A la ciudad de Puerto Iguazú se la puede ver en sus dos facetas: la turística, cuyo emblema son las Cataratas, una de las maravillas del mundo más visitadas, con la exuberante selva y la riqueza natural, y la otra cara es la de cientos barrios populares donde abunda la pobreza.
Como es el caso del barrio Costas del Mbocay, situado en la costa del arroyo que lleva ese nombre y a pocos kilómetros de la zona urbana, donde viven más de 75 familias censadas por el Registro Nacional de Barrios Populares (Renabap). Éstas no cuentan con agua suficiente; ni con la energía eléctrica regularizada y no tienen apertura de calles en la barriada, una falencia que lleva décadas.
Hace unos días, el diputado Martín Sereno, del espacio político Tierra, Techo y Trabajo, estuvo en la zona, y junto a los militantes del Movimiento Evita de Iguazú, José Núñez, Mónica Borras, Juan Pintos, Hernán Handrochuk, Victoria Solano y Julia Mongelós, entre otros, recorrieron la barriada y dialogaron con las familias preocupadas.
“Hace un tiempo hicimos gestiones por este barrio popular, que tiene todos sus derechos amparados por Ley del Renabap, por eso no se explica por qué el Estado no cumple con proveerles los servicios básicos. Ya le transmitimos a las autoridades del Instituto Misionero de Agua y Saneamiento (Imas) local, y ahora aguardamos la urgente respuesta para el acceso a un derecho universal como el agua potable”, detalló Sereno.
Recordó que en la mayoría de los barrios y picadas históricas, como el Paraje Timbó, de San Vicente, no disponen de agua potable para sus habitantes. “Eso es claramente abandono y desinterés por nuestra gente. Iniciamos las gestiones para desarrollar una protección de vertientes. Se trata de una alternativa para mejorar el acceso al agua en las zonas rurales, y de esa manera brindar el acceso al agua segura a las familias que padecen esa falta en todo el territorio provincial”.
Necesidad de una bomba con mayor potencia
Horacio Da Silva explicó que tienen varios problemas con los que hace años están batallando más de 75 familias. Presentaron notas a la Municipalidad y al Concejo Deliberante de Iguazú; pero sienten que “nos dan la espalda”.
Lo mismo pasa con la Empresa de Energía, que “no nos provee ni los postes. Parece que sólo les interesan los barrios con viviendas de material, supermercados y calles con asfalto, mientras nosotros seguimos peleando por nuestros derechos. Somos familias pobres, con muchos chicos y necesitamos que las autoridades nos tengan en cuenta”, cuestionó.
Hace 20 años que Da Silva vive en el barrio Mbocay. Cuenta que cuando llegó todo era monte, no había caminos. Los vecinos se movilizaron frente al Concejo y lograron abrir calles angostas. “La máquina ayudó a mover las tierras, después comenzaron con un tramo del empedrado y ahí quedó parado. El presidente de la comisión barrial nos dio una mano y suele ayudar como puede; por ejemplo, se ocupa de la comida para los trabajadores cuando hay que hacer algunos arreglos, o pone el combustible para la camioneta; pero en realidad necesitamos apoyo municipal o provincial, por eso pedimos a las autoridades que se ocupen”.
Se quejó del accionar del actual Gobernador, que anduvo por la zona en campaña hace cuatro años y después “no lo vimos más”, lamentaron.
“Seguramente cuando haya elecciones vendrá a pedir votos, porque siempre pasa que se acuerdan de los pobres cuando les conviene. El intendente Claudio Filippa (FR) se esconde igual que los concejales. Es doloroso el abandono. Necesitamos nuevas autoridades que se muevan y puedan resolver los problemas de los necesitados que vivimos en la costa del arroyo. No tenemos agua porque la bomba no aguanta, se quemó y cuando fuimos a pedir que la reparen, nos respondieron que es problema nuestro porque no la cuidamos. Lo mismo pasa con la luz, compramos los postes para el alumbrado y todavía estamos esperando que los coloquen”, manifestó Da Silva.
“Las mejoras del barrio son por esfuerzo de las familias”
Para Nélida Da Silva, vivir sin agua “es un calvario, la bomba no aguantó y cuando se quemó, no nos quedaba otra que ir a buscar agua caminando hasta el arroyo; pero no es apta para el consumo y enferma a nuestros hijos. Al tiempo reemplazaron la primera bomba por otra más chica que no da abasto. Estaría bueno poder vivir con agua sana y luz como nos corresponde. No se puede cargar con estos problemas durante tantos años”, lamentó.
Coincide con sus vecinos que si tuviesen agua y energía eléctrica regularizada les cambiaría la vida. “Es un derecho y sería justo que se cumpla. Llevamos años detrás de ese reclamo”, dijo la mujer.
Teodoro Cabral tiene 71 años y lleva cinco años viviendo en el barrio, ubicado prácticamente frente a la comunidad Fortín Mbororé. Trabajó gran parte de su vida, y ahora está jubilado. “A veces pienso que estamos condenados a la pobreza. Estoy cobrando la jubilación mínima y apenas alcanza para poner algo en la olla. Tengo tres hijos que viven en el mismo lote con sus familias, y la mayor necesidad que tenemos todos es luz y agua con calidad”.
Señaló que las mejoras que hay en el barrio, se debe al esfuerzo de las familias que hicieron todo a pulmón, como el cableado y la apertura angosta de una calle.
“Pero necesitamos una máquina, para el resto colaboramos entre los vecinos; pero hay cosas que nos resultan demasiado pesadas, por ejemplo comprar una bomba más grande y potente; porque la que hay no abastece a todos. Se hizo un pozo perforado, pero no es suficiente. Las familias siempre estamos dispuestas a luchar por el barrio para poder vivir mejor; pero la mano del Estado no se puede reemplazar, por eso reclamamos a los gobernantes”, afirmó Cabral.
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