Por: Roberto García. Editor de la costura, aquí va. Saludos a “grandioso, le vendiste un terreno en la Luna. Te felicito”. Comentario atribuido a Federico Pinedo luego de que, durante la campaña electoral pasada, Patricia Bullrich confesara que había llegado a un acuerdo con Mauricio Macri para no enfrentarlo en 2027 por la candidatura a presidente.
“Se lo prometí”, aseguró, como si fuera un juramento inalterable ante el altar mientras Pinedo –quien persiste a su lado como un mellizo– se solazaba con la fantasiosa dama del espacio que vendía lotes en la Luna o en Júpiter. Hombre de la vieja política, tanguero, conocedor del “hoy un juramento, mañana una traición”. Aunque esa infidelidad no está prevista en el castigado género, Patricia es cumplidora.
El año pasado, entonces, ni ella ni Macri contemplaban el meteórico ascenso de Javier Milei, solo se asociaban lícitamente para enterrar a otro competidor, Horacio Rodríguez Larreta: lo aniquilaron. Nadie sabe si hoy Macri sigue con la misma obsesión repetitiva para 2027 que comprometió con Patricia, pero el convenio parece haber caducado: ahora, si quiere lidiar en esa fecha, la pugna será con Milei, quien cada día que pasa renueva su voluntad para renovarse en el cargo en esa fecha. Tal vez esta combinación de ambiciones personales alimente los continuos chispazos que se registran entre el jefe del PRO y el Presidente, a pesar de que ambos adhieren a una misma causa: impedir la vuelta de lo que ellos denominan populismo.
La insensatez de ambos puede más, hasta olvidan que resta un 2025 por delante, tiempo de los comicios intermedios, en los cuales hasta podrían compartir intereses en una misma lista. La razón no es una característica de la política o, tal vez, son demasiado exigentes en la negociación. Macri, por ahora, afirma que no se le concede nada, ni se aprecian sus sugerencias. Ocurre que alrededor de Milei orbita Santiago Caputo, un hermano postizo del mandatario y, según mentas, el verdugo confeso para guillotinar a Macri en la plaza pública: lo considera un estorbo político para las aspiraciones de Milei, entre otras lindezas. Tampoco se esfuerza por ocultar esa misión fúnebre, mientras al ingeniero boquense solo le falta denunciarlo en una solicitada. El Presidente, más inmutable que la pirámide de Keops, mantiene a su alfil, lo respalda, y le habla a Macri de economía. Esa exposición pública en el escenario liberal viene de larga data y la condena al cadalso político oculta al autor intelectual en las sombras: Derek Hampton, miembro de una misma consultora con Caputo Jr., quien convencía a la Bullrich de ese propósito en la etapa electoral. En esos tiempos, fue su asesor estrella –tarea que mantiene en la actualidad– debido a que su socio Santiago había esquivado trabajar con la candidata alegando una cantidad de contratos por cumplir. En rigor, no le reveló a Patricia en ese momento que ya estaba sirviendo a las órdenes de Milei y que la empresa que tenía con Hampton se bifurcaba para atender a una ganadora o a otro. Negocios son negocios. Mucha gente cree que estas cuestiones son ideológicas.
Macri rumia contra el influyente asesor Caputo, también contra Milei: actuó votando dos veces contra el Gobierno, al menos los representantes en el Congreso que dicen pertenecerles (en los fondos secretos de la SIDE y en el cambio jubilatorio que obliga al veto). Se rebeló, aunque enuncia lo contrario, mientras en la Casa Rosada sostienen que impulsa un proyecto desestabilizador con la vicepresidenta Victoria Villarruel. Poco seria la escenografía, los errores de principiante en las dos partes y un teatro cada vez más tenso sin saber nadie cuál es el acto en el que transcurre la obra. Para evitar el final, milanesas en Olivos –anticipada cena en estas columnas– con un mandatario que invita y un convidado que plantea otras advertencias:
1) Cuidado especial, en lo económico, para el distrito capitalino que administra su primo Jorge: no quiere repetir la experiencia que atravesó en Boca Juniors, cuando legó el club a Daniel Angelicci y este lo extravió en manos del enemigo Juan Román Riquelme. A veces no alcanza con la confianza. Lo cierto es que Boca ya no es un refugio para Macri. Para impedir que le ocurra algo semejante con la Capital Federal, reclama urgencias dinerarias para su primo Jorge y claridad en ciertas discusiones: la pérdida de ese consorcio porteño sería el fin de su aventura en la política.
2) Suma otras rabietas, la más irritante para su aparato digestivo ha sido la designación de Martín Lousteau al frente de la comisión de actividades y dinero secreto de la SIDE, organismo parlamentario que siempre controló los sórdidos “sótanos de la democracia” y siempre consintió sus actividades en todos los gobiernos. Como si sus miembros hubieran sido alquilados por la reservada manutención de espías. Ese lugar Macri lo imaginaba para Cristian Ritondo, el mismo que en ese cuerpo impidió operaciones en su contra durante la última administración. Se frustró su intento de agradecimiento al legislador servicial, un fanático de ese rubro. Para colmo, como se maldicen con Lousteau con la misma intensidad –lo aborrece desde que desertó de su embajada en los Estados Unidos–, su furia peninsular se ha incrementado. Al extremo absurdo de que en el último comunicado del PRO incluyeron una acusación sobre los fondos universitarios que, según entienden en el partido, abastece inquietudes de Lousteau y Cía.
3) Otro deseo incumplido y que arrebata a Macri ha sido la impermeabilidad de Milei para acoger dirigentes del PRO como funcionarios. Según el ingeniero, falta gestión en el Gobierno y bien podrían colaborar sus conmilitones con algún sueldito ministerial. El Presidente asiente, pero luego no deriva. O, en todo caso, piensa como Caputo Jr.: prohibido el ingreso a los capitostes macristas. Macri no solo recomienda, también aconseja: si podés conducir el PRO, hacete cargo para que la gente del partido te acompañe y habilita a ciertas figuras con la expectativa de que el resto se entusiasme. Lo último que desea el oponente Caputo: soy el único asador, junto a Karina, naturalmente, no quiero competencias extrañas.
Difícil entendimiento entre Macri y la Casa Rosada, aunque reiteren la convocatoria a más milanesas y una misma comunión de pensamiento. Al menos, de tendencia.
Y pleiteando con suma cortesía entre los dos por el momento, hasta para hablar de futuras privatizaciones (Alicurá, por ejemplo) y, en particular, sobre el destino de Tecnópolis. Vaya uno a saber los intereses que suelen acompañar a la política, si apenas conoce que las cotolettas rebozadas no van solas, salen con papas fritas generalmente. Pero Milei es el plato ad hoc que más detesta.
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