La remontada de la demócrata puede responder a su performance en el primer debate. También pudo influir la perspectiva de un Trump ganador para movilizar a los renuentes a apoyar a Clinton pero que rechazan más la posibilidad de que el magnate llegue a la Casa Blanca.
Por Nicolás Lantos
Página/12 En EE. UU.
Desde New York
Hillary Clinton está convencida de que será presidente de los Estados Unidos desde hace por lo menos diez años, según relatan quienes la conocen de cerca. En 2008, la aparición de Barack Obama la dejó con las manos vacías luego de una larga y cruenta primaria. Este año, luego de pasar la interna contra el senador socialista Bernie Sanders, se embarcó como favorita en una carrera desigual contra Donald Trump. Durante buena parte del año, marchó con una ventaja importante en los sondeos; sin embargo durante el mes de septiembre una serie de contratiempos volvieron a ponerle suspenso a la carrera. Justo antes del primer debate, hace una semana, los titulares apuntaban un empate técnico que llenaba de nubarrones el horizonte de Clinton. Hoy, luego de una buena performance en el mano a mano y de una mala semana para su rival, vuelve a ver una luz de ventaja. A cinco semanas de las elecciones, puede resultarle muy caro no aprovechar esta oportunidad.
Las encuestas y la agenda vuelven a sonreírle a la ex secretaria de Estado, después de muchas semanas de ir cabeza a cabeza. El ponderado de sondeos a nivel nacional le da dos puntos y medio de ventaja en promedio, lo cual no es mucho, teniendo en cuenta el margen de error, pero marca un quiebre en la inercia que traía Trump durante septiembre, cuando achicaba la distancia entre ambos en cada nueva tanda de números que aparecía. Además, el foco de las noticias se volvió a posar en los escándalos del republicano (desde una polémica trasnochada contra una ex Miss Universo hasta la filtración de una planilla de impuestos de hace 20 años que demuestra que, sin violar las leyes, evitó tributar durante casi dos décadas) y dejaron de prestarles atención a sus propios problemas, dándole un respiro.
Por otro lado, Clinton recuperó terreno en estados clave para ganar la elección el 8 de noviembre, como Florida, Carolina del Norte y Nevada, donde hoy aparece empatada con una ínfima ventaja, cuando hace algunos días figuraban, en los pronósticos, como territorio republicano. “Una vida más”, reflexionaba, aliviado, un colaborador demócrata luego del debate. La remontada transitoria en la última semana pudo en parte ser en respuesta a la performance de la candidata en el evento del lunes pasado, aunque también pudo influir que la perspectiva de un Trump ganador, que tomó forma por primera vez en los días previos a esa instancia, movilizara a un sector de la sociedad renuente a apoyar a la ex secretaria de Estado pero que rechaza todavía más la posibilidad de que el magnate llegue a la Casa Blanca.
Como sea, en una carrera con una dinámica cambiante, las cinco semanas que restan hasta el día de la elección van a ser las que definan al ganador. Quedan todavía por delante dos debates entre Clinton y Trump y uno entre los candidatos a vicepresidente, Tim Kaine y Mike Pence. Cerca de la fórmula demócrata, el vértigo de los días previos al primer debate dejó una lección. “Hay que aferrarse a esta ventaja y no volver a relajarse”, es el mensaje que transmite el entorno de la ex secretaria de Estado, que ya está preparándose para los próximos cruces con su rival, convencida de que repetir el buen papel que ella tuvo en Hofstra es una llave para llegar al 8 de noviembre sin más sobresaltos.
Además, Clinton redobló su agenda proselitista, con apariciones sorpresa en algunos puntos clave como Charlotte, North Carolina: no solamente la ciudad más importante de un estado crítico en el mapa electoral sino el epicentro de las protestas contra la violencia policial, luego de que la semana pasada una agente de seguridad asesinara a Keith Lammon Scott, un hombre negro desarmado, repitiendo una historia que se refleja cotidianamente en distintos puntos del país. Ayer por la tarde se apareció sin aviso en la congregación religiosa de Scott, donde dio un discurso condenando la actuación policial y vinculándola con el mensaje de “Ley y Orden” que protagoniza la campaña de su rival.
