La vicepresidenta está en silencio desde hace más de tres semanas, pero podría acompañar a Sergio Massa el jueves en La Plata. El ex Presidente definió no apoyar explícitamente a Patricia Bullrich
Por Federico Mayol
Mauricio Macri había intentado evacuar en estas últimas semanas frente a la dirigencia que lo visitó en sus oficinas de Vicente López al menos dos inquietudes. Preguntó primero como impactó en las encuestas lo que llamó en privado la “campaña del miedo” que, según él, se orquestó desde usinas propias y ajenas contra Patricia Bullrich después de que la ex ministra de Seguridad blanqueara sus intenciones en caso de llegar a la Presidencia. El ex Presidente también quiso saber si debía o no pronunciarse públicamente, en el tramo final de la campaña, en favor de la postulación de su ex ministra de Seguridad.
Recibió, según trascendió, diferentes opiniones antes de la entrevista que le concedió este lunes por la noche a TN, y del reportaje que este martes tenía agendado con LN+, en la previa del viaje por Centroamérica, para dar clases en una universidad y volver al país antes del fin de semana, en vísperas de la primaria entre Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, la interna más trascendental en la historia del PRO.
“Patricia cree que, con el apoyo de la gente, y el mayor peso que hoy tenemos en Diputados y el Senado, hay que arrancar en un cambio inmediato y profundo. Horacio cree en la misma profundidad del cambio, pero con una mayoría ampliada, donde participen otros protagonistas de la dirigencia”, señaló Macri, entrevistado por TN. “Ahí es donde tengo la diferencia con él. Lo hemos hablado muchas veces. Mi experiencia dice que es difícil que aquellos que han sido y siguen siendo responsables de esta degradación y decadencia argentina estén dispuestos a colaborar con un cambio que arranca con ellos perdiendo sus privilegios”, agregó el ex Presidente.
Macri marcó su preferencia, pero fue sutil.
En el entorno del ex Presidente habían descripto ante este medio, en la previa, su posición en la primaria del PRO como “ecuánime, pero no neutral”. Macri no tenía pensado antes de este domingo pronunciarse de manera explícita a favor de Bullrich, a pesar de que su predilección es vox populi desde hace tiempo, y de que su vínculo con el jefe de Gobierno se deterioró casi por completo. Pero lo que sí hizo el presidente de la fundación FIFA fue, por ejemplo, interceder ante un sector del establishment, cuando promediaba la campaña, para que apoyara económicamente a la ex presidenta del PRO. Eran las épocas en las que Bullrich se solventaba apenas con lo que recaudaba en almuerzos con pequeños y medianos empresarios mientras Rodríguez Larreta ya había puesto a rodar una fabulosa maquinaria financiera que desplegó por todo el país. Un mecanismo, según trascendió, sin precedentes.
A Macri, sin embargo, no le fastidió tanto esa diferencia en el financiamiento entre ambos precandidatos del PRO como la decisión de Rodríguez Larreta de desdoblar la votación nacional de la municipal, la verdadera gota que rebasó el vaso, una mojada de oreja que se sumó al triunfo larretista en las elecciones de medio término del 2021 cuando el jefe de Gobierno festejó sobre el escenario de Costa Salguero y ubicó al ex Presidente a un costado, en un papel secundario que Macri nunca terminó de digerir.
Para Macri, la Ciudad no es negociable: es el distrito que lo llevó a la Presidencia, el lugar de pertenencia del PRO desde el que ideó un dispositivo político y económico con el que financió su proyecto personal y partidario y que en estos meses vio amenazado por la postulación de Martín Lousteau tras el acuerdo que el jefe de Gobierno y el senador sellaron junto al diputado Emiliano Yacobitti, una auténtica afrenta a la precandidatura de su primo, Jorge Macri.
Desde ese momento, el vínculo entre el precandidato presidencial y el ex Presidente quedó herido de muerte: cualquier reparación de esa relación, como la postal partidaria de este lunes entre los Macri, Bullrich y e jefe de Gobierno, estará, según las fuentes, atravesada por siempre por ese enfrentamiento.
