Con un gol de Benítez, derrotó 1-0 a Defensa y Justicia; desde que asumió Pellegrino como DT, el Rojo ya cosechó cinco triunfos seguidos por el campeonato; debutó el Cebolla Rodríguez
Independiente estaba a la buena de Dios hasta que se tomaron decisiones firmes. La primera, más allá de adhesiones o rechazos, fue haber elegido a Hugo Moyano como presidente, hace poco más de un año. La segunda, mejor dicho la tercera, tras el intento fallido con Jorge Almirón, fue la designación de Mauricio Pellegrino, que, más allá del paladar, le dio una orientación que no se discute: dirigió seis partidos y ganó los seis. Así, los Rojos se animan hasta la utopía más grande. Y quién les dice...
Algo tiene este Independiente. No luce, pero marca diferencias. Parece que tambalea, pero sale adelante. Como anoche, cuando Defensa y Justicia manejó buena parte del desarrollo. Fueron momentos en los que el más débil pareció con músculos vigorosos. La diferencia estuvo en los quilates. Porque los Rojos definieron con el peso de las individualidades, algo de lo que careció el conjunto visitante. Están todos contentos. La gente alienta. Los jugadores corren. Los dirigentes aplauden.
Cambió. Hace rato que Independiente cambió. Ahora se defiende mejor que antes y ataca con más inteligencia. Cada victoria le da crédito con la gente. Es una moneda más que ganan Pellegrino, el entrenador observado, y sus muchachos. Al igual que Almirón, el carisma no es lo suyo, pero nadie puede discutirle los resultados. Cultor del perfil bajo, sigue sus instintos sin fijarse en nada más. Y por ahora le va bien.
Hay méritos en el nuevo Independiente, que parece tener consolidada una sociedad de marcadores centrales, con Pellerano y Cuesta. También, poco a poco, construye una columna vertebral. El chico Vitale, curiosamente, parece haberle ganado un lugar al refuerzo más buscado: Ortiz. Méndez crece y Benítez marca claras diferencias en la transición entre el medio campo y el ataque. Albertengo y Vera, pese a que no convirtieron, son una preocupación constante.
Precisamente, de la presión de Méndez nació el error de Defensa que aprovechó Benítez, futbolista recuperado en la gestión Pellegrino, que enganchó y que definió con un remate tan sutil como astuto. El trabajo más complicado estaba hecho para los Rojos. El resto era tratar de cerrar los caminos hacia el arco del Ruso Rodríguez y encontrar los huecos hacia el contraataque más punzante. Es cierto que pocas veces lo consiguió, apenas con un cabezazo de Albertengo que rebotó en el travesaño.
¿Sufrió? También, y con algo de polémica. Fue con un intento de Julio Rodríguez, en el que Cuesta le cometió penal, no sancionado por Trucco y que enardeció hasta al presidente de Defensa, José Lemme: "El referí tendría que pedirle perdón a los jugadores. Es vergonzoso el penal que no nos cobran".
Pellegrino empieza a hacerse creíble en el paladar de Independiente. Son seis triunfos consecutivos, uno por la Copa Argentina, bajo su tutela. El DT al que le habían colgado la bandera para que no asumiera se acostumbra a ganar. Hay un plantel tranquilo. Se ven dirigentes contentos por la marcha deportiva y por la solidez institucional. Y, por los últimos tiempos de Independiente, la cosa no está nada mal.
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