Por: Nelson Castro. La batalla diaria que libran los distintos sectores internos del Gobierno y provoca un microclima que envuelve al presidente Javier Milei.
En el momento de cerrar esta columna nadie sabe a ciencia cierta si habrá Pacto de Mayo o de qué mes. Más bien, todo lo contrario. Tampoco está claro en qué consistirá ese pacto y cuál será su texto definitivo. Lo que sí está claro es que el 25 de Mayo transcurrirá sin la aprobación del proyecto de ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”. Lo que tampoco nadie sabe es qué contendrá finalmente la vapuleada ley.
El proceso de discusión y análisis del proyecto con media sanción que se viene desarrollando en las comisiones del Senado, desnuda no sólo la ausencia de Poder Legislativo del oficialismo, sino también la impericia de sus funcionarios y la falta de conducción de esa complicada negociación. Una cosa es el desprecio por “la casta” y la necesidad de alejarse de todo comportamiento, vinculado a la vieja política, otra muy distinta es desconocer los vericuetos y complejidades del sistema que se pretende desmantelar. Sin ese termómetro fino, las posibilidades de cambio se tornan remotas. La decisión de apartar a Victoria Villarruel de toda participación en esa rosca intrincada y las presencias por los salones del Senado de Karina Milei y su entorno, no han dado hasta aquí los resultados positivos, con los que se ilusionó el Gobierno. Es parte de la irrealidad que se vive en el círculo áulico del Presidente. De hecho, la secretaria general de la Presidencia, conocida como “el jefe”, se rodeó rápidamente de asesores que conoció en los últimos años. Esos vínculos se forjaron –incluso–, con desconocidos que trabajaban en el búnker de campaña en el Hotel Libertador. Casi como una cuestión de piel, la vara que habilita sus relaciones personales y políticas, no está apalancada en la trayectoria o en el profesionalismo, sino en un componente mucho más visceral. “Si le caés bien de arranque, estás adentro. Después tenés que ir validando el vínculo con demostraciones de lealtad absoluta, de lo contrario, caés rápidamente en desgracia” –aseguró un hombre de su entorno, que la conoce a la perfección. Mientras tanto, el kirchnerismo busca con denuedo sacar provecho de esta circunstancia, en su perseverante intento de tirar abajo el proyecto de ley. Las torpezas de La Libertad Avanza le dan pasto. Los K más rancios ya festejan por anticipado. “Le volteamos el Pacto de Mayo. Creyeron que se podían llevar a toda la clase política por delante y ahora están pagando las consecuencias. Cristina tenía el ímpetu y la fortaleza para arrasar con todo, pero siempre, sobre la base de su experiencia y su aplomo político. La jefa tenía y tiene otra talla. El libertario no le llega ni a los talones” –aseguran voces que frecuentaban el Instituto Patria.
Halcones y palomas libran dentro del Gobierno una batalla diaria. El microclima que envuelve al presidente Javier Milei representa un problema creciente. No es que no se dé cuenta de las duras consecuencias, que para gran parte de la población está teniendo el ajuste que no cesa. Lo que ocurre es que los altos niveles de aprobación que le llegan a través de todas las encuestas lo envalentonan. Debería tomar con perspectiva histórica estas circunstancias para no creer que esto es eterno. Lo ayuda mucho el hastío profundo y creciente que sigue generando la oposición en todas sus vertientes. La dirigencia política opositora no logra hacer pie. Esa idea de hallarse blindado lleva a Milei a cometer errores. Uno de ellos es su inentendible viaje a España para participar de la reunión de Vox, el grupo político de ultraderecha. Mal que le pese al primer mandatario, haber gastado dineros públicos para costear ese viaje es un anatema en el marco del “No hay Plata”, la frase que tanto pegó durante su discurso del 10 de diciembre pasado. De hecho, en sus primeros cinco meses de gobierno la agenda internacional ha estado cargada de viajes más vinculados con aspectos privados y personales, que con sus funciones de Jefe de Estado. Es llamativo que no lo advierta. En la reunión de Vox van a participar algunos líderes políticos –como es el caso de Viktor Orbán, de Hungría– quien tienen una actitud de claro apoyo a Vladimir Putin en su invasión y renovada ofensiva contra Ucrania. Ésta es otra contradicción a la que se expone Milei, cuyo apoyo a Volodímir Zelenski es irrestricto y a quien tiene planeado visitar en Kiev el mes próximo. Por lo demás, los encuentros con los empresarios españoles para invitarlos a invertir en la Argentina aparecen como algo de relleno armado, para darle algún tinte de gestión a este periplo con aires de excursión. Hay que recordar que el Presidente debe volver a la Madre Patria en junio, momento en el cual bien podrían haberse organizado algunas de estas reuniones. El único elemento que le da cierto halo de excusa es que, en el pasado inmediato de la Argentina kirchnerista, CFK se hacía llevar hasta su morada en el Sur las ediciones impresas de los diarios a través del avión de la flota oficial Tango 03, obviamente a costa de todos los argentinos. La obscenidad del despilfarro kirchnerista le dio sustento inequívoco al actual relato libertario.
Otro de los fenómenos que viene experimentando Milei es su ruptura con todos los economistas que, teniendo ideas afines, osan criticarlo o expresar dudas sobre tal o cual medida o alertar sobre posibles errores de apreciación del presente y el futuro de la economía. A ellos no los critica, sino que directamente los descalifica de una manera brutal y desembozada. Así es que los trata de “burros”, “envidiosos”, “chantas” o “charlatanes”. Esta semana les tocó, entre otros, a Domingo Cavallo y a Miguel Ángel Broda. ¿Quiénes serán los próximos?
Demasiado pronto para construir la profecía autocumplida de la soledad del poder.
Comentá la nota