Mientras sube la polémica en torno a las petroleras, en el territorio de General Pueyrredon siguen operando empresas con comprobada afectación al medioambiente. El caso Coomarpes, el más gráfico.
La polémica por el proyecto de exploración sísmica en el Mar Argentino frente a la costa marplatense ya está encendida. Sin embargo, no es necesario viajar mar adentro para encontrar casos importantes de actividad industrial contaminante. En el corazón del Puerto de Mar del Plata fábricas harineras cuentan con un fuerte historial de contaminación, con el caso testigo de Coomarpes. Una realidad que ni la política e incluso las agrupaciones ambientalistas no suelen mirar.
En abril de este año, el Juzgado Federal N°1 confirmó la elevación a juicio a los directivos de la empresa harinera tras que la investigación llevada adelante por el fiscal general Daniel Adler comprobara que la firma vertía líquidos tóxicos que llegaban al mar a través del desagüe. El Ministerio Público Fiscal lo catalogó como un “caso de criminalidad de empresa con afectación del medio ambiente”.
Los alertas estaban encendidos en la ciudad desde años atrás y 2016 marcó un hito, cuando se inició una investigación judicial a raíz de una denuncia por vertimiento de sustancias tóxicas al mar. Las pruebas llevaron hasta Coomarpes, donde siete directivos fueron acusados por infracción a los artículos 55 y 57 de la Ley 24.051 de Residuos Peligrosos.
“Coomarpes persistió en su conducta incumplidora violando los máximos tolerados pues se detectaron siempre valores por encima de las grasas, sólidos sedimentables y la demanda química de oxígeno lo que siempre demuestra un ineficiente tratamiento de los residuos por parte de la fábrica y un grave peligro y/o daño del cuerpo receptor de todos esos desechos que no es más ni menos que el mar que baña las costas de nuestra ciudad”, advirtió Adler.
La situación nunca fue ignorada por las diversas autoridades políticas que pasaron por el Consorcio Portuario, ni el gobierno provincial ni municipal. La falta de iniciativa, en cambio, se distinguió como la acción principal.
Por caso, en mayo de 2020, a poco de asumir, el todavía titular del Consorcio Portuario, Gabriel Felizia, fue consultado por este medio por la situación de las harineras. Interrogado sobre las medidas que impulsaría en su gestión, reconoció que “todavía no tenemos una decisión, pero hay un problema serio ahí”
“Es un problema muy difícil de resolver y que está pendiente. Pero sabemos lo que tenemos que hacer, siempre a través de una mesa de consenso. Si vamos e imponemos, no va a funcionar. Sólo vamos a terminar en multas. Hay que hablar con los gremios, los empresarios, las cooperativas, los armadores; sentándonos todos para discutir el pronóstico y las tareas a hacer de cara al futuro”, señaló. Pasado más de un año medio, no hubo iniciativas al respecto y el único intento de frenar el accionar contaminante llegó de parte de la Justicia Federal.
La de Coomarpes no es la única problemática que afecta al Puerto en materia de contaminación ambiental. Los buques abandonados son una de las grandes polémicas, como así también la falta de mantenimiento de instalaciones inoperativas. Por caso, en 2019 cedió una estructura de la ex Moliendas del Sur, donde se volcaron unos 40 mil litros de desechos tóxicos que también terminaron en la playa pública. Una realidad lejos de los flashes de la política, e incluso de la agenda de los ambientalistas en la ciudad.
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