La Reforma dialogó con una de las carnicerías de esta ciudad para conocer si hubo o no desabastecimiento de carnes, subas de precios o baja en las ventas.
En el marco de finalizar ayer el paro del campo y retomarse la comercialización de la hacienda, La Reforma dialogó con una de las carnicerías de esta ciudad para conocer si hubo o no desabastecimiento de carne, subas de precios o baja en las ventas. Juan Marcelo, reconocido comerciante de barrio Este, manifestó que si bien no es su caso puntual, en General Pico hay faltante de carne, pero, la situación se normalizará prontamente.
La temática es vox pópuli en la ciudadanía, y el precio de la carne, cada dos por tres, es “noticia”. Tras la medida nacional del cierre de exportaciones, el campo emitió un paro que prometió desabastecer las góndolas de los supermercados y exhibidoras de carnicerías de barrio.
El hecho es que sucedió, y si bien no en grotesca escala como en otras ciudades, en General Pico pudo verse que aquellas carnicerías abastecidas con carnes de grandes cadenas frigoríficas tuvieron un importante faltante.
Sobre esta misma línea este medio periodístico entrevistó a Juan Marcelo, titular de una carnicería en Avenida San Martín y calle 31 de barrio Este, conocido por su clientela exigente pero, “la mejor”, según manifestó. Prestó parte de su tiempo laboral y relató la situación que vive el sector, entre otras opiniones personales.
-En Pico, ¿hay faltante de carne?
-Sabemos que en Pico hay faltante, sobre todo de quienes bajan la carne de frigoríficos que dependen de terceros para faenar.
Particularmente no es mi caso, porque me manejo con un proveedor que tiene todo el ciclo, es decir, fábrica los alimentos, cría a los animales, tiene el frigorífico y también los camiones de reparto con frío, por lo que particularmente a mí no me va a faltar la carne.
Pero sí a otros frigoríficos que dependen de la compra en campos. Hay varias carnicerías que hoy no tienen carne, y se estima que estos frigoríficos puedan regularizar su situación el próximo martes.
Hay un corte en general que nunca alcanza, pero no es porque falte, sino porque es el más pedido, como el asado. Nunca alcanza, ni en invierno, ni verano.
-¿Cuánto ha venido aumentando durante este último tiempo?
-La carne vino subiendo, por mes, unos cuarenta o cincuenta pesos. En enero la carne estaba en un promedio de 600, 650 pesos el kilo, y ahora está en 850 pesos.
El aumento más grande que sufrió fue dentro del mes de mayo, a principios hubo un aumento grande y a fines también, porque a las 48 horas del paro subió un 10 por ciento, donde la excusa puesta por el vendedor fue esta misma, la del paro. Esperemos que ahora cuando finalice la medida de fuerza, bajen ese 10 por ciento, pero sabemos que no va a ser así.
-¿Cómo impactan los precios en el mostrador?
-La gente pregunta mucho por la carne, los precios, y se lamentan. Pero reconocen que ‘todo está caro’ y que caro por caro, prefieren comer carne de vaca, o restringir otras compras que no sean las de primera necesidad.
Acá las pulpas están en 850, los cortes para asar el mismo valor, y una picada especial de 650, entre otros valores. Lo más caro del momento es la cola de cuadril, el peceto, el matambre y el lomo, a 890 pesos el kilo.
Lo cierto es que el más perjudicado en la cadena de precios que tiene la carne, siempre es el consumidor final, pero todos los que somos intermediarios también tenemos los gastos como productores y como comerciantes.
En general ha bajado el consumo de carne, las ventas. En este contexto de pandemia no se pueden sacar determinadas conclusiones, porque suelen agregarse personas que hacen mandados en los supermercados, y ahora con las largas colas, se acercan a los mercados y comercios de barrios.
Otra venta que se incrementó por la pandemia es la de las rotiserias, por la carne picada o alguna otra pulpa para preparar comidas. Están trabajando muy bien, al igual que algunas personas que también cocinan en su casa para vender y paliar la crisis, mucho más en este marco de que con las restricciones los restaurantes están cerrados por la noche.
-¿El horario actual los afecta?
-En mi caso particular, y en el de muchas y muchos clientes, comentan que el horario corrido les queda bien. Es cuestión de organizarse y salir a hacer las compras al mediodía o pasado el mediodía cuando salís de trabajar.
Vienen a comprar antes de acostarse la siesta, o apenas se levantan, y ya no salen por el resto del día. Al menos los que vienen a esta carnicería, la gente de este barrio, se acostumbró bien al horario actual.
-¿Cuál es tu opinión sobre el cierre de exportaciones y el paro del campo?
-Más allá de que el cierre de las exportaciones sea para bajar el precio de la carne o no, puedo decir que hacerlo por 30 días puede ser una decisión equivocada, ya que el que tiene novillo para exportación los aguanta por la misma cantidad de días y no pasa nada. Lo mismo que el paro del campo por diez días, creo que también fue una opción desacertada, no llega a causar el impacto esperado.
Obviamente hay distintas calidades en el consumo interno, y el novillo de exportación lleva otros requisitos. Lo que sucede es que el país que te compra, compra todo, desde la vaca manufactura, la llamada vaca vieja que no reproduce ni da leche, los novillos lastimados, todos los animales que en Argentina no se comprarían más que para carne picada. Por este motivo también se genera pérdida directa para el chacarero con el cierre de las exportaciones.
En hong kong por ejemplo, te compran las venas, los cartílagos debajo de la lengua del animal, el tragapasto, la tráquea, todos cortes que no se consumen en Argentina. Todo eso queda, y se tira, como al principio cuando no había exportaciones.
La gente debería saber que detrás de cada costeleta, de cada milanesa, de cada corte de asado hay tres años de trabajo y una cadena de logística de una infinidad de rubros que viven de la industria de la carne. Y en cada uno de estos sectores hay una cantidad de impuestos incalculables, lógicamente.
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