En las últimas semanas, Macri buscó medir la temperatura de la interna entre Bullrich y Rodríguez Larreta a través de diversas conversaciones con dirigentes del PRO, una costumbre que adquirió en estos tiempos y que no quiso instrumentar durante su estadía en la Casa Rosada. Tanto que hasta hubo intendentes del espacio que recién pudieron entrevistarse cara a cara con él cuando ya había sido derrotado por el kirchnerismo en las elecciones del 2019.
Macri, dicen sus íntimos, está preocupado por el lunes 14. Dicen que el triunfo de Maximiliano Pullaro en Santa Fe, el cierre que orquestó el jefe de Gobierno y algunos movimientos recientes en torno su postulación le plantearon una disyuntiva que lo llevó a no explicitar de manera contundente su preferencia, a pesar de su manifiesta inclinación por Bullrich.
A Cristina Kirchner, la dirigente más relevante del peronismo, le pasó algo parecido: desactivó la postulación de su candidato para facilitar la unidad mayoritaria del PJ detrás de Sergio Massa, lo promocionó en tres actos oficiales y se llamó a silencio, preocupada, según las fuentes, por los vaivenes de una economía que la ex Presidenta sigue con preocupación.
La vicepresidenta tuvo su última aparición pública el lunes 17 de julio, en la puesta en marcha del simulador de Aerolíneas Argentinas en compañía de Massa. Antes se había mostrado con el ministro de Economía en Aeroparque primero, y en la inauguración del gasoducto Néstor Carlos Kirchner después, en Saliquelló. Cristina Kirchner no volvió a apoyar públicamente a Massa, y no tuvo ninguna participación durante la campaña junto a Axel Kicillof en el intento de reelección del gobernador en la provincia de Buenos Aires.
La campaña de UP estuvo, en ese sentido, signada por una serie de variables que nunca terminaron de ajustarse: no solo en lo político, también en lo financiero.
En las últimas horas, con la confirmación del cierre de campaña de UP en el Teatro Argentino de La Plata, el próximo jueves, circuló la versión de que Cristina Kirchner podía participar de ese acto para apoyar a Massa en su última aparición antes de las PASO del domingo. No hubo confirmación oficial. Tampoco información sobre si la vicepresidenta estaría o no en el evento del miércoles en Merlo, en el cierre de la campaña de Kicillof en territorio bonaerense.
Es que, a pesar del optimismo que el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí volvió a transmitir este lunes en la reunión con dirigentes-voceros en el búnker de la calle Bartolomé Mitre, a la vuelta de la AFI y la Casa Rosada -aseguran que cuadruplicaron las apariciones en los medios-, a Cristina Kirchner le inquieta la situación económica: lo habla, según sus colaboradores, casi a diario con Kicillof, uno de sus consejeros. Este lunes, el dólar libre se acercó a los $600.
“No se le puede pedir más a Cristina”, explicaron desde usinas K. En las últimas semanas, en paralelo a su silencio, la vicepresidenta intentó mediar en algunas internas que sacuden al peronismo del conurbano. Según circuló, buscó primero mediar en Tigre, el distrito emblema del massismo que Malena Galmarini, la presidenta de AYSA, busca reconquistar para la familia Massa.
Después, la ex Presidenta recibió en el Senado a Fernando Espinoza, el intendente de La Matanza, tras la visita que Patricia Cubría, la dirigente del Movimiento Evita que desafía al caudillo municipal, le hiciera a Massa en el Ministerio de Economía, horas antes del encuentro en la Cámara alta.
Como Macri, Cristina Kirchner atraviesa horas decisivas para su futuro político. Los dos están convencidos, para bien o para mal, que un triunfo de Massa o de Rodríguez Larreta en las elecciones de este año podrían hacerles perder la centralidad de la que todavía gozan en ambas coaliciones.
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