El ministro recibe consultas desde distintos sectores sobre la aceleración del costo de vida, en un contexto en el que las remarcaciones no se detienen.
Por José Calero.
El 11 de enero los argentinos le pondrán un número a la imparable escalada de precios que se profundizó en las últimas semanas, cuando el 12 de diciembre último se anunció una devaluación que llevó el dólar a 800 pesos. El jueves próximo, el INDEC -que sigue siendo conducido por Marco Lavagna gracias a un prestigio recuperado- dirá hasta dónde llegó la temperatura de una disparada de remarcaciones que no se veía desde hace 30 años.
El costo de vida de diciembre habría rondado el 30%, pero ese no sería el peor dato. Es que, en la primera semana de enero los precios de alimentos y bebidas no habrían dado respiro: subieron 5%, según el seguimiento que realiza la consultora LCG. Como se ve, la disparada de remarcaciones lejos está de amainar.
"Vienen meses muy difíciles", repiten desde el presidente Javier Milei hasta el último secretario de la Casa Rosada. Una hipótesis de evolución de precios diseñada por una de las consultoras más tradicionales del mercado, con llegada a las cúpulas empresariales, vaticina un escenario que eriza la piel. En su pronóstico más pesimista, advierte que el IPC podría acumular -punta a punta- una suba del 100 por ciento entre diciembre y marzo. Eso indicaría que durante el verano los precios subirían a un promedio mensual cercano al 25%. Y en medio de un escenario social cada vez más delicado.
Es decir, la escalada no se terminaría con el brutal reposicionamiento de precios relativos pos devaluación, sino que el "rezago" del que suele hablar Milei para explicar cómo la política de emisión expansiva aplicada por Sergio Massa, continúa más vivo que nunca y se agrava especialmente por el fenomenal aumento de los combustibles, que va camino de redondear 100% en pocas semanas.
Para sumar pronósticos que asustan al más aplomado, LCG proyectaría un 20% de suba en el costo de vida de los alimentos para este mes. Cerca del Gobierno creen tener aún margen de maniobra, amparados en el respaldo obtenido por Milei en el balotaje. Pero, entre algunos ministros persisten ciertas dudas, más vinculadas incluso al capital político que tiene el plan libertario. Se preguntan qué ocurrirá si pasa el verano y el fenómeno inflacionario no se detiene, como ya ocurrió en otros momentos en la Argentina.
La escalada de precios se profundizó en la primera semana de enero.
"Pasar el verano", una frase que genera más dudas que certezas
Luis Caputo recibe consultas permanentes desde distintos sectores, en especial el financiero, sobre cuáles son los tiempos que maneja el equipo económico respecto de la continuidad de esta brutal remarcación que está pulverizando los ingresos a un ritmo que hacía tres décadas no se veía.
Ante esos sondeos, algunos de gente muy allegada al ministro de Economía por su otrora activa participación en el mercado financiero, Caputo suele ensayar algunas frases de ocasión, aunque trata de no soltar mucha prenda sobre cuáles son sus verdaderos pronósticos, sobre todo en este escenario donde es muy difícil hacer vaticinios.
El ministro llegó a sugerir a algunos de sus interlocutores que, tras el verano, el escenario de tensión inflacionaria y la renovada presión cambiaria, comenzarán a aminorar, sobre todo mientras las divisas de la cosecha empiezan a aceitar el mecanismo de acumulación de reservas que se propone el Banco Central, ahora a cargo de Santiago Bausili, ex socio de Caputo.
"El problema es qué puede ocurrir en marzo cuando haya que retomar numerosas actividades y las remarcaciones lastimen desde los útiles escolares hasta la indumentaria y la comida cotidiana de los chicos que van a la escuela", se pregunta un consultor que participa de la elaboración de uno de los índices de confianza en el Gobierno que le siguen dando un respaldo importante al Presidente.
El Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) elaborado por Poliarquía para la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella dice que la confianza en la administración de Javier Milei se encontraba en niveles récord a mediados de diciembre. Nada indica que eso se haya modificado demasiado.
Es más, un sociólogo que viene trabajando en barriadas pobres del conurbano bonaerense en La Matanza recogió testimonios de sectores de muy escasos recursos que, a pesar de todo, aún mantienen el crédito hacia lo que pueda hacer el libertario. La duplicación de la asignación por hijo y el aumento del 50% en el programa Alimentar explicarían, en parte, cómo se sostiene ese humor social entre las clases más postergadas.
Caputo llegó a sugerir que, tras el verano, el escenario de tensión inflacionaria y la presión cambiaria, comenzarán a aminorar.
La "magia" financiera no aparece
En círculos ligados al mundo de las finanzas siguen con cierta preocupación los magros resultados obtenidos por Caputo en las licitaciones de los bonos BOPREAL, con los que esperaba solucionar en parte el problema de la deuda del Banco Central con compañías importadoras por unos u$s62.000 millones.
La licitación de este jueves fue incluso más floja que la semana pasada: apenas u$s57 millones, de los u$s 750 millones que salió a ofertar al mercado. Este pobre resultado, alimentó la brecha cambiaria y dejó al Contado con Liqui en zona de $1.100, con una brecha del 34%. Es un secreto a voces en la City que hay sectores presionando para que el titular del Banco Central, Santiago Bausili, otorgue algunos incentivos extras para los inversores. Caputo es consciente de esa pretensión y estaría disgustado con el hecho de que sus ex colegas del mundo financiero ahora parecen intentar darle la espalda.
Los reclamos que a diario recibe el ministro de Economía no cesan. Este jueves, en una reunión muy cordial, el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, le manifestó a Caputo su "expectativa" de que el Gobierno dé un giro de 180 grados en la política de coparticipación, y le "devuelva" a la Ciudad de Buenos Aires lo que el kirchnerismo le quitó, mientras Cristina Kirchner criticaba que en el distrito porteño "hasta los helechos tienen agua".
Un fallo de la Corte Suprema le dio la razón a la Ciudad, pero el cada vez más "español" Alberto Fernández nunca lo cumplió, en buena medida por la presión que Cristina Kirchner, Axel Kicillof y La Cámpora, ejercieron sobre el entonces presidente.
"Buena primera reunión", fue la escueta expresión usada por el Gobierno para describir el contenido del encuentro. Cuando Jorge Macri le insinuó sus "expectativas", Caputo le dijo que conocía bien el tema y se comprometió a interiorizarse sobre los "detalles técnicos".
Si bien esa definición pareció tener gusto a poco para las esperanzas que tenía el jefe de Gobierno, igual destacó la "buena voluntad de parte de la Nación" y recordó, por si hiciera falta, que la nueva gestión no fue parte de la discusión previa del reclamo y que encontró un escenario económico muy parecido a un polvorín. En el medio, hay nada más ni nada menos que $350.000 millones que, además, deberán ser actualizados por inflación. Jorge Macri se fue del encuentro con el ministro de Economía con una certeza: deberá estar preparado para gobernar su primer año haciendo de cuenta que ese reclamo no existe. Es que Caputo se encargó de recordarle al alcalde porteño y a su equipo que "no hay plata" un clásico libertario a esta altura del partido.
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