¿Quién no ha comido una botana frita o galletas y bebido un refresco en las últimas 24 horas? A lo mejor, nadie o solamente una pequeña minoría, pero es poco probable.
Por: Laurence Mercier (Cibnor) y Ornella Malagrino Maza (Médica Fidepaz).
Un estudio publicado en el año 2020 mostró que en México, aproximadamente, 30 por ciento de las calorías que diariamente consumimos provienen de los alimentos y bebidas ultraprocesados. Este comportamiento es preocupante debido a que varias investigaciones han evidenciado que existe una relación entre la ingesta de estos productos y el riesgo de padecer sobrepeso, obesidad, diabetes mellitus tipo 2, problemas cardiovasculares, hipertensión arterial, entre otras enfermedades.
¿Por qué nos gustan tanto los alimentos y bebidas ultraprocesados que no podemos dejar de consumirlos? y ¿por qué dañan la salud y el medioambiente? Responderemos a esas dos preguntas y mostraremos la importancia de regular la venta de estos productos en el país.
Los alimentos pueden clasificarse con base en su grado de procesamiento o transformación (Clasificación NOVA). Se diferencian en las siguientes categorías: (1) los alimentos naturales o mínimamente procesados (frutas y verduras, leguminosas, semillas, carne y pescado fresco); (2) los ingredientes culinarios procesados (sal, azúcar, aceite, especias); (3) los alimentos procesados (preparados en casa a partir de los alimentos naturales y los ingredientes culinarios procesados, y (4) los alimentos ultraprocesados (fabricados a partir de procesos industriales complejos).
Entre los alimentos ultraprocesados o altamente industrializados se encuentran las frituras, las galletas y los pasteles, las sopas instantáneas, los lácteos y cereales azucarados, los dulces y helados, así como la comida rápida (pizzas, lasañas, hamburguesas) que se vende congelada en supermercados o caliente en algunas grandes franquicias. Las bebidas azucaradas (refrescos, jugos y aguas de sabor industrializadas) son también ultraprocesadas. Todos esos productos son conocidos como “comida chatarra” debido a que, en realidad, no son útiles para el organismo.
Los alimentos altamente industrializados son productos de alta densidad calórica y de bajo valor nutricional; en otras palabras, suministran muchas calorías a nuestro cuerpo y sus órganos, pero no les proporcionan nutrientes para su buen funcionamiento. La gran mayoría de los ingredientes que componen los alimentos y bebidas ultraprocesados son edulcorantes, conservadores, aromatizantes, acidulantes, colorantes, texturizantes y potenciadores de sabor, lo que los hacen adictivos.
Además de estos aditivos (o sustancias que se agregan a otras para darles cualidades que carecen o para mejorar las que poseen, según definición de la Real Academia de la Lengua), los alimentos ultraprocesados están formulados con ingredientes “refinados” de mala calidad nutrimental y suelen contener, simultáneamente, altas cantidades de grasas, azúcares y sal. A todos estos componentes que regularmente son añadidos por el fabricante, cuyo consumo excesivo puede ser perjudicial para la salud, se les conoce como nutrimentos críticos. Además, los alimentos altamente industrializados tienen pocas proteínas, fibras, ácidos grasos omega-3, antioxidantes y vitaminas, los cuales fueron perdidos o desnaturalizados durante el proceso industrial.
El elevado consumo de alimentos y bebidas ultraprocesados está atribuido a que son baratos, prácticos, apetitosos, disponibles en una gran variedad de tiendas (desde un café internet hasta un supermercado) y se conservan durante mucho tiempo. También, antes de la aplicación del etiquetado de advertencia en los envases, muchos de ellos creaban una falsa impresión de ser saludables.
Los alimentos ricos en azúcar, grasas y sal, además de algunos aditivos, activan nuestro sistema de recompensa a nivel cerebral, el cual libera neurotransmisores como la dopamina, provocándonos una sensación de placer y bienestar, pero también cierta adicción. Dentro de la composición de los alimentos altamente industrializados, se encuentran también algunos compuestos que alteran nuestros mecanismos de saciedad y control del apetito, lo que nos lleva a un consumo excesivo. Por otro lado, los modelos de negocio de estas transnacionales se caracterizan por una omnipresencia de los productos, un marketing engañoso y una publicidad agresiva que busca influir nuestras emociones, siendo los niños y los adolescentes los consumidores más vulnerables.
Basar nuestra dieta en estos alimentos no es saludable ya que, como se comentó anteriormente, proveen a nuestro cuerpo y sus órganos muchas calorías rápidamente absorbibles que no satisfacen nuestro apetito ni nos proporcionan nutrientes. La consecuencia es que ingerimos un exceso de calorías que puede transformarse en una acumulación anormal o excesiva de grasa corporal, la cual puede convertirse en un problema de sobrepeso u obesidad. Los aditivos presentes en los alimentos y bebidas ultraprocesados son también perjudiciales para la salud.
En ese sentido, el consumo excesivo de estos productos no tiene nada qué ver con nuestra fuerza de voluntad: culpar y estigmatizar a las personas que los consuman es muy fácil cuando, en realidad, son las empresas transnacionales que los producen e inducen el sobreconsumo.
Por todo lo anterior, es necesario frenar el aumento de las ventas de alimentos y bebidas altamente industrializados mediante regulaciones legales (restricción de publicidad y disponibilidad e impuestos a alimentos y bebidas de baja calidad nutrimental), así como incentivar el consumo de alimentos mínimamente procesados y comidas caseras. Esto tendrá un impacto no solamente en la salud y el bienestar de la población sino también sobre la naturaleza, debido a que las botellas, cajas, envolturas y otros envases, principalmente hechos de plástico u otro derivado del petróleo, dañan el medioambiente.
Para mejorar tu salud, puedes lograr proponerte esta primera meta: disminuir a 15 por ciento las calorías provenientes de los alimentos y bebidas ultraprocesados del total que consumes diario. Para lograrlo, puedes realizar una lista de alimentos y bebidas altamente industrializados que comes durante una semana (recuerda que pueden venir en paquetes o que también puedes comprarlos ya listos para comer); a partir de tu evaluación, empieza a disminuir su consumo, sustituyéndolos por alimentos que elaboras en casa. Por ejemplo, en lugar de una sopa instantánea, prepara una sopa de fideo con verduras y condimentos naturales.
Comentá la nota