por José Luis Jacobo
Carlos XVIII, rey de Suecia, creó la figura del ombudsman, o defensor del pueblo, tomándola del imperio Otomano. El rey sueco advirtió la utilidad de esta figura luego de un exilio auto impuesto en Turquía, en donde existía la figura del Qadi al Qadat, típica de las teocracias islámicas.
En nuestro país, la institución la introdujo la nefasta y malhadada reforma constitucional de 1994. Creado el ombudsman nacional, el efecto imitativo saltó a provincias y municipios. Aquí en Mar del Plata, le debemos el engendro a Oscar Pagni y Marcelo Artime, que impulsaron y lograron su creación.
Vaya a saber qué egos y qué confusión ideológica llevó a este dislate que amplía la figura de la representación popular a un mecanismo oligárquico de elección como el que se utiliza en General Pueyrredón. Este medio ha sido, desde la creación del engendro, el único en señalar que es un dispendio de recursos y una plataforma de floreo público sin resultados válidos para el ciudadano de a pie.
Hoy, ya iniciado el 2020, con la presión que implica poner el presupuesto en línea con lo que marca la ley provincial, las féminas curules de la Coalición Cívica, no por virtud, sino por necesidad, piden que se le asigne presupuesto propio, o que se lo elimine. No son las ideas: es el reparto del vil metal.
Luego de un año de debates con el ex secretario de Hacienda Hernán Mourelle, finalmente hay que acomodar el presupuesto del Concejo Deliberante a los parámetros legales vigentes. En 2109, se desviaron partidas por el orden de cien millones de pesos para atender la avidez económica del cuerpo. Fue la piedra de toque que eyectó a Mourelle de la secretaría de Hacienda por su negativa a convalidar dichas transferencias.
Hoy, el presidente del cuerpo, Ariel Martínez Bordaisco, dice en los medios: “no puede pasar más que el Concejo Deliberante no tenga partidas presupuestarias para sus gastos, se han agotado las partidas. Avanzaremos en una auditoria. Queremos llevar adelante un análisis técnico de lo que nos encontramos cuando asumimos en la presidencia del cuerpo legislativo”. Suena probo y republicano. Vale citar que Bordaisco fue concejal por Cambiemos (UCR) y, si bien es cierto que no eran suyas las responsabilidades administrativas, era, como es hoy, parte del cuerpo.
En esta es la situación hoy en día cuando, ante la restricción monetaria, las curules Angélica González y Rosa Liliana Gonzalorena piden que se aparte a la Defensoría del Pueblo del presupuesto que corresponde al deliberativo, y se le asigne presupuesto propio. Aducen razones varias, lo cierto es que los montos que insume la esperpéntica institución drenan el recurso que se debe destinar a asesores y empleados del Concejo. El trio afectado dice que la propuesta busca “eliminar la defensoría” creada por ordenanza y que lamentarían que el ejecutivo se sume a dicho predicamento.
Lamentaré profundamente que Guillermo Montenegro no tome esta oportunidad de concluir una etapa sin valor para el vecino de una estructura monárquica y oligárquica en su mecanismo de elección que sólo insume recursos y que en nada ayuda a dar mejor respuesta al ciudadano.
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