Si bien el alza de precios de la ropa es uno de los argumentos oficiales para avanzar en la baja de aranceles a las importaciones, advierten que apenas recortaría 0,2 puntos del IPC.
Por
EUGENIA RODRÍGUEZ
“La gente que queda afuera porque una casa de indumentaria decide vender o cerrar, la tomará la de al lado que ganó market share. No es que la gente se queda sin trabajo, eso pasaba en el esquema anterior”, dijo el martes en un canal de televisión el ministro de Economía Luis Caputo. Sin embargo, mientras el funcionario negó que la apertura desregulada de importaciones pueda generar desocupación, lo cierto es que actores del sector y especialistas alertaron que, como resultado de la nueva baja de aranceles, la industria textil podría perder, al menos, 50.000 puestos, es decir, el resultado es la destrucción neta de empleo por el avance de los importados. A su vez, si bien el alza de precios de la ropa es uno de los argumentos oficiales, se estima que reduciría apenas 0,2 puntos del Índice de Precios Nacional (IPC).
Tras la devaluación de fines del 2023 y el periodo de fuerte recesión, comenzó una recuperación (de junio a octubre) que, si embargo, se detuvo en los últimos meses del año. Como consecuencia, las actividades principales de la economía no lograron recuperar los niveles iniciales. Esta situación tuvo a la cadena textil y de la indumentaria entre las más afectadas: en el primer año de gestión libertaria operó con una capacidad instalada por debajo del 45%, perdiendo una importante cantidad de puestos de trabajo: se estima que, de los 30 mil empleos industriales destruidos durante el último año, más de 10 mil corresponden a esa cadena.
Como viene contando este medio, la nuevas medidas se dan en un marco en el que, desde el inicio de la gestión de Javier Milei, se avanzó en la desregulación de importaciones de productos de la canasta básica (alimenticios, bebidas, productos de limpieza y cuidado e higiene personal) a lo que se agregó luego la reducción de los aranceles de importación de diferentes productos finales e insumos (89 en total) vía la modificación del Listado Nacional de Excepciones al Arancel Externo Común del Mercosur y hasta se redujeron los impuestos para autos de lujo. Ahora, se suma la medida oficial que dispuso la reducción de impuestos a la importación de telas y ropa (pasarían del 35% para ropa, 26% para telas y 18% para hilos al 20%, 18% y 12-16% respectivamente).
“Industricidio”
"Se utilizó la prosperidad de un sector prolífico como el agropecuario para financiar sectores deficitarios y poco competitivos, en nombre de un empecinamiento absurdo con tener una industria nacional para sustituir importaciones", expresó el presidente Milei días atrás en una nueva edición de ExpoAgro. El jefe de Estado calificó a la industria como “el único infante de 90 años del mundo” y cuestionó las capacidades competitivas de la actividad.
Lo anterior lejos de ser meros dichos para congratularse, una vez más, ante los principales empresarios agropecuarios, tiene su correlato en las políticas económicas en marcha. Así, mientras en la segunda mitad del 2024 la apertura desregulada de importaciones hizo crecer de forma considerable los ingresos del exterior, en contrapartida, continuó la sangría de empresas nacionales y puestos de trabajo: se perdieron más de 12.000 firmas y arriba de 180.000 puestos laborales, todo lo que “podría llevar a un proceso de desinversión en la industria nacional”, según un informe del Observatorio Industriales Pymes Argentinos (IPA) desde donde aseguran que “la incertidumbre se impone en estos primeros meses del 2025”.
Al respecto, la devaluación de diciembre de 2023 y la pérdida de ingresos asociada provocaron una fuerte recesión. “Luego de un período de estanflación importante, pozo de actividad entre enero y junio 2024, comenzó una incipiente recuperación -de junio a octubre- que se detuvo en los últimos meses, noviembre y diciembre. Como resultado, los niveles iniciales no se recuperaron nunca”, advirtieron desde el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE). En este escenario, sobresale el impacto negativo de la apertura importadora desregulada con un creciente ingreso al país de alimentos y bebidas básicas, textiles y calzados, productos de higiene y artículos duraderos, como electrodomésticos. “Si esta dinámica persiste en todo 2025, el daño sobre el tejido productivo será significativo”, subrayó el informe de IPA.
Sobre ello hay que tener presente que, al cierre del 2024, la capacidad instalada industrial (UCII INDEC) se ubicó apenas por arriba del 57%, mientras el consumo en supermercados se desplomó (-10%) pero las importaciones de bienes de consumo aumentaron (+12,4%). En el primer mes de 2025 la tendencia contractiva se sostuvo: la capacidad productiva industrial rondó el 55,0%, con la mayoría de los sectores por debajo, de hecho, del magro nivel que ya habían anotado en igual mes del 2024 (Milei vs. Milei).
