respuesta a la exigencia del FMI de ir hacia un programa de acumulación de reservas en 2022. La medida complementaria que madura en enero es un aumento de las tasas de interés para favorecer el ahorro en moneda local y suavizar la presión cambiaria. El mercado espera que el incremento sea al menos de 3 puntos porcentuales.
La derrota en el Congreso por el Presupuesto debe leerse en clave política: reflejó el nuevo mapa del poder legislativo, tras la derrota del oficialismo en las elecciones de noviembre.
Para fin de año, el Gobierno tendrá que tomar otra decisión clave para las expectativas empresarias: sostener o dejar sin efecto la prohibición de despido y doble indemnización. El propio Alberto Fernández había señalado que se trataba de una medida temporal y se dejó trascender que no sería prorrogada después de fin de año. Por supuesto también se enmarca dentro de los pedidos ineludibles del FMI.
Máximo Kirchner, durante su intervención en el debate por el presupuesto. La oposición se molestó y "volteó" el proyecto oficial (Maximiliano Luna)
¿Cómo debe leerse la derrota del gobierno por aprobar el Presupuesto 2021? En principio en clave política. El resultado reflejó el nuevo mapa del poder legislativo, tras la derrota del oficialismo en las elecciones de noviembre.
No parece que el fracaso de las discusiones legislativas vaya a entorpecer la marcha de las negociaciones con el FMI. Al contrario, ya de entrada estaba claro que el proyecto elaborado por Guzmán era un “dibujo”, con metas totalmente incumplibles y una subestimación escandalosa de los ingresos para el 2022. Es decir lo mismo que el kirchnerismo viene haciendo desde la época de Roberto Lavagna hace más de 15 años.
Los verdaderos compromisos que asuma el Gobierno estarán plasmados eventualmente en la carta de intención que se elevará al directorio para llegar a un acuerdo. Hasta que eso no suceda tampoco el equipo económico podrá avanzar con el Plan Plurianual que Alberto Fernández prometió para “los primeros días de diciembre”, sin que hasta ahora se produjeran novedades.
Un eventual acuerdo con el Fondo, sin embargo, despierta cada vez menos entusiasmo. Un banquero lo explicaba así esta semana en un brindis de fin de año: “Si no hay acuerdo se viene el incendio. Pero un arreglo no va a cambiar nada de la noche a la mañana”. Por lo pronto, en otra muestra de la voluntad de acordar esta semana se desembolsarán otros USD 1.900 millones para seguir cancelando deuda con el FMI. Otra señal de un Gobierno empeñado en hacer buena letra, nadie sabe a ciencia cierta por cuánto tiempo.
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