En Santa Fe, se impuso por 1-0, con gol de Vera, y sigue subiendo en la tabla de la mano de Pellegrino
SANTA FE.- Sube y no es espuma. Lo hace poco a poco mientras unos se adaptan a otros. Mauricio Pellegrino entra lentamente en el corazón de Independiente. Todavía el equipo no juega como a él le gustaría. Tampoco como elegiría la gente. Pero no hay quien pueda contra los resultados. Los Rojos llevan cuatro victorias consecutivas y, casi sin quererlo, sueñan con los ojos abiertos. Saben que están lejos. Pero nadie puede rendirse. ¿Colón? Casi nada.
Cuando el equipo de Almirón jugaba bien y atacaba mucho no se conseguían los resultados. Hoy, con más orden defensivo y sin tanto apetito en el ataque, el equilibrio de Independiente parece mucho más rendidor. Tanto que ya lleva cuatro victorias consecutivas desde la asunción de Pellegrino, al que los hinchas le habían colgado una bandera para que no lo contrataran. ¿Y ahora?
Cambia. Todo cambia. Desde el ánimo hasta las intenciones. Desde la confianza hasta la estrategia. Porque este Independiente no tiene nada que ver con aquél. Defiende mucho y bien. Ataca bastante, aunque a veces confunde los caminos. Eso sí: supo rodearse de algunos jugadores desequilibrantes.
Algo de eso pasó en la apertura, después de un primer tiempo demasiado parejo: Méndez, que no sabe si seguirá después de diciembre, levantó la vista y vio justo a Vera; el uruguayo puso el botín izquierdo y, de primera, definió con toque alto e inatajable. Poco y nada había pasado hasta entonces, entre un desarrollo reñido y un juego con demasiadas interrupciones.
Nadie podrá discutir el mal momento de Colón. La llegada de Franco encendió los corazones, pero lentamente pierde fuerza la llama. Son siete partidos sin victorias, con cuatro empates y tres caídas consecutivas. Ante los resultados no quedan demasiados argumentos. Es cierto que los sabaleros arriesgan e intentan con un juego a ras del piso. El DT se vuelve loco desde el banco cuando no se respetan esos preceptos, pero los puntos no llegan y los santafecinos se hunden en las posiciones y en los promedios. Así está su gente: entre reproches y recriminaciones para todos, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes.
Independiente sabe lo que hace. Nunca da un paso de más o de menos. Se mueve en bloque y cubre las posiciones en busca de los espacios. El libreto está aprendido entre los que entran, como Pereyra Díaz, que anoche debutó y que tuvo una buena participación ofensiva, y también entre los titulares. Pellerano, en la defensa, y Vera, en el ataque, que se incorporaron hace poco, ya parecen aceitados en la sincronización colectiva. No es un dato menor.
Cuando más desesperado estuvo Colón, más posibilidades aparecieron para Independiente. Fue un contraataque increíble en el que Vera dejó solo a Benítez. Al atacante, uno de los mejores desde que llegó Pellegrino, se le nubló la vista y pateó al cuerpo del arquero Broun. En el rebote, ya desesperado, pateó demasiado lejos. Fue una postal de lo que eran unos y otros. El negocio ya lo había hecho Independiente, que trata de memorizar un libreto.
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