Impuestos, filtraciones y hackers
El New York Times desafió el deber ser del periodismo tradicional y adelantó, el sábado por la noche, en su web, la nota que llevaría en la portada al día siguiente: un informante anónimo puso en sus manos una copia de parte de las declaraciones tributarias de Donald Trump que demuestran que se valió de artilugios legales para no pagar prácticamente nada de impuestos durante más de una década, luego de haber estado al borde de la quiebra. Si bien no implica directamente un delito, por haber utilizado atajos y recovecos avalados por las normas, la revelación puede traerle algunos dolores de cabeza al magnate, ya que puede caer mal en algunos sectores de la sociedad que un multimillonario como él no haya aportado durante años ni un solo centavo a las arcas estatales.
La respuesta desde el lado de Trump no tardó en llegar: si no pagó es porque las leyes así lo permitían, lo que lo vuelve un mejor administrador; por otra parte si las leyes benefician así a los más ricos es culpa de los que gobernaron todo este tiempo, entre los que están los Clinton, fue la línea que bajó esta mañana a través de los canales de comunicación del candidato. “Conozco las complejas leyes tributarias mejor que nadie que haya sido nominado a la presidencia y soy el único que las puede arreglar. Yo creé decenas de miles de puestos de trabajo y voy a traer de regreso la prosperidad a los Estados Unidos. Hillary solamente creó empleos en el FBI y la dirección de Justicia”, tuiteó el magnate.
Uno de sus socios más cercanos, el ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, ensayó en una entrevista televisiva una explicación similar: “Es un genio absoluto. O sea, en su libro The Art of the Deal esto está descripto. Primero que nada, estamos hablando de hace 26 años, era perfectamente legal. Eso debería quedar claro. Esta es una aplicación perfectamente legal del código tributario. Y habría sido tonto de su parte no tomar ventaja de ello. El sabe cómo usar la ley y va a usarla en beneficio de la gente”. El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, también se manifestó en un sentido similar: “En los 1990, cuando muchos negocios quebraron, Trump encontró la forma de volver a construir su fortuna y seguir creando miles de puestos de trabajo”, dijo.
En el Partido Republicano no creen que la revelación acerca de los impuestos vaya a perjudicar seriamente a Trump. “No hay delito, es un tema complicado de explicar, dudo de que pegue en el electorado”, le dijo a Página/12 un experimentado legislador. Además, muchos esperan que en los próximos días haya otras novedadaes que vuelvan a correr el foco. “Miércoles. Es el fin de @HillaryClinton. #Wikileaks”, tuiteó en la madrugada del domingo Roger Stone, consultor político cercano a Trump. El director de ese sitio, Julian Assange, “va a hacer anuncios desde su balcón en Londres el martes”, anunció el sitio de filtraciones que ya publicó dos tandas de documentos demócratas en lo que va de la campaña.
Para complicar todavía más la historia, según anticiparon algunas fuentes republicanas que están al tanto del contenido de las filtraciones, la información que se divulgaría en estos días “va a salpicar a ambos candidatos”, según reportó el sitio de noticias Político.com. A cinco semanas de los comicios, la dinámica de una campaña que en ningún momento dejó de oscilar promete algunas sorpresas más. La ventaja, como en todo momento desde que se oficializaron las candidaturas, está en la mano de Hillary Clinton. Pero Donald Trump sigue a tiro. “No importa estar arriba un mes antes, o una semana antes del comicio. Importa estar arriba a la mañana siguiente. Estamos trabajando para eso”, dice el legislador republicano antes de terminar su café y volver a perderse en las calles del Midtown.
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