Pese a dicha realidad, esta semana el gobierno nacional avanzó en un nuevo capítulo de la desregulación comercial al anunciar una baja de los aranceles a las importaciones de productos textiles, afectando a uno de los sectores más complicados: en la última encuesta de la Fundación Pro tejer 6 de cada 10 firmas indicó haber implementado suspensiones y despidos en el último año. Según los últimos datos oficiales (IPI-INDEC) el rubro Productos textiles en enero de 2025 se contrajo 9,2% interanual, sosteniendo un comportamiento bajista como en la mayoría de los meses del año previo.
Según publicó el ministro Caputo en sus redes sociales, “con el objetivo de bajar los precios locales y aumentar la competencia, vamos a rebajar los impuestos a la importación de ropa, calzado y telas. A partir de un Decreto que se publicará en los próximos días en el Boletín Oficial, serán reducidos los aranceles de ropa y calzado, que pasarán de 35% a 20%; de telas de 26% a 18%; y de los distintos hilados de 18% a 12, 14 y 16%”. La medida no tardó en despertar críticas del sector.
“Esta medida puede comprometer seriamente la producción, el empleo y el desarrollo de la cadena de valor textil en Argentina. La experiencia internacional ha demostrado que una apertura comercial sin planificación puede debilitar la industria local en lugar de fortalecerla” señalaron desde la Federación de Industrias Textiles Argentinas (FITA), al tiempo que desde la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria calificaron la decisión como "un industricidio" ya que podría llevar a "la destrucción de miles de puestos de trabajo y el quiebre de cientos de industrias". Además, consideraron que la medida "favorece la competencia desleal de productos importados".
Ahora bien, ¿cuáles son los costos de esta medida? Lo primero a mencionar es que las prendas importadas representan aproximadamente el 15% del total del mercado argentino. Según un informe de Fundar, para 2022 eran el 7,5%, es decir, duplicaron su injerencia en solos dos años. En relación, estimaciones realizadas por el economista y especialista en el sector, Gustavo Ludmer, permiten aproximarse a una primera respuesta.
En primer lugar, considerando que el gobierno busca sostener un comportamiento a la baja de la inflación mensual, analizó cuánto podrían bajar los precios de la ropa (considerando las que ingresen del exterior como las que se fabrican localmente). “Implicaría una baja del 3,6% en la ropa y de 0,2 puntos en la inflación general (a feb/25 la ropa representó 5,7% del IPC)”, estimó.
Siguiendo, otro posible efecto tiene que ver con que se sustituyen prendas que hasta hoy se fabrican localmente: “los dueños de marcas grandes estimaban que con esta medida iban a subir la participación de producto importado el doble”, señaló. Se suma como otra cuestión clave por el investigador la cantidad de puestos de trabajo que podrían verse afectados, considerando que la cadena abarca más de 530.000 empleos. “la medida subiría las importaciones del 15 a 30% y eso destruiría aproximadamente 30.150 puestos en confección, sumado a 17.350 en el eslabón textil. En total, la medida destruiría 47.500 empleos industriales, en su gran mayoría formales”. Es decir que “se destruirá más empleo y/o informalizarán puestos”.
En complemento, Daniel Schteingart, director de Planificación Productiva de Fundar, sumó dos puntos centrales. Por un lado, el costo fiscal “por menor recaudación aduanera y porque el achicamiento de las empresas del sector supondrá que estas pagarán menos impuestos y contribuciones a la seguridad social”, a lo que se agrega que “la medida tiene en el corto plazo impacto en divisas, por mayores importaciones”.
Menos industria: menos empleo y consumo
Esta semana se conocerán los datos oficiales de ventas en supermercados y mayoristas para el primer mes del 2025, sin embargo, un relevamiento privado ya anticipó que el consumo masivo se contrajo tanto en enero (-10,6%) como en febrero (-9,8%) acumulando en el bimestre una caída del 10,2%, según la consultora Scentia. A su vez, por zona del país, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) la merma fue del 10,4%, mientras que en el resto del país fue del 9,4%. Esta situación, que evidencia 14 meses consecutivos a la baja, podría agravarse si avanza la destrucción total o parcial de puestos industriales y/o el deterioro de las condiciones salariales.
“Tras la devaluación de fines de 2023, se observó una recuperación salarial, pero la tendencia se frenó en 2025. Los aumentos negociados en paritarias de enero y febrero quedaron por debajo de la inflación, lo que significa una nueva caída en el poder adquisitivo de los salarios”, señaló el investigador Matías Maito. En relación, el coordinador de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETYD) analizó que “esto es resultado de las presiones que el gobierno está ejerciendo para que los acuerdos paritarios no superen el umbral que definieron”.
Finalmente, ¿qué se puede esperar para 2025? Según el centro de estudios de la UNSAM, “si se mantiene ese ritmo, recién en enero de 2026 se recuperarían todos los empleos que se perdieron desde agosto de 2023, que es cuando empezó la contracción”. En conclusión “no hay demasiado margen para ser optimistas y esperar una recuperación más rápida, a no ser que se activen dos grandes generadores de empleo como son la construcción y la industria”, este último cada vez más amenazado por la apertura desregulada de importaciones.
Comentá